lunes, marzo 15, 2010

Aviso roedor

La frase que me dijo el albañil el primer día de la obra retumba y hace carambolas por mis neuronas.
-Señora, según las creencias de mi país, cuando en una casa entran ratoncitos de campo es que algo va a suceder- me explicó Aldalid súper convencido de su afirmación.
-Lo dudo, los ratones llevan aquí desde hace años... Además, hace mucho que abandoné las supersticiones, una absoluta pérdida de tiempo...
-Bueno, cada uno cree en lo que quiere... Yo sólo la aviso....
El viernes, tras cuatro días de obra, dejé que Diego se fuera con su amigo Alejandro y volví con Álvaro a casa para ver cómo iba la pintura del salón. Al abrir la puerta mi mente se bloqueó por el bombardeo de preguntas: ¿Qué hacen las paredes llenas de barniz?, ¿pero si yo sólo compré pintura?, ¿qué ha pasado?, ¿qué caos es éste?
-Ay, señora, menos mal que ha venido...
-Pues de casualidad, me iba a ir a casa de una amiga.
-Ay, no sabe lo que ha pasado, un drama...
El cuerpo de Adalid era una mancha de pintura, las escaleras y las paredes sudaban barniz y...:
-¿Qué ha pasado? -grité al contemplar el suelo lleno de cristales, una lámpara rota, la mesa pequeña del salón destrozada, mis adornos de barro destruidos... Miré aterrada a Adalid.
-Ay, señora, coloqué una escalera sobre la escalera que sube a la planta superior para pintar el hueco; para que no resbalara ubiqué un bote de barniz que tenía usted en el jardín y, no sé cómo, la escalera se deslizó, topé contra los escalones, caí por el hueco y aterricé sobre la mesa de cristal y el bote de barniz estalló...

Al imaginarme la escena mi cuerpo empezó a temblar.
-¿Qué te has hecho?, ¿te has roto algo?, ¿te has clavado algún cristal?....
-No, me duele todo el costado izquierdo, no puedo elevar el brazo y estoy muy magullado, pero mi amigo el Flaco me ha ayudado.
-¿Qué flaco?
-El Flaco, Jesús, el hijo de Dios...
Entre mareos y tambaleo fui al botiquín a por unos antiinflamatorios.
-Adalid, ¿seguro que estás bien?
-Bueno, molesto, pero ahora puede estar tranquila.
-¿Por?
-En mi país cuando creen que algo va a ir mal compran un perrito o un gato negro para que todo el mal caiga sobre él. Yo soy el extraño en su casa, por eso me he caído y me he llevado todo el mal. Ha sido cosa del Flaco, pero estoy tranquilo porque a su familia no le va a ocurrir nada... Ya le dije que cuando hay ratones es que algo va a suceder... ¡Menos mal que ya los hemos extinguido!
Me quedé muda por sus creencias y sin fuerzas para rebatirle.
-Venga, recoge y vete a descansar.
-Mañana vendré a primera hora.
-No, Adalid, mañana no podrás moverte. Te has caído desde dos metros de altura, te has estampado contra una mesa de cristal y milagrosamente no te has hecho nada. Tómate los antiinflamatorios, vete al médico y reposa.

El panorama de la casa era desolador: barniz por las paredes, la mesa rota... Antes de que me diera un paro cardíaco llamé a mi Alonso.
-No te vas a creer lo que ha pasado...
-Emma, de ti me creo cualquier cosa, ya lo sabes.
-No tiene gracia, ha sido horrible, catastrófico... -
Se lo relaté con voz entrecortada y por la noche las pesadillas no me dejaron dormir: ¿y si se hubiera matado?, ¿habría venido el juez para el levantamiento del cadáver?, ¿me habrían interrogado los del CSI?, ¿qué les iba a contar?, ¿tendrá Adalid esta noche un derrame interno?, ¿se habrá clavado algún cristal?, ¿y si el cristalito se desplaza por sus venas y le produce un ataque al corazón?
A primera hora llamé a Adalid para ver cómo estaba y si seguía vivo. Al colgar, respiré tranquila.
-Emma, ¿te has planteado dejar de escribir el blog?- preguntó Alonso con cara muy seria.
-No, ¿por qué?
-Porque no es normal que te ocurran tantas cosas, atraes a las situaciones extrañas...
-¡Pero si ha sido culpa de los ratones! -grité súper convencida.
-¿Qué?
-Vinieron a avisarnos, no les hicimos caso y mira lo que ha pasado.
-Emma, estás fatal, anda, duérmete un poco que tienes alucinaciones.

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