-¿Qué tal el día? - pregunto como cada tarde a Diego al salir de clase.
-¡Muy bien, mamá! Casi lloro de alegría.
-¿Por?
-He sacado un 7,5 en "cono" y en el examen sorpresa de matemáticas, un 7.
-¡Muy bien, Diego!
-Además el examen sorpresa era difícil, han suspendido muchos... ¡Ah! Y tengo otra buena noticia que darte.
-Cuenta, cuenta.
-Que sé falsificar la firma de papá.
-¿Qué?
-Sí, que sé falsificarla. Así, por ejemplo, si suspendo un examen puedo falsificar su firma y no os enteraríais.
Intento contener la risa, sonrío por su ingenuidad, le miro a los ojos, percibo mis genes, y con voz muy seria sentenció
-Diego, ni se te ocurra hacer algo así.
-Pero, ¿tú nunca lo has hecho?
-Jamás -miento con firmeza mientras recuerdo aquellas notas que falsifiqué durante un año a un gran amigo, los partes de justificación que le hacía a mi prima y... Mejor callar -Jamás se me ha ocurrido hacer algo así y espero que tú tampoco lo hagas.
-Bueno, pero luego te hago la firma para que veas qué bien me queda...
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