"Dios mío, he debido engordar más de diez kilos", pensé al notar como se movía el retrete del baño de la planta baja de casa. Callé y no dije en nada. Al cabo de unos días, Alonso se acercó a mí con cara de preocupación.
-Emma, ¿te has dado cuenta de que water se mueve?- comentó con perplejidad.
-Pues no, la verdad, a ver si lo has roto tú- contesté con cara de sorpresa.
-!Qué graciosa! Yo no lo he roto, además no parece una rotura sino que el water se está despegando del suelo y ha destrozado varias baldosas.
Me levanté y me acerqué a ver el desastre. El retrete se elevaba dos centímetros del suelo.
-Emma, habrá que llamar al seguro.
Pasados dos días, se presentó un perito. Observó el baño, retorció la boca y nos dijo.
-Esto no lo cubre el seguro.
-Pues no sé para que pagamos si luego no nos resuelven las roturas- contesté indignada.
-Lo siento, señora.- dijo secamente mientras cerraba la puerta.
El mosqueo aumentaba a la misma velocidad que el retrete ascendía. La separación con el suelo superaba los siete centímetros y cada día crecía un poco más.
Gracias al libro que me estaba leyendo ("Cuando los muertos se levanten", de Fred Vargas, os lo recomiendo) y a mi mente cinéfila pude hallar el motivo que provocaba el elevamiento de water. La causa era sencilla: las raíces del árbol salvaje del jardín estaban empujando el retrete. Aterrada comuniqué mis pesquisas a Alonso que rápidamente alquiló una sierra eléctrica y llamó a su amigo Escuer.
-Escuer, te necesito.
-¿Qué ocurre?
-Algo terrible. Las raíces del árbol salvaje están penetrando y destrozando la casa. Por favor, ayúdame a talar el monstruo.
-Vale, cuenta conmigo, pero a cambio me llevo la leña para mi barbacoa.
-De acuerdo, os esperamos aquí el sábado.
Llegaron a la una del mediodía. Los niños, Montse y yo colocamos unas sillas en la terraza y nos dedicamos a ver cómo nuestros hombres batallaban contra el árbol. Las lesiones se sucedieron. Tras una hora de estrategia, el árbol se derrumbó. Los peques disfrutaban como si estuvieran ante la mejor película de Pixar y nosotras como si viésemos "La matanza en Texas".
Pero la ilusión duró pocos días y el optimismo dejó paso al pesimismo. El retrete seguía elevándose y casi tocaba el techo del baño. Aterrados, llamamos a Marcel, el artífice de la megaobra de la casa, acudió rápidamente y nos tranquilizo.
-Mañana os envío a un operario. Dormid tranquilos.- nos dijo mientras mesaba su bigote.
No fueron las raíces del árbol, no fueron mis kilos de más... Fue una bolsa de aire que no se sabe cómo aparece cuando hay movimientos de tierra.
El retrete ya está colocado, las baldosas repuestas pero mis dudas aún persisten: ¿no será que una nave de extraterrestres reside debajo de nuestra casa?
Bueno Emma, lo vuestro no es normal. ¿Cómo quieres que tu vida laboral sea sosegada? ¡¡¡Si atraes los problemas!!!!!
ResponderEliminarMe rio mucho con vosotros y supongo que por eso, por lo divertido que es, no piensas en que puede haber algo sospechoso en todo lo que te rodea...
Lo mejor de todo: "Escuer, te necesito".
ResponderEliminarComo se entere Tita Cervera de que os cargáis árboles os envía a Pilar Bardem a montar una "mani" en vuestro jardín ;-)