Los nervios no son por el post operatorio, ni por el dolor de dedos, ni por los músculos de mis brazos cansados de tantas muletas. No, los nervios son por el partido de fútbol de esta tarde. La competición comenzó el lunes, pero el equipo de Diego no jugó hasta el martes. En mi situación de reposo era difícil acudir, pero cuando Diego me rogó por la mañana que fuera a verle tocó mi fibra sensible y planifiqué cómo ir. A media tarde vino la madre de Rubén, Asún, a buscarme con su coche. Me desplacé torpemente con mis muletas y le agradecí infinitamente su gesto. Llegué al colegio y los compañeros de Álvaro me bombardearon con cien mil preguntas: ¿te han cortado el pie?, ¿te has caído?, ¿por qué llevas muletas?, ¿nos las dejas un poquito?... Álvaro, detrás, explicaba a todo el mundo, emocionado, que yo era su madre y se fue al cumpleaños con la madre de Cristina. Me arrastré por el patio, entré en el colegio y me enfrenté a las escaleras que debía descender para llegar al campo de fútbol sala. Sin gran arte bajé escalón a escalón y llegué hasta la grada. El pie cada vez estaba más inflamado. Todo el mundo me ayudó y me interrogó sobre mi percance. Una que es imperfecta, fue la frase que más dije. El partido comenzó y los gritos atronadores invadieron el recinto. Al poco, la desilusión, un gol, dos goles, tres goles... Al final, perdieron cinco a cero. Los niños sudaban como pollos. Chicos, tranquilos, que lo habéis hecho fenomenal, les animábamos todos los padres abrazándoles y contentos por ver como habían intentado defender su honor.
El miércoles mi pie se resintió y me quedé en casa con Álvaro que no paraba de chapotear en la piscina. Ana ejerció de representante familiar y acudió a ver el partido. A mitad de partido la llamé por teléfono. Van ganando tres a cero, la escuché gritar en medio del alborozo. Y el partido mejoró. Resultado final: 8-0. Diego llegó pletórico, excitado de victoria, gritando "¡¡¡ooooocho a cero, ooooocho a cero!!!". Y esta tarde es la semifinal. Y allí iré yo en taxi, para gritar como una loca, para animar a mi niño, para vociferar a todos sus compañeros y calmar un poco mis nervios.
P.D. Hoy me han retirado el vendaje. Externamente el pie sólo muestra unas pequeñas y mínimas incisiones. Sin embargo, la cirugía interna ha sido bastante compleja y agresiva: además del juanete y del dedo gordo, me han tenido que intervenir en todos los dedos para cortar los tendones y evitar que se agarroten más. Ahora tengo que llevar una férula y mentalizarme a vivir mi baja laboral. ¡Con lo que me gusta a mí ir a trabajar al periódico!
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