La aventura negra comenzó el viernes. La agenda infantil indicaba nuestra cita en la piscina con Ángeles y sus hijos. Preparé el coche: niños, toallas, protector solar, raquetas de ping-pong... y partimos raudos y veloces. A los cien metros el coche se paró. Logré llegar hasta la acera, intenté arrancar pero no hubo manera.
-Chicos, id a casa andando y daros unos baños...
-¿Pero no habíamos quedado con Alejandro y Cristina? -bufaron.
-Sí, pero el coche se ha roto y hace mucho calor.
Móvil en mano empecé con mis gestiones: "Liset, estate pendiente, los niños van para casa, luego te indico qué hacer", "buenas tardes, se me ha roto el coche, ¿pueden mandarme una grúa?... Creo que es la batería aunque no estoy segura... De acuerdo, espero media hora", "Ángeles, cambio de planes, mi coche ha fallecido... Vale, pásate a buscar a mis hijos y luego voy yo a la piscina", "Alonso, no te lo vas a creer... No te rías, que estoy hablando en serio... Se ha roto el coche".
La grúa me abandonó en un taller cercano a casa.
-Huy, parece que se le ha descodificado la llave... De todas formas, déjeme hacer una revisión completa -sugirió el técnico.
-Lo que haga falta -contesté conteniendo una lágrima... Ay, que yo soy muy sentimental y no puedo evitar encariñarme de mis coches (el calabaza, el forfi, el focus...).
Las noticias cada vez eran más inquietantes.
-Se ha roto la bomba de inyección, es una reparación cara y en estas fechas... Me parece que hasta después de verano no tendrá coche... Piense si le merece la pena arreglarlo...
Al final optamos por llevar el coche al taller de un amigo para ver si se agilizaban las gestiones. Alonso vivió su "friki situación".
-Emma, tendrías que haber estado tú allí, ha sido dantesco: el focus estaba en una estrecha calle, el operario de la grúa no podía moverlo, hemos generado un atasco de más de media hora, todo el mundo nos pitaba... ¡Horroroso!
Una sonrisa se esbozó en mi cara.
Pero el drama no acaba ahí. Mi mañanita ha sido de aúpa: me he despertado a las cinco y media para rematar unos cuantos diseños. Con ojos atónitos he comprobado que la conexión a internet fallaba y no podía acceder a mi correo para descargarme todo el material que necesitaba. Prefiero omitir las palabras que ha soltado mi boquita a las seis de la mañana al operario de turno. Tal era mi malhumor, que para desahogar mis instintos asesinos he limpiado el arcón congelador (maruja, que soy una maruja) y a las nueve de la mañana, bajo la mirada sorprendida de Gonzalo, mi pescadero, he comprado unos boquerones.
Y, como dice mi Alonso, no hay dos sin tres... Vamos, dándome ánimos mi querido segoviano.
Felices como perdices
Frases veraniegas:
Álvaro, rodeado de amigos, frente a su plato combinado:
-¿Quién me corta los huevos?
Y claro, las risas se multiplicaron.
Al finalizar la comida:
-Mamá, ¿tengo que hacer la vegetación?
-No, hijo, vete a bañar, que nosotros no hacemos la vegetación.
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