domingo, julio 03, 2011

Soy una bruja, lo reconozco

Lo reconozco, soy una bruja
Hace unos meses, un viernes de "peli en familia", se acurrucó Diego a mi lado en el sofá.
─Mamá, casi todos mis amigos se han matriculado ya en el campamento de verano. ¿Cuándo me vas a apuntar?
Tragué saliva y supe que él no me iba a entender.
─Diego, ya estás matriculado en un campamento, pero no es el mismo que el de tus amigos.
─¿¿¿Qué??? ─gritó con tal desesperación que casi se le cae el bol de palomitas ─¿Por qué me haces esto?
─Diego, lo hago por tu bien. Vas a ir a un campamento de "inmersión" en inglés para que refuerces tus conocimientos y mejores tu rendimiento en ese idioma. 
─Pero...
─Es lo mejor para ti: conocerás gente nueva, te expresarás en inglés... Además es multiaventura: rafting, tirolinas, caballos... ¡Hasta paint-ball!
Me miró con odio y me sentí dolida aunque segura de que había tomado la decisión correcta.
Los días han pasado, los amigos de Diego le han arropado en su "desgracia" y mis nervios se han aprisionado en mi estómago.
El día 1, a las nueve de la mañana, subía él solo a un autobús lleno de desconocidos hacia su campamento de inglés. Su mirada me lanzó puñales de desesperación y me hizo sentir la peor madre del mundo y tan mala como la madastrona de Blancanieves. Alonso y yo callamos para no contagiarnos nuestro pesar. Diego contenía las lágrimas y despertaba nuestras dudas.
El día se me hizo eterno sin saber nada de él. Estaba convencida de que no iba a tener ningún problema, que su carácter simpático y afable le abrirían todas las puertas, que iba a disfrutar de una experiencia única, pero el miedo es incontrolable. Por fin sonó mi móvil y en la pantalla pestañeó el nombre de "Diego". Era él. 
─Hola, mamá, ya estamos en el campamento, estoy en una habitación con ocho amigos, ya he subido en las tirolinas y hemos dado un paseo por el bosque.
─¿Estás enfadado conmigo?
─No, mamá.
En estos tres días me ha contado que cada vez habla más en inglés, las clases son muy divertidas, ha hecho una cometa, tiene muchos amigos, ha practicado rafting y... ¡me quiere! Ahora respiro un poco más tranquila aunque mi semblante sigue siendo el de una auténtica bruja, a veces buena, a veces mala. Es decir, mi semblante ha vuelto a su ser.
Y Álvaro, mientras tanto, disfruta de su estatus de hijo único: invita a sus amigos a dormir a casa, chapotea como un loco en la piscina, juega al Monopoly y al Cluedo y mira con cariño a la "bruja" de su mamá consciente de que en breve le tocará a él.  ;-)


Roberto y Álvaro, dos amigos en el agua


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