sábado, junio 17, 2006

Mañana de desmayos



"Chico", el perro de mi tía, la despertó con sus lametones. No aguantaba más, tenía que dar su paseo matutino. Ángeles se calzó sus zapatillas de deportes, se puso la camiseta y los pantalones y salió a regañadientes a la calle. Como todas las mañanas la efervescencia del día aún no había comenzado. Sin embargo, al girar por la calle Vallehermoso, detectó movimientos inusuales. Distintos furgones con distintas siglas invadían la calle. SALUR, SAMUR, ambulancias, policía y bomberos abarcaban la acera. Mi tía, atónita, se despejó de golpe.
-¿Qué ocurre?- preguntó Ángeles a un transeúnte que pasaba por su lado.
-¿No se ha enterado?- contestó.
-No, acabo de salir.
-Resulta que en ese edificio ha habido un escape de gas. Nadie se había dado cuenta, hasta que la gente que pasaba por la calle se ha empezado a desmayar. Por ahora, van siete inconscientes, así que yo que usted pasearía al perrito por otro lado.
-Claro, claro.- comentó mi tía con gran ataque de risa. Miró al perro y le susurró al oído: "Chico, date prisa en hacer tus necesidades o te suelto por la calle Vallehermoso". El perro en cuestión de dos minutos desahogó su vegiga y ladró como un loco por volver a casa.

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