Mamá, mañana tengo examen de mates, ¿me ayudas?, preguntó Diego. ¡Cómo no!, exclamé como todos los días. Al cabo de media hora me vi inmersa en el mundo geométrico y aluciné. Según mis neuronas los triángulos se dividen en equilátero, isósceles y obtuso. Hasta aquí todo claro. Pero de pronto descubrí que también pueden ser acutángulos, rectángulos y obtusángulos. Leí estos extraños nombres, puse cara de conocerlos a la perfección, como si fueran íntimos amigos, e intenté aguantar el ataque de risa. Venga, Diego, vamos a repasar.
-¿Cómo se llama el triángulo que tiene dos lados iguales?
-Isósceles.
-¿Y el triángulo que tiene sus ángulos agudos?
-Acutángulo.
-¿Qué polígono tiene sus ángulos iguales 2 a 2 y sus lados iguales?
-El rombo, que además es paralelogramo.
¡Cuánto vale mi niño y que tonta es su madre acutángula!
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