Anoche llegó mi adorado Alonso de Nápoles, así que para hablar de todo lo acontecido durante estos últimos cinco días, decidimos ir a comer fuera.
-Hoy eliges tú -ordené al subir al coche.
No sé cómo, porque al él no le gustan nada, se decidió por un chino/tailandés. Debíamos esperar un poco y fui al baño. Al salir comprobé que ya estaba sentado, busqué nuestra mesa y me acoplé a su lado. Le miré extrañada, tenía una cara rara, como desencajada.
-Cielo, -empezó a decir- me he equivocado en la elección.
-¿Por?
-No te has dado cuenta.
-¿De qué?
-Mira a tu derecha.
Giré la cabeza y se me revolvió el estómago al ver al extraterrestre.
-Lo siento -musitó cabizbajo.
-¡Qué tontería, ni que tú supieras que ese elemento se alimentaba aquí! -reí.
Comimos muy bien, relatamos nuestras historias y, por supuesto, no dejamos que el jefe que lleva más de dos años sin hablarme nos amargara la comida. ¡Faltaría!
Pd. Una que es muy creativa (¡viva mi modestia!) se ha permitido hacer una caricatura para que mis adorados seguidores del blog se hagan una idea del alienígena.
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