martes, mayo 27, 2008

Las novias de mis hijos

Lunes, llueve. Martes, llueve. Miércoles, llueve... Y así el resto de la semana. Las primeras gotas fueron una fiesta. Pensar que los pantanos se iban a llenar, que la sequía se alejaba... ¡Pero esto ya es un exceso! Nuestros planes de fin semana se desvanecen dentro de casa, las manías se acentúan (orden, limpieza casera...); ha terminado la competición futbolística (quedamos los últimos, por si alguien lo dudaba) y encima no puedo disfrutar de mi fantástico jardín. Por Dios, que vuelvan los rayos de sol, el calorcito, la ropa de primavera (ay, que no hay forma de que continúe con mis planes de dieta)...
Luego aparecen las frases de mis hijos que me hunden en la miseria. Por ejemplo, el sábado preparé una deliciosa merluza al horno con patatas. Tras los elogios de mis suegros (no esperaba menos) aparecieron las caras de asco de mis retoños. Jo, mamá no nos gusta el pescado, refunfuñaron. Pues si no os lo coméis os lo pongo para cenar, amenacé como siempre. Pues de mayor mi novia será una cocinera del Burguer King, explicó Diego. Sentí que me clavaban un puñal en lo más profundo de mi corazón (¡cómo me gusta ser cursi!). Ay, hijo, qué mal gusto, lloré para mis adentros, con lo bien que cocina tu madre. Alonso desde el otro extremo de la mesa apagaba su risa sorbiendo un poco de agua. ¡Pues yo quiero una novia del McDonald's!, gritó Álvaro. Y me pregunto yo a mí misma: ¿qué he hecho yo para merecer esto?

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