Todos los primos en Oliete, paraíso turolense
Contaré que no paramos: estuvimos en el observatorio de aves rapaces de Alacón, buitres no vimos, pero sí los restos de sus manjares; en la Sima de San Pedro -la mayor de Europa-, una fractura en mitad de la montaña con una profundidad de más de 108 metros y una boca de 95 metros de diámetro. En el fondo, un inmenso lago en el que convive una amplia variedad de especies de animales (ranas, pájaros, murciélagos...). Y cómo no, subimos los 256 escalones para contemplar el Pantano de Cueva Foradada, acudimos al Monasterio de Arcos, admiramos las huellas de dinosauriso de Ariño y el último día trepamos hasta un risco para descubrir las pinturas rupestres de Oliete y el fuerte aire casi nos hizo volar.
Además de las visitas turístico-culturales compartimos risas familiares. Los niños (Diego, Mónica, Álvaro, Vitín, Manuela y Cayetana) jugaron, montaron en bici, recogieron piñas para la chimenea y disfrutaron al compartir tres días entre primos.
Los mayores (Juan Fran, Víctor, Roberto, María, Virginia y yo) nos aguantamos los unos a los otros (es lo que tiene la familia, je, je), cenamos en el Higinio, tomamos unas copitas en casa... Hablamos y hablamos, reímos y estuvimos muy pendientes de la chimenea para no quedarnos helados.
ANÉCDOTAS
- Diego. Como un mayor se sentó en la barra del Higinio y se zampó el solito un platazo de aceitunas, pan y una coca-cola. Disfrutó al ir y volver en bici al pantano. Y pese a mis dudas por tanta juerga y poco estudio, sacó un nueve en "cono". ¡Ha heredado el memorión de su madre, je, je!
- Vitín. Por fin empezó a pedalear sin ruedines. Un campeón.
- Manuela. Refunfuñó cuando sus primos "mayores" no la hacían caso y rió cuando era la estrella.
- Álvaro. Se negó a comer con la cubertería con mango rosa (¡faltaría!). "Yo con tenedores normales", exclamó horrorizado al ver los cubiertos.
- Cayetana. Pura sonrisa... Siempre que su padre la llevara a hombros, por supuesto.
- Mónica. Subió hasta la iglesia de paquete en la bici de su primo y lanzó hechizos de la bruja Kika.
Podría contar mil anécdotas más, mil detalles... Pero, tal vez, una imagen valga más que mil palabras (o varias imágenes...).
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