Sin comentarios. Parece que anuncio compresas sin alas, je, je
Ring, ring, suena el teléfono a primera hora del sábado.
Mi cuerpo se acurruca entre las sábanas y decide no levantarse. Mi mente insiste para que me despierte, aproveche el tiempo y escriba algo en el blog. Tiene razón, aún no he contado mi aventura con el AMPA y 80 niños del colegio en el Pinar de Carabaña, cómo las madre-coraje nos tiramos por las tirolinas y en vez de oír aplausos escuchamos las risas desternillantes de los pequeños, cómo nos deleitamos con los manjares que cada una aportamos, cómo Esther me fulminó con la mirada al contemplar mi zarangollo (plato típico de la región de su ex-marido)... Sí, debería levantarme de la cama pero no me apetece...
Futbolín humano
-Emma -susurra Alonso dándome golpecitos en el hombro y perturbando mi sueño-, era tu madre. Tu hermano Pepe va a hacer vuelo acrobático en una avioneta. ¿Quieres ir con los niños a verlo?
-No, tienes que llevarlos a la piscina y yo estoy dormida.
-Pobrecitos, seguro que les encanta...
Ya lo ha conseguido, ya me ha tocado la fibra sensible y el sueño se ha esfumado.
-Vale, vale... ¿Dónde hay qué ir?
Tensión frente al pájaro del aire
A la media hora partimos. Mi madre, Pepe y Pati nos esperaban junto al hangar número 9. Una avioneta giraba desesperada por el aire. Los nervios se mascaban en el ambiente.
-Pati, como le pase algo a Pepe te mato.
-Pero si yo también voy a subir -exclama entre nervios y con su cigarro en la mano.
El piloto intenta quitarle leña al fuego. Diego insiste, él también quiere montar.
-No puedes hasta que cumplas dieciocho años -contesta el profesional del aire.
La avioneta parece sacada de la película "Casablanca". Tras varias explicaciones, Pati vuela por los aires: sube, baja, gira, cae... Una locura, pero siento que el gusanillo me empieza a picar. A la media hora Pepe toma el relevo. Parte hacia el cielo y escucho como el motor se para y también mi corazón. Tres segundos de caída libre (para mí una hora, que soy muy exagerada), ruge el motor y el avión asciende.
La pareja destila adrenalina y mucha felicidad. Una experiencia magnífica.
Súper Pepe el piloto
Domingo
Abrazo a Diego con fuerza.
-Ay, me da mucha pena que te vayas...
-No seas exagerada, me lo voy a pasar muy bien.
-Ya lo sé, pero te voy a echar mucho de menos...
Lunes
Diego, feliz, sube al autobús junto a sus amigos para ir a Tarifa.
Mis llamadas se suceden y me entero de que han estado en Granada, que comparte habitación con Alejandro, Rubén y Alberto. "Jo, las chicas tienen mucha suerte en sus bungalows hay microondas y televisión", se queja la primera noche.
-Emma, no seas neurótica, conque le llames una vez al día... -comenta Alonso con boca pequeña.
Sí, tal vez tenga razón. El jueves resisto y no le llamo a la hora de la comida para no agobiarle.
A las cinco de la tarde mi móvil suena desesperado.
-Mamá, ¿te has olvidado de mí?, ¿me tenías preocupado?...
No puedo evitar sonreír.
-Perdona.
-Me lo estoy pasando de maravilla. Ayer en la prueba de "talento" hicimos una pirámide. Te he comprado un regalo que te va a encantar. Ah, y esta tarde vamos a ver una ballena...
-Y por la noche, discoteca...
-Sí, y mañana de vuelta a Madrid.
-¿Te apetece volver?
-Sí, os echo de menos.
-Yo más. ¿Quieres que te llame esta noche?
-Ya sabes que si tú no me llamas lo haré yo...
Ay, que me lo como.
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