La visita de Chema y Leticia a la capital es la excusa perfecta para que quedemos todo el grupo de amigos del FEM. Esta vez la ocasión marcó sin disimulo el paso del tiempo: los pequeños invadieron la mesa para degustar las patatas y croquetas y los cuarentones (ay, chicos, que estamos a un paso) aposentamos nuestros años sobre los taburetes, bien cerquita de la barra, para hidratar nuestras arrugas con unas cuantas cervezas. Parece mentira, pero el tiempo pasa.
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