Si gana la liga el Atlético de Madrid soy feliz, si la gana el Madrid, pues también. Lo único que tengo claro es que no me gusta el Barça... Pero ahora las cosas han cambiado. Ya no soy del Atlético, ni del Madrid. ¡Soy del Santa María de la Hispanidad B! El equipo de Diego. Todos los sábados por la mañana, haga frío o calor, allí estamos todos animando al equipo. La verdad es que no sirve de mucho: ¡somos los últimos de la competición! Pero a mí me da igual porque mis gritos se oyen por todo el campo, mis elogios, mis ánimos, mis críticas al contrario... Mamá, sólo se escuchan tus gritos, me dice Diego al oído. Yo soy así, como la madre de la Pantoja o la madre de Bardem, que me deshago por mis niños.
Emma, son malísimos, dice Juan Fran que domina la técnica del balón. Y mi cara se transforma, le fusilo con la mirada y le espeto indignada: de verdad, Alonso, eres insoportable, no valoras el esfuerzo, cada vez juegan mejor, son unos fieras. Alonso me mira con risa contenida y yo, de nuevo, le fusilo con la mirada.
Este sábado han perdido 19-0, pero, como diría Roberto, "han jugado como nunca, han perdido como siempre"
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