La crisis casera me generó un gran estrés. El jueves, mientras Diego estaba en catequesis, aproveché para comprar todos los útiles necesarios para las reparaciones que tenía previstas. Además, descubrí nuevos artículos que llamaron mi atención: por ejemplo, un rotulador para pintar las juntas de los azulejos con punta giratoria… Y caí vilmente en la tentación.
Por la noche, tras colocar a mis fierecillas, ejercí de manitas: encolé el cajón del cuarto de Diego, la bisagra de la puerta de la cocina y empecé a pintar las juntas de los azulejos de la cocina (¡menudo invento el rotulador!). Alonso (¡menos mal que está acostumbrado a mis locuras nocturnas!) decidió callar al verme tirada por el suelo de la cocina a las dos de la mañana.
El viernes, una vez que mis hombres me abandonaron, coloqué la cortina del salón, pegué el tope de la puerta de entrada, conecté la lámpara de la cocina y corrí (bueno, fui en coche) a Leroy Merlin para comprar las tablillas de tarima que separan la cocina del baño, ya no lucían su esplendor primigenio. Después de colocarlas (uf, cuánto sudor), intenté posicionar la puerta de la cocina tras comprobar que el súper pegamento del día anterior se había secado. La puerta está en su lugar de origen, pero no me ha quedado muy bien, así que tendré darle vueltas al arreglo o, como dice Álvaro, llamar a un carpintero (hijo, has sacado los genes de tu padre que no es partidario de practicar el intrusismo profesional, sino de llamar a un especialista. Pero a ver, ¡no estábamos en crisis!).
Por la tarde podé el árbol de la entrada y corrí a recoger a mis hijos al colegio al estilo hippie de los años 70 con el pelo lleno de flores y hojas.
¡Ay, qué cansado es no trabajar!
PD1: La puerta se estampó de nuevo contra el suelo. Atacada, desmonté todo el mecanismo. Por fin descubrí que las bisagras estaban rotas (se rompieron ambas por el mismo lugar y era difícil hallar el fallo, menos mal que mis observaciones estilo CSI dan sus frutos). Mi amigo el ferretero me explicó la inmensa modalidad de bisagras que existen y lo que han evolucionado. Vamos, que la ferretería avanza casi tan rápido como la electrónica.
PD2: Me quiero. Me he gastado tres euros y he arreglado la puñetera puerta de la cocina. Es decir, me he ahorrado un mínimo de noventa euros. Mañana me voy de compras para celebrarlo. ¿He dicho que me quiero?
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