miércoles, julio 29, 2009

Retazos del verano

Me agobia ver lo abandonado que tengo el blog. Cada mañana me planteo escribir y relatar mis aventuras. Misión imposible. El tiempo se esfuma sin darme cuenta y las energías me abandonan a última hora de noche. Tanta vida ociosa me tiene derrengada, agotada de no parar. Intentaré con unas leves pinceladas describir este fantástico mes de julio.

Los fieras, delante y en segunda fila, José y yo intentado que Álvaro no saliera despedido


PARQUE DE ATRACCIONES. Los niños no aguantaban los nervios. "¡Nos vamos ya, nos vamos ya!", me gritaban por el teléfono. "Chicos, tranquilos, en cuanto salga del periódico...". A las 18:30 h. aterrizamos en la entrada del recinto. Ángeles, Gema, José y yo ejercimos de padres ejemplares y corrimos tras los seis niiños que no paraban de subir y bajar de las atracciones. Mi vocación infantil me obligó a sacarme la pulserita para montar en todos los cachivaches. Como un loca me lancé por los Rápidos. Antes de que se me secaran los vaqueros me deslicé por otra atracción de agua. Después, aviones, barco Misisipi, Jungla... y tres veces por la montaña rusa de troncos (de nuevo, los pantalones encharcados)... Como aún tenía fuerzas mis hijos decidieron aniquilarlas y me obligaron a montar (Álvaro tenía que ir con un adulto) a unos columpios que giran a toda velocidad desde una plataforma. Mis pies volaban y el mareo hizo su aparición. Miré el reloj y respiré tranquila. "Bien, es la hora del cierre", suspiré. Pero mi respiro duró dos segundos, los infantes me rogaron que subiera a unos puñeteros avioncitos que daban vueltas y vueltas mientras subían al cielo de Madrid. Salí haciendo eses como una borracha, mareada de tanto giro y rogando para que el reloj rozara las doce de la noche y, ¡oh, qué pena!, cerraran el Parque de Atracciones.
El cansancio nos llevó hasta casa (bueno, más bien el coche de Ángeles).
-Estoy rota, Alonso. ¿Qué has hecho en tu tarde de libertad?
-Me he ido al cine.
-Y qué has visto.
-"Millenium"


... Yo le mato


Volando en la lanzadera infantil (¡menos mal que a mí no me dejaron subir!)


PISCINA. Todos los días los baños se suceden. Salgo de trabajar, me cambio y me tiro de cabeza para refrescarme. Unas partiditas de cartas (¡qué dominio del tute, el cinquillo, el uno...) y más chapuzones.
El domingo todo estaba listo: la bolsa, las cremas, los bañadores... Hasta que..
-Chicos, ¿habéis visto mi cartera?
-No
-Venga, en serio, que no me hace gracia.
-Jo, mamá, que no la hemos visto.
-Pues todos a buscar...
Alonso, en pijama (tenía que ver la carrera de Fórmula 1), me miraba con esa cara que pone cuando a mí me ocurre algo extraño, esa cara que describe sus pensamientos ocultos, sus quejas sobre mis desastres.
-Venga, Alonso, ayúdanos.
Todos rebuscamos por casa, por el coche... La cartera no aparecía.
Como la última vez que la vi fue en el periódico me desplacé hasta allí con gran pereza. Los de seguridad me miraron atónitos (los domingos por la mañana la redacción está cerrada).
-¿Qué le ocurre?- me preguntaron intrigados al verme con mi vestido veraniego y mi bañador.
-He perdido la cartera. No sé si me la dejé ayer sobre mi mesa o si la tiré a la papelera cuando hice limpia de papeles... Y, claro, tengo las tarjetas de crédito...
-Las mujeres de la limpieza pasaron anoche, como la tirara a la papelera... -me comentó una simpática "segurata" al abrirme la desierta redacción.
La cartera no estaba, las papeleras mostraban su vacío... Corrí a casa, relaté mi aventura, llamé al banco y al Corte Inglés y cancelé todas mis tarjetas.
-Mamá, ¿nos vamos a la piscina? -rogaron los niños.
-Sí, total ya no puedo hacer nada...
Y entonces cogí la bolsa de piscina y me quedé ojiplática al comprobar que sobre las toallas descansaba mi cartera.
-Alonso, no te lo vas a creer...
-De ti me creo cualquier cosa, amor .
-... La cartera estaba en la bolsa de piscina, la debí meter cuando puse las cremas
-Eres la leche.
-Ay, y ahora no tengo tarjetas de crédito, ¡qué horror!

Seguiré con las pinceladas....

lunes, julio 20, 2009

Descanso estival

Hay gente que descansa en verano. No es mi caso. La temporada estival en la familia Alonso-Peña es agotadora y la agenda, más apretada que nunca: Álvaro se va a la piscina de Daniel; Daniel viene una tarde a casa; cenamos con los padres de los amigos de Diego en el campo de San Roque (paraíso escondido que permite a los adultos tomarse unas copas mientras los niños juegan al fútbol), Alejandro, el amigo de Diego, se traslada tres días con nosotros a Saldaña; el lunes me voy a la piscina con mi amiga Ángeles y los cuatro retoños; mañana Diego duerme en casa de Alejandro y yo aprovecharé para ir a cenar con mis amigas; el miércoles organizo cenita familiar en el jardín; el jueves por la noche, parque de atracciones; el viernes... Y la semana que viene: Aquópolis, Harry Potter... Ay, que no puedo más...
-Emma, ¿por qué no montas una guardería? -pregunta Alonso al percibir que todos los niños que hay en casa se han dormido a las dos de la mañana.
-No, una guardería no, pero me encantaría tener el tercero.
-Ay, qué masoca eres...
-Venga, corazón

miércoles, julio 15, 2009

Amada tecnología

"Ocultar no es lo mismo que mentir, si no se lo cuento no le miento...", pensaba al rebuscar por el bolso y en las bolsas de la compra. "¿Por qué me tiene que pasar siempre a mí?, mierda", me decía como una loca en el parking del Arturo Soria Plaza mientras el resto de los transeúntes me miraban y se alejaban de mí. Incluso di unas cuantas pataditas al suelo similares a las que dan los niños cuando tienen una pataleta. "Yo esto no lo cuento. ¡Pero cómo puedo ser tan desastre! Si solo he ido a dos tiendas...", refunfuñé al acercarme a la garita de seguridad.
-Hola, verás... A ver... bueno, que he perdido el tiquet del parking, pero te prometo que acabo de llegar... He comprado unos bañadores en Neck Neck, dos litros de coca-cola light en Sánchez Romero... No sé cómo lo he podido perder... ¿Tendré que pagar todo el día de parking?... Ay, no entiendo qué me ha ocurrido... -solté como una ametralladora.
-Tranquila, todo tiene solución, ¿me puedes decir la matrícula de tu coche?
Por suerte mi memoria no me fallo y se la dije rápidamente.
-Toma, con este tiquet podrás salir. Hasta luego -dijo el amable agente de seguridad.
Perpleja subí al coche, arranqué y elogié el moderno sistema de identificación de matrículas del centro comercial que me salvó del desastre. Uff, me parece que se lo contaré a Alonso a la hora de la cena...

martes, julio 14, 2009

Loft rural

El secreto estaba escondido en las alturas. Cajas amontonadas, restos de útiles que ahora son inútiles, elementos que tanto nos sirvieron cuando los niños eran bebés, aparejos... Todo ello ocultaba las posibilidades de aquel amplio lugar. De pronto, mi mente imaginó cómo quedaría ese enorme espacio, decoró, diseñó, soñó... Alonso se unió rápidamente y planteó mil sugerencias. Peligro, la emoción nos había invadido. Dos fines de semana después la vieja y enorme buhardilla, que en tiempos servía de almacén, empezó a tomar cuerpo. Los trastos inservibles desaparecieron, Alonso pintó las paredes de blanco, con maña hice que las vigas lucieran su bella madera... Aún nos queda mucho: dar un tinte a la madera del suelo (Pablo, el primo de Alonso nos explicó cómo hacer la mezcla de manera tradicional para dar un toque rústico), enfoscar una de las paredes, terminar de lijar algunas vigas, pintar la chimenea... Pero poco a poco el paraíso empieza a brotar. Con dos sofás, una mesa y una televisión de plasma hemos creado un fantástico y amplio cuarto de estar para reponer nuestras fuerzas, leer nuestros libros y que los niños jueguen al tute. En breve este loft rural también albergará nuestro dormitorio, el estudio... Una maravilla, una pasión que nos va a entretener gran parte del verano. ¿Alguien se apunta?

P.D. Cuando acabemos publicaré las fotos del antes y después.

lunes, julio 06, 2009

Seducción gastronómica

Ring, ring, sonó el teléfono el viernes antes de irme a Segovia.
-Hola Emma. Soy Pablo, ¿cuándo puedo ir a tu casa para estar con Diego?
-Huy, hoy no puede ser, pero si quieres vente el lunes y te quedas a dormir.
-Vale -contestó con ilusión.
El lunes por la tarde la casa rebosaba de niños: Diego, Álvaro (los míos) y Pablo y su hermano Nacho que tiene la misma edad que Álvaro. Chapotearon en la piscina, vieron sus dibujos favoritos, comieron palomitas y por fin a la una y media de la mañana después de unos cuantos gritos se durmieron.
A las nueve les estaba preparando el desayuno que les había prometido: tortitas con nata. Según daba vuelta y vuelta a cada tortita notaba como el sudor recorría mi frente. Mi mente me trasladó a Estados Unidos y me imaginé como el típico negro de las películas que no para de hacer hamburguesas frente a la ardiente plancha de cocina. Un grito me devolvió a la realidad. "Mamá, ¡¡queremos más tortitas!!", gritó Diego desde el jardín. Cumplí sus órdenes, me senté con ellos y observé como dos tortitas seguían huérfanas sobre el plato.
-¿No vais a comer más? -interrogué perpleja.
-No, ya estamos llenos -contestaron al unísono y corrieron a jugar.
Allí estaba yo y sobre el plato estaban ellas. Demasiada tentación. Sin darme cuenta noté como me empezaban a engatusar, incluso percibí un seductor guiño de ojo. No, tengo que aguantar, me dije con pleno convencimiento. Las tortitas me miraron con pasión y deseo. Me hice la dura, me encendí un cigarro y evité observar la tentación. Pero, ay, cuando noté como lloraban con desconsuelo me dejé seducir. Sí, lo sé, en materia gastronómica soy muy facilona (en otras materias no lo voy a desvelar) y me daban tanta pena las tortitas. Apagué el cigarro, acerqué el plato y... Y vi al pobre bote de nata montada melancólico y abandonado. Me miró con tristeza y... Y cogí el bote de nata, formé una montaña, me zampé las dos tortitas repletas de nata, gocé de la mezcla de sabores y... Y me entró el cargo de conciencia, pensé en la operación biquini, en los vestidos que me acababa de comprar... Decidido, el lunes retomo la dieta... Pero, ¡qué ricas estaban las tortitas, qué sabrosas, que dulzonas!... Puro placer.

Mis inventos


Tener un hijo escayolado en pleno verano activa la imaginación. Por ejemplo, para que se pueda bañar en la piscina he inventado un método genial: envolver el brazo con papel transparente de cocina (ojito, varias vueltas) como si fuera un bocadillo y después protegerlo con la funda que venden en las farmacias (un sacacuartos que no sirve para nada). Gracias a semejante invento Diego buceó en el cumpleaños de su amigo Quique y chapotea como un loco en la piscina de Ayllón.
Emocionada por semejante descubrimiento y analizando mi chaladura constante (esto solo lo puedo decir yo que soy la afectada) decidí llevarle a Saldaña la antigua bicicleta y probar si era capaz de pedalear sin caerse y romperse la escayola. Otro éxito.
Así que el fin de semana de pueblo (cada vez me gusta más esta palabra) ha sido fantástico: los niños desaparecían con sus bicis durante todo el día, la casa poco a poco cogió cuerpo (¡me va a quedar divina!), la tranquilidad nos invadió, nos bañamos en la piscina, dormí como una ceporra y me picaron unos cuantos mosquitos (ay, estoy tan buena que solo me acribillan a mí, qué suerte).

jueves, julio 02, 2009

Sin tiempo

Cayetana y Álvaro asustando a los tiburones

Los niños de vacaciones y la madre desesperada (uséase, yo) sin tiempo para escribir. Ay, si es que no paro. Las noches se alargan en el jardín entre el "Rummy", el "Uno" (juegos de mesa) y nuestras risas. El día que Diego tiene médico aparece el perito del seguro (el de Unión Fenosa debe haberse ido con Curro, el perrito millonario de la primitiva). Hoy, que planeo ir al zoo por la noche con mi hermano "and family", Diego me recuerda que tiene un cumpleaños y empieza el caos: llamo a la madre de Paloma para que se quede con él en caso de que Alonso se retrase un poco, recojo a Álvaro, echo gasolina, compro tabaco a escondidas (¡cómo me martirizan mis hijos!), recorro la Casa de Campo, encuentro el zoo, localizo a la "family", disfruto del paseo entre el oso panda, los leones, los lemures...; cenamos unos sandwichs de Rodilla al estilo dominguero y gozamos del espectáculo nocturno de los delfines con música de Disney de fondo. A las doce y media llego agotada a casa y con el estrés de no haber preparado nada para Segovia, ni maletas, ni las bicis, ni mis nuevas adquisiciones, aunque con unas ganas locas de desconectar del mundo e imbuirme en mis ideas de decoración rural. ¡Cuánto voy a disfrutar!, ¡y los niños allí se lo pasan de maravilla con sus amigos y sus paseos en bici!... Incluso tal vez me dé tiempo a descansar y a zambullirme en el último libro de Larsson. Tocaré madera que con el añito que llevo...

Aquí, la parejita sorprendida al ver lo tarde que era


  • Y cómo no, las fotos de la fiesta del colegio. AQUÍ