Los niños de vacaciones y la madre desesperada (uséase, yo) sin tiempo para escribir. Ay, si es que no paro. Las noches se alargan en el jardín entre el "Rummy", el "Uno" (juegos de mesa) y nuestras risas. El día que Diego tiene médico aparece el perito del seguro (el de Unión Fenosa debe haberse ido con Curro, el perrito millonario de la primitiva). Hoy, que planeo ir al zoo por la noche con mi hermano "and family", Diego me recuerda que tiene un cumpleaños y empieza el caos: llamo a la madre de Paloma para que se quede con él en caso de que Alonso se retrase un poco, recojo a Álvaro, echo gasolina, compro tabaco a escondidas (¡cómo me martirizan mis hijos!), recorro la Casa de Campo, encuentro el zoo, localizo a la "family", disfruto del paseo entre el oso panda, los leones, los lemures...; cenamos unos sandwichs de Rodilla al estilo dominguero y gozamos del espectáculo nocturno de los delfines con música de Disney de fondo. A las doce y media llego agotada a casa y con el estrés de no haber preparado nada para Segovia, ni maletas, ni las bicis, ni mis nuevas adquisiciones, aunque con unas ganas locas de desconectar del mundo e imbuirme en mis ideas de decoración rural. ¡Cuánto voy a disfrutar!, ¡y los niños allí se lo pasan de maravilla con sus amigos y sus paseos en bici!... Incluso tal vez me dé tiempo a descansar y a zambullirme en el último libro de Larsson. Tocaré madera que con el añito que llevo...
Aquí, la parejita sorprendida al ver lo tarde que era
- Y cómo no, las fotos de la fiesta del colegio. AQUÍ
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