El cumpleañero feliz junto a su tarta
Diego con su abuelo y su mamá (en la foto estoy horrorosa, en la realidad, no, je, je)
La parejita haciendo el ganso
Llevo quince días ejerciendo de hortera a tiempo completo y lo llevo fatal. La baja maternal de Ana, cuidadora de los niños y persona que coordina toda mi casa, me ha hundido en una profunda depresión. ¿Quién considera que es divertido quitar el polvo, planchar, pasar el aspirador o limpiar los baños? ¡Una horterada! Rápidamente intenté solucionarlo y comenzó la siguiente tortura: entrevistar a personal para el servicio doméstico. Las innumerables dudas sobre quién me podría interesar me bombardearon. Por fin, me decidí, pero como este año me ha salido torcido resulta que ya estaba trabajando en otra casa. Así que otra vez a entrevistar, a pedir favores a mis amigas (¡¡divino tesoro!! Ángeles, te quiero) y a seguir ejerciendo de hortera.
Agotada y derrengada de tanta horterada percibí que el día 19, cumpleaños de Diego, estaba a la vuelta de la esquina.
-Mamá, este año lo quiero celebrar en el Juan Carlos I, como siempre...
Mi mente me imagino preparando sandwichs como una loca mientras tendía una lavadora y quitaba el polvo de las estanterías.
-Claro, como tú quieras... -contesté a punto de pisarme mis enormes ojeras.
El miércoles entregó las invitaciones, el jueves llovió a cántaros y vi el cielo abierto.
-Diego, lo suspendemos hasta el viernes que viene.
-Jo, mamá
-No sufras, el sábado lo celebramos con la familia...
Alonso apagó el aspirador, me miró atónito y sentenció:
-Emma, en casa no hacemos una fiesta, lo celebramos en un restaurante, que a este paso nos vamos a desmayar.
Ni me quejé, ni rechisté... Asentí con tal fuerza que casi me contracturo el cuello.
El sábado, feliz, Diego celebró su cumpleños en "Matsuri", restaurante asiático, junto a su bisabuela, sus abuelos, Pepe, Pati, y nosotros tres. Álvaro, además, encontró allí a su mejor amigo y presumió de todos sus "Bakugan" (última moda infantil). El vino rosado inundó la mesa; el sushi, los paladares y las risas nos acompañaron hasta que Diego sopló sus 10 velas. Ay, qué mayor
¡Feliz cumpleaños, Diego!
PD. Hoy es mi cumpleaños y a la horterada casera hay que unirle que trabajo. ¡Hortera, que soy una hortera!
Agotada y derrengada de tanta horterada percibí que el día 19, cumpleaños de Diego, estaba a la vuelta de la esquina.
-Mamá, este año lo quiero celebrar en el Juan Carlos I, como siempre...
Mi mente me imagino preparando sandwichs como una loca mientras tendía una lavadora y quitaba el polvo de las estanterías.
-Claro, como tú quieras... -contesté a punto de pisarme mis enormes ojeras.
El miércoles entregó las invitaciones, el jueves llovió a cántaros y vi el cielo abierto.
-Diego, lo suspendemos hasta el viernes que viene.
-Jo, mamá
-No sufras, el sábado lo celebramos con la familia...
Alonso apagó el aspirador, me miró atónito y sentenció:
-Emma, en casa no hacemos una fiesta, lo celebramos en un restaurante, que a este paso nos vamos a desmayar.
Ni me quejé, ni rechisté... Asentí con tal fuerza que casi me contracturo el cuello.
El sábado, feliz, Diego celebró su cumpleños en "Matsuri", restaurante asiático, junto a su bisabuela, sus abuelos, Pepe, Pati, y nosotros tres. Álvaro, además, encontró allí a su mejor amigo y presumió de todos sus "Bakugan" (última moda infantil). El vino rosado inundó la mesa; el sushi, los paladares y las risas nos acompañaron hasta que Diego sopló sus 10 velas. Ay, qué mayor
¡Feliz cumpleaños, Diego!
PD. Hoy es mi cumpleaños y a la horterada casera hay que unirle que trabajo. ¡Hortera, que soy una hortera!
Diego con su abuelo y su mamá (en la foto estoy horrorosa, en la realidad, no, je, je)
La parejita haciendo el ganso
No hay comentarios:
Publicar un comentario