jueves, septiembre 10, 2009

Vuelta al cole

La noche anterior al inicio escolar los nervios volaban por las habitaciones. Las mochilas preparadas, los libros forrados (¡qué pesadilla!), los estuches rebosantes de bolígrafos, lápices, gomas...
-Venga, a dormir, que mañana no va a haber forma de despertaros -supliqué varias veces.
-Ay, mamá, me siento tan nervioso como la noche de reyes... No tengo sueño... Tengo tantas ganas de ver a mis amigos... -sollozó Diego.
-Pero si ayer cenamos con muchos de ellos.
-Ya, pero no he visto a Enrique.
-Anda, duérmete.
-¡Qué nervios!
-¡¡¡Mamá!!! -gritó Álvaro desde su habitación.
-¿Qué ocurre?
-Que yo no quiero ser bilingüe. Cuando haya inglés me voy a ir al patio. Habla con doña Carmen y dile que yo no "hago" bilingüe.
-Eso no puede ser.
-¿Por qué?
-Porque si no vas a clase la directora me obligará a cambiarte de cole.
-Bueno, seré bilingüe... Odio el colegio.
A las ocho de la mañana Diego ya estaba vestido y preparado para salir.
-Álvaro, date prisa, que no quiero llegar tarde.
-Pues yo no quiero ir al cole.
Por primer año Álvaro lucía su pantalón gris, polo blanco y jersey rojo con el escudo del colegio... Más guapo, más mayor.
-Álvaro, este año las chicas de tu clase van a ir con falda, va a ser tu primera experiencia -le explicó Diego muy serio.
Intenté contener la risa.
-¿Y cuál es la experiencia? -preguntó Álvaro intrigado.
-¿Sabes lo que hacía yo con mis amigos?
-No, ¿el qué?
-Nos tumbábamos debajo de las escaleras huecas y cuando bajaban las niñas les veíamos la bragas.
-¡¡¡Diego!!! -grité con media sonrisa-, no le cuentes eso a tu hermano, eso no hay que hacerlo.
"Tú hazme caso", oí que le susurró al pequeño.
En el colegio los abrazos de los amigos sonaban por todo el patio, la emoción y las sonrisas contagiaban a los padres que, felices, suspiramos al sentir de nuevo la tranquilidad y el descanso después de unas largas vacaciones.
¡Viva la rutina!

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