Entre la salsa y la bamba del sábado noche mi mente urdió un maquiavélico plan. Sí, la fuerza de voluntad para hacer un estricto régimen había desaparecido y el abandono del vicio nicotínico me había lanzado sin paracaídas a los placeres gastronómicos... Era el momento de plantarle cara al problema, de demostrar que no podían contra mí, de sacar mi espada contra la injusticia y marcar un "EPT" en la piel de mis enemigos calóricos como la "Z", la marca del Zorro... Sí, la batalla había comenzado... ¡Que se preparen todos los alimentos hipercalóricos!
El domingo, emocionada por mis pensamientos peliculeros, me embutí en mis mallas negras, mis lorcillas se acomodaron bajo mi camiseta de tirantes, mi mochila albergó mi libro y un bote de coca-cola light y mi bici, aterrorizada al ver mis pintas, asumió que era la hora de sufrir.
Pedaleé tras Diego y Stéphan hasta el Juan Pablo I. Mis pulmones respiraban con tranquilidad y a buen ritmo. Feliz, me senté en el parque y leí unas cuantas páginas. "Soy la leche", me dije pletórica por mi hazaña. La vuelta, cuesta arriba y empinada, me hizo sudar y jadear. Entré en casa roja como el salmorejo y con temblor de piernas.
-Alonso, amor, una coca-cola light con mucho hielo... No tengo fuerzas.
-Claro que sí, campeona.
-Menos coñas.
El lunes opté por ir andando al periódico; el martes, tras tres días de ejercicio (¡que bailar también cuenta!), descansé; el miércoles nadé 800 metros en la piscina; el jueves iba a ir al gimnasio pero un sonido extraño alteró todos mis planes.
¡Un roedor había caído en la campana de la cocina! Taladro en mano desmonté los muebles. El ratón no medía más de tres centímetros, pero mis pulmones gritaron como si fuera un diplodocus: ¡¡Diego, cógelo, cuidado que no escape!!! Mis gritos continuaron por la noche, en el partido del Altético de Madrid contra el Liverpool (omito detallar el gol de Forlán, el cuerpo de Forlán... ¡Un placer divino, un placer atlético!).
Y hoy viernes, desatada por la hazaña rojiblanca he nadado 1000 metros (40 largos, una pasada). No tengo fuerzas, ni energías, pero esta noche tengo una cena con mis amigas y no puedo fallar porque algún capricho me tengo que conceder: un vinito, unos yakitoris... Uf, qué ganas...
viernes, abril 30, 2010
miércoles, abril 28, 2010
Después del trajín... ¡Cumpleaños de Pablo!
¡Que empiece la acción!, pienso el sábado al caer de la cama. Ducha rápida, me aliso el pelo, me visto, compro un poco de pescado y con cara simpática (¡hay veces que incluso lo consigo!) suplico al zapatero que me arregle mis zapatos en una hora, que por la noche tengo una fiesta y pienso bailar mucho. ¡Niños, a la piscina!, grito al entrar por la puerta. Mientras nadan largo arriba largo abajo devoro el último libro de Fred Vargas, "Un lugar incierto", y me intento espabilar con una coca-light. A las seis de la tarde vuelvo a casa. Alonso despierta de su siesta después de estar todo el día con su padre.
-¿Qué has hecho hoy? -pregunta somnoliento.
Sonrío, cargo el cargador y disparo mi metralleta.
-Uf, no parar. Después de la piscina he recogido los zapatos, hemos ido al fútbol, nos han vapuleado en el partido, Diego se ha quedado con su amigo Alejandro, me he ido con Álvaro al chalet de su amigo Ignacio en La Cabrera, Maite me ha invitado a una rica lasaña... Y aquí estoy de vuelta.
-Vaya, pues sí que te ha cundido el día. ¿Estaba Álvaro nervioso?
-Sí, emocionado, es la primera vez que se queda en casa de un amigo a dormir. ¿Nos vamos al cine? La fiesta empieza a las nueve...
-¿Seguro que quieres ir al cine?
-La casa es nuestra, no hay niños... ¡Nos quedamos!
A las nueve, muy descansaditos, llegamos a la gran fiesta: el cumpleaños de Pablo, su cincuenta aniversario.
El sitio elegido para la celebración, una gran nave en un polígono industrial, nos tenía muy intrigados. En la entrada un "segurata" nos acompañó hasta el ascensor, introdujo un código y partimos hacia lo desconocido. Al salir, el descubrimiento: una gran discoteca con escenario, pantallas enormes... Pablo estaba feliz rodeado por todos los suyos. Empezaron las sorpresas: un álbum de fotos, un vídeo realizado por sus amigos... Pero la gran sorpresa nos la dio él. Subió al escenario y nos deleitó con un concierto fantástico, emulando a Billy Joel. Las notas volaban por la sala: Piano man, Uptown Girl... Un éxito absoluto. Pura emoción. Y después, cómo no, ¡a bailar!
-¿Qué has hecho hoy? -pregunta somnoliento.
Sonrío, cargo el cargador y disparo mi metralleta.
-Uf, no parar. Después de la piscina he recogido los zapatos, hemos ido al fútbol, nos han vapuleado en el partido, Diego se ha quedado con su amigo Alejandro, me he ido con Álvaro al chalet de su amigo Ignacio en La Cabrera, Maite me ha invitado a una rica lasaña... Y aquí estoy de vuelta.
-Vaya, pues sí que te ha cundido el día. ¿Estaba Álvaro nervioso?
-Sí, emocionado, es la primera vez que se queda en casa de un amigo a dormir. ¿Nos vamos al cine? La fiesta empieza a las nueve...
-¿Seguro que quieres ir al cine?
-La casa es nuestra, no hay niños... ¡Nos quedamos!
A las nueve, muy descansaditos, llegamos a la gran fiesta: el cumpleaños de Pablo, su cincuenta aniversario.
Pablo e Isabel, los grandes amigos de mi madre, siempre han estado. Los recuerdo sentados en el salón de casa, cortando las galeradas de la revista "El geólogo". Después la vida se cruza y entrecruza. ¡Cómo no agradecer las clases privadas de Quark XPress cuando nadie conocía ese programa!, ¡cómo no recordar las torrijas y delicias gastronómicas de Pablo!, ¡cómo olvidar los arreglos informáticos al fundirse los plomos de casa!... Pequeños detalles que plagan la memoria.
El sitio elegido para la celebración, una gran nave en un polígono industrial, nos tenía muy intrigados. En la entrada un "segurata" nos acompañó hasta el ascensor, introdujo un código y partimos hacia lo desconocido. Al salir, el descubrimiento: una gran discoteca con escenario, pantallas enormes... Pablo estaba feliz rodeado por todos los suyos. Empezaron las sorpresas: un álbum de fotos, un vídeo realizado por sus amigos... Pero la gran sorpresa nos la dio él. Subió al escenario y nos deleitó con un concierto fantástico, emulando a Billy Joel. Las notas volaban por la sala: Piano man, Uptown Girl... Un éxito absoluto. Pura emoción. Y después, cómo no, ¡a bailar!
¡¡Muchas felicidades, artista!!
viernes, abril 23, 2010
Campaña estival
La tele escupe anuncios sin parar en el intermedio de una de mis series, de fondo escucho el eslogan de la temporada estival de Mango: "Qué me pongo, by Mango". Al oírlo no puedo evitar customizarlo: "¿Dónde quepo?, by Emma". Depresiva, me coloco mis gafas y realizo una sencilla operación matemática al estilo azafata oronda del "Un, dos, tres": Tres meses sin fumar a dos kilos por mes.... No hace falta que desvele el resultado.
-Mamá, ¿qué te ocurre? -preguntan los niños al ver las comisuras de mis labios a punto de tocar el suelo.
-Voy a volver a fumar.
-¡¡¡¡No!!!
-Es que no puedo seguir así, estoy engordando una barbaridad. A este paso saldré volando como la tía de Harry Potter.
Álvaro me escruta y analiza con la mirada.
-Mamá, tú no estás gorda es que tienes muchas tetas, lo que debes hacer es cortártelas.
-Álvaro, eso no lo puede hacer porque a papá le gustan... -afirma Diego.
-Pues que se las corte y las deje en su mesilla.
-¡¡¡A callar!! -grito entre risas y sintiendo como mi grasilla se reubica por los michelines- Mañana empiezo el régimen.
Lunes, martes, miércoles, jueves... La semana iba perfecta hasta que llegó el viernes.
-Emma, ¿qué quieres para comer?
-Algo dietético, por favor, que estoy a régimen -supliqué a mi abuela sabiendo que mis deseos no se cumplirían.
Acerté. A la comida del viernes también acudieron mi primo Carlos y mi prima María, la futura mamá. Sobre la mesa, el aperitivo: jamón, barquitas de cogollos de lechuga con cangrejo, quesos... Después, comida hipocalórica: crema de espinacas con beicon y pasas; solomillos de cerdo con patatas París y, de postre, una deliciosa crema catalana.
Con mi cuerpo contento por tan ricos manjares me fui a buscar a Diego que volvía de Tarifa. Para celebrarlo y que nos contara todas sus anécdotas cenamos al estilo happy family en el "Rib's".
-¿Compartimos unas fajitas? -preguntó mi Alonso
-¡Venga! Y unas jarras de cerveza que ya que hoy me he saltado el régimen...
El sábado fuimos a ver "Alicia en el País de las Maravillas" (la última que voy al cine en 3D, no soporto ver una película con unas gafas de sol superpuestas sobre las normales... Si es que no puedo ni comer palomitas ni atino con la pajita de mi coca-cola light). Tras abandonar la visión tridimensional, cenamos fuera con los amigos y el domingo, ya que me lo había saltado el día anterior, me concedí unos cuantos caprichos gastronómicos....
Hoy es viernes, ha pasado una semana y no he vuelto a maltratar mi cuerpo con las sustancias verdes (lechuga, acelgas, judías). El sábado tengo una fiesta así que.... ¡¡¡EL LUNES EMPIEZO LA DIETA!!!
¡Qué hartura es intentar ser divina! Ay, que me lo fumo "to".
P. D.: Diego nos bombardeó con regalos tras su viaje a Tarifa. Un sombrero para su padre, un pompero para Álvaro y a mí un precioso collar y un llavero de Tarifa con mi nombre y su significado: "Emma. Significa grande. Carácter enérgico, desea hacerlo todo, ser la mejor, y es capaz. En el amor es protectora y maternal"... A ver si ahora va a ser culpa de mi nombre...
-Mamá, ¿qué te ocurre? -preguntan los niños al ver las comisuras de mis labios a punto de tocar el suelo.
-Voy a volver a fumar.
-¡¡¡¡No!!!
-Es que no puedo seguir así, estoy engordando una barbaridad. A este paso saldré volando como la tía de Harry Potter.
Álvaro me escruta y analiza con la mirada.
-Mamá, tú no estás gorda es que tienes muchas tetas, lo que debes hacer es cortártelas.
-Álvaro, eso no lo puede hacer porque a papá le gustan... -afirma Diego.
-Pues que se las corte y las deje en su mesilla.
-¡¡¡A callar!! -grito entre risas y sintiendo como mi grasilla se reubica por los michelines- Mañana empiezo el régimen.
Lunes, martes, miércoles, jueves... La semana iba perfecta hasta que llegó el viernes.
-Emma, ¿qué quieres para comer?
-Algo dietético, por favor, que estoy a régimen -supliqué a mi abuela sabiendo que mis deseos no se cumplirían.
Acerté. A la comida del viernes también acudieron mi primo Carlos y mi prima María, la futura mamá. Sobre la mesa, el aperitivo: jamón, barquitas de cogollos de lechuga con cangrejo, quesos... Después, comida hipocalórica: crema de espinacas con beicon y pasas; solomillos de cerdo con patatas París y, de postre, una deliciosa crema catalana.
Con mi cuerpo contento por tan ricos manjares me fui a buscar a Diego que volvía de Tarifa. Para celebrarlo y que nos contara todas sus anécdotas cenamos al estilo happy family en el "Rib's".
-¿Compartimos unas fajitas? -preguntó mi Alonso
-¡Venga! Y unas jarras de cerveza que ya que hoy me he saltado el régimen...
El sábado fuimos a ver "Alicia en el País de las Maravillas" (la última que voy al cine en 3D, no soporto ver una película con unas gafas de sol superpuestas sobre las normales... Si es que no puedo ni comer palomitas ni atino con la pajita de mi coca-cola light). Tras abandonar la visión tridimensional, cenamos fuera con los amigos y el domingo, ya que me lo había saltado el día anterior, me concedí unos cuantos caprichos gastronómicos....
Hoy es viernes, ha pasado una semana y no he vuelto a maltratar mi cuerpo con las sustancias verdes (lechuga, acelgas, judías). El sábado tengo una fiesta así que.... ¡¡¡EL LUNES EMPIEZO LA DIETA!!!
¡Qué hartura es intentar ser divina! Ay, que me lo fumo "to".
P. D.: Diego nos bombardeó con regalos tras su viaje a Tarifa. Un sombrero para su padre, un pompero para Álvaro y a mí un precioso collar y un llavero de Tarifa con mi nombre y su significado: "Emma. Significa grande. Carácter enérgico, desea hacerlo todo, ser la mejor, y es capaz. En el amor es protectora y maternal"... A ver si ahora va a ser culpa de mi nombre...
lunes, abril 19, 2010
Mi hipocondria, tu hipocondria
El domingo, después de un agradable paseo con los niños y la parada obligatoria en el parque, Roberto miró a Alonso con afecto y solidaridad.
-Esta semana me he acordado mucho de ti -comentó mi hermano con seriedad.
-¿Y eso? -preguntó Alonso.
-He tenido un fuerte dolor de estómago...
-¿Cómo el que tuve yo el año pasado?
-Sí. Estaba tan preocupado que me fui a urgencias; me hicieron un análisis, una ecografía... Vamos, un chequeo general...
-¿Verdad que es un dolor horroroso?
-Ahora te entiendo, barajé la opción de un cáncer, una disfunción intestinal...
-Yo estaba convencido de que era un tumor maligno. Además, coincidió con el bulto que me salió en el brazo y pensé que había llegado el momento de seguir la luz blanca del final del túnel.
-No me extraña. Esta semana me harán más pruebas... El problema es que en la clínica creen que soy un hipocondríaco.
Virginia y yo mirábamos atónitas el estado médico-depresivo de nuestras parejas.
-Lo malo es ir una vez a la consulta-suspiró Alonso-, empiezan a buscar y a rebuscar y siempre encuentran algo...
-Sí, es como cuando vas al dentista -explicó Virginia-. De pronto descubren mil fallos bucales.
-Ay, yo mañana tengo limpieza de boca -dije a media voz.
-¡¡Dentistas, dentistas!! ¡¡Por favor, que estamos hablando de tumores!! ¡¡Dentistas, dentistas!! -gritó Alonso en pleno ataque hipocondríaco.
-Ahora en la clínica -explicó Roberto- ofrecen el "Bono Platino" para hacerte un súper chequeo... Te lo miran "to". Yo ya me lo he pedido como regalo de los cuarenta.
-¡Qué buena idea! -asintió mi husband.
Virginia y yo planeamos diluir unos lexatines en sus bebidas, pero aguantamos la tentación.
De vuelta a casa, Alonso cogió el móvli y llamó a Roberto.
-Bueno, y no te he contado que cuando fui al oftalmólogo con mi madre me dijo que el glaucoma era muy hereditario...
-¡No me jodas!
-Sí, fíjate qué horror, se podía haber callado porque desde que me lo ha dicho he empezado a ver mal. ¡Pero si siempre he tenido una vista de lince!
-¡Qué putada, cuñado, qué putada!
-Esta semana me he acordado mucho de ti -comentó mi hermano con seriedad.
-¿Y eso? -preguntó Alonso.
-He tenido un fuerte dolor de estómago...
-¿Cómo el que tuve yo el año pasado?
-Sí. Estaba tan preocupado que me fui a urgencias; me hicieron un análisis, una ecografía... Vamos, un chequeo general...
-¿Verdad que es un dolor horroroso?
-Ahora te entiendo, barajé la opción de un cáncer, una disfunción intestinal...
-Yo estaba convencido de que era un tumor maligno. Además, coincidió con el bulto que me salió en el brazo y pensé que había llegado el momento de seguir la luz blanca del final del túnel.
-No me extraña. Esta semana me harán más pruebas... El problema es que en la clínica creen que soy un hipocondríaco.
Virginia y yo mirábamos atónitas el estado médico-depresivo de nuestras parejas.
-Lo malo es ir una vez a la consulta-suspiró Alonso-, empiezan a buscar y a rebuscar y siempre encuentran algo...
-Sí, es como cuando vas al dentista -explicó Virginia-. De pronto descubren mil fallos bucales.
-Ay, yo mañana tengo limpieza de boca -dije a media voz.
-¡¡Dentistas, dentistas!! ¡¡Por favor, que estamos hablando de tumores!! ¡¡Dentistas, dentistas!! -gritó Alonso en pleno ataque hipocondríaco.
-Ahora en la clínica -explicó Roberto- ofrecen el "Bono Platino" para hacerte un súper chequeo... Te lo miran "to". Yo ya me lo he pedido como regalo de los cuarenta.
-¡Qué buena idea! -asintió mi husband.
Virginia y yo planeamos diluir unos lexatines en sus bebidas, pero aguantamos la tentación.
De vuelta a casa, Alonso cogió el móvli y llamó a Roberto.
-Bueno, y no te he contado que cuando fui al oftalmólogo con mi madre me dijo que el glaucoma era muy hereditario...
-¡No me jodas!
-Sí, fíjate qué horror, se podía haber callado porque desde que me lo ha dicho he empezado a ver mal. ¡Pero si siempre he tenido una vista de lince!
-¡Qué putada, cuñado, qué putada!
jueves, abril 15, 2010
Tirolinas, vuelo acrobático y Tarifa
Sin comentarios. Parece que anuncio compresas sin alas, je, je
Ring, ring, suena el teléfono a primera hora del sábado.
Mi cuerpo se acurruca entre las sábanas y decide no levantarse. Mi mente insiste para que me despierte, aproveche el tiempo y escriba algo en el blog. Tiene razón, aún no he contado mi aventura con el AMPA y 80 niños del colegio en el Pinar de Carabaña, cómo las madre-coraje nos tiramos por las tirolinas y en vez de oír aplausos escuchamos las risas desternillantes de los pequeños, cómo nos deleitamos con los manjares que cada una aportamos, cómo Esther me fulminó con la mirada al contemplar mi zarangollo (plato típico de la región de su ex-marido)... Sí, debería levantarme de la cama pero no me apetece...
Futbolín humano
-Emma -susurra Alonso dándome golpecitos en el hombro y perturbando mi sueño-, era tu madre. Tu hermano Pepe va a hacer vuelo acrobático en una avioneta. ¿Quieres ir con los niños a verlo?
-No, tienes que llevarlos a la piscina y yo estoy dormida.
-Pobrecitos, seguro que les encanta...
Ya lo ha conseguido, ya me ha tocado la fibra sensible y el sueño se ha esfumado.
-Vale, vale... ¿Dónde hay qué ir?
Tensión frente al pájaro del aire
A la media hora partimos. Mi madre, Pepe y Pati nos esperaban junto al hangar número 9. Una avioneta giraba desesperada por el aire. Los nervios se mascaban en el ambiente.
-Pati, como le pase algo a Pepe te mato.
-Pero si yo también voy a subir -exclama entre nervios y con su cigarro en la mano.
El piloto intenta quitarle leña al fuego. Diego insiste, él también quiere montar.
-No puedes hasta que cumplas dieciocho años -contesta el profesional del aire.
La avioneta parece sacada de la película "Casablanca". Tras varias explicaciones, Pati vuela por los aires: sube, baja, gira, cae... Una locura, pero siento que el gusanillo me empieza a picar. A la media hora Pepe toma el relevo. Parte hacia el cielo y escucho como el motor se para y también mi corazón. Tres segundos de caída libre (para mí una hora, que soy muy exagerada), ruge el motor y el avión asciende.
La pareja destila adrenalina y mucha felicidad. Una experiencia magnífica.
Súper Pepe el piloto
Domingo
Abrazo a Diego con fuerza.
-Ay, me da mucha pena que te vayas...
-No seas exagerada, me lo voy a pasar muy bien.
-Ya lo sé, pero te voy a echar mucho de menos...
Lunes
Diego, feliz, sube al autobús junto a sus amigos para ir a Tarifa.
Mis llamadas se suceden y me entero de que han estado en Granada, que comparte habitación con Alejandro, Rubén y Alberto. "Jo, las chicas tienen mucha suerte en sus bungalows hay microondas y televisión", se queja la primera noche.
-Emma, no seas neurótica, conque le llames una vez al día... -comenta Alonso con boca pequeña.
Sí, tal vez tenga razón. El jueves resisto y no le llamo a la hora de la comida para no agobiarle.
A las cinco de la tarde mi móvil suena desesperado.
-Mamá, ¿te has olvidado de mí?, ¿me tenías preocupado?...
No puedo evitar sonreír.
-Perdona.
-Me lo estoy pasando de maravilla. Ayer en la prueba de "talento" hicimos una pirámide. Te he comprado un regalo que te va a encantar. Ah, y esta tarde vamos a ver una ballena...
-Y por la noche, discoteca...
-Sí, y mañana de vuelta a Madrid.
-¿Te apetece volver?
-Sí, os echo de menos.
-Yo más. ¿Quieres que te llame esta noche?
-Ya sabes que si tú no me llamas lo haré yo...
Ay, que me lo como.
jueves, abril 01, 2010
Port Aventura, pura aventura
Hace más de quince años, cuando aún vivía en casa de mis padres, recibí una llamada.
-Emma, es para ti -gritó mi madre con cara de no saber quién estaba al otro lado de la línea.
-Síiii- contesté con mi desgana somnolienta de un sábado a las once de la mañana, mi malhumor matutino y maldiciendo a quién osaba despertarme a esas horas.
-Hola... -al escuchar su voz me despejé en un momento y con el temblor de manos (¡desgracia genética!) no pude evitar que el teléfono me golpeara continuamente la oreja- ¿Sabes quién soy?
-Sí- balbucí con dolor y rojez de oreja.
-Te llamo para ver si esta tarde te quieres venir conmigo y unos amigos al Parque de Atracciones.
-Vale...
Y aquella fue la primera cita casta con mi Alonso (más tarde, pasó lo que pasó, pero esa es otra historia). Desde entonces y hasta ahora, además de viajar por medio mundo, nos ha unido nuestra atracción por los parques temáticos: Disneyland París, Terra Mítica, Isla Mágica... Por supuesto, el regalo-sorpresa de Comunión de mi hermano Pepe lo decidimos en un santiamén: cuatro días en Port Aventura.
-¿Qué hacemos esta Semana Santa? -preguntó hace unos días mi Alonso.
-No sé, depende del tiempo...
-¿Y si nos vamos a Port Aventura con los niños? Ahora hay hoteles dentro del parque y creo que están muy bien. Podemos hacer como con Pepe, que vayan sin saber nada...
Sonreí, asentí y dejé todas las gestiones en sus manos.
El domingo, a las cinco de la mañana, partimos rumbo a Tarragona. Los niños hacían sus apuestas: "seguro que vamos a Asturias", "o puede que a Oliete"... Para aumentar su intriga les confundí un poco más: "No, chicos, nos vamos al Caribe".
-Mamá, eso es imposible, para ir al Caribe hay que coger el avión y tardamos más de cinco horas, nos estás engañando...
Según llegamos, los niños se mostraron muy escépticos, sin pistas con las que desvelar el misterio.
-Port Aventura -leyó Diego en un cartel-, ¿qué es Port Aventura?
Alonso y yo cruzamos atónitos nuestras miradas.
-¿Nunca habéis oído hablar de Port Aventura? -preguntamos al unísono.
-No...
El cartel del Hotel Caribe rompió nuestras caras de asombro. Los peques se emocionaron con la súper habitación, con las pulseras de acceso directo al parque, con el neceser que les regalaron... Dejamos las maletas y un pequeño tren nos acercó hasta el parque temático. Allí la felicidad se reflejó en sus sonrisas.
-¡Este sitio es genial! -gritaron mientras corrían por las distintas zonas: Mediterránea, Polinesia, México y el Oeste.
-Papá, ¿subes conmigo a la Furius Baco? -suplicó Diego.
-Venga, aunque mi espalda se va a resentir.
-¡Vamos, date prisa que hay mucha cola!
-Tranquilo, que he contratado el PortAventura Express Premium y no tenemos que hacer cola, accedemos directamente a las atracciones...
Pero la emoción duró un instante: a Diego le faltaba un centímetro para el 1,40 m (medida mínima para acceder a la súper atracción).
-Maldita sea, por un p... centímetro -maldijo Diego.
La pena voló al montar en la Estampida, El Tutuki Splash, Los troncos acuáticos (salimos tan empapados que mi móvil se rompió), El tren de la mina, Los rápidos, El Sea Odyssey 4D... y en los distintos espectáculos: Aves del paraíso, Bubblebue, Bang-bang west, Portaventura live...
Cuatro días de locura, desenfreno, risas, cansancio, emociones... Y por la tarde, en el hotel, mis hombres partían a la piscina y a la sauna mientras yo me daba un relajante baño con hidromasaje, me arreglaba y bajaba a recepción a tomar una copita de cava Anna de Codorniú, cortesía del hotel, y me sumergía en la lectura de "La estrategia del agua", de Lorenzo Silva.
-Alonso, esta vez te has pasado: hotel de lujo, sin hacer cola en las atracciones, cada tarde mi copita de champán y en el desayuno zumo de naranja natural... ¡Qué buen ojo tuve al pillarte!
-No sé, no sé....
PD. El último día Diego me tentó.
-Mamá, intentamos montar en la Furius Baco. Por favor, por favor...
-Venga.
Llegamos a la entrada Express, la responsable de la atracción nos miró, se acercó, abrió la puerta...:
-Por favor, colocaros allí, en breve subiréis a la Furius Baco.
Diego no podía contener su ilusión.
-Mamá, voy a llorar de felicidad... Ni siquiera me ha medido.
-Y yo voy a llorar de pánico.
Nos sentamos en los asientos anatómicos, nos bloquearon con distintos cinturones, mis nervios se agarraron al estómago: preparados, listos.... ¡Bienvenidos a la Furius Baco!
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