viernes, mayo 20, 2011

Mucho vicio




Cada persona es un conjunto de genes que marca la personalidad, inteligencia, estructura física, carácter o sexo de cada uno. Un baúl histórico de características familiares que navega por nosotros. Hay algunos genes que ejercen su función de forma tranquila: determinan, por ejemplo, el color del iris de los ojos, el tamaño de la nariz o la altura. En cambio, hay otros más revoltosos. En mi caso hay un gen vicioso (*) que debo encerrar de vez en cuando y, si le concedo la libertad, controlar bajo una estricta supervisión. A este gen (en la intimidad le llamo Ambrosio) el vicio le vicia y me tienta hasta que me envicia.
El año pasado mi gen despertó de su letargo el día de Nochebuena, cuando escuchó a Belén hablar de Farmville (aquí, el enlace). Me obsesioné tanto que hasta mi granja ilustró el magnífico texto de Miguel Ángel Barroso en ABC (aquí, el enlace).
Una noche de insomnio analicé mi fijación por la granja virtual y decidí atajar drásticamente mi obsesión: me borré del juego y taponé mis oídos para no escuchar a Ambrosio. Pero Ambrosio es muy listo (¡que es un gen mío!, ¡que casi roza la perfección!) y supo tentarme sin disimulo y con cariño hacia las pelotas. En mis sueños aparecían pelotas amarillas que botaban y rebotaban de manera cómica y chistosa. Me imaginaba que Ambrosio estaba detrás de esos sueños perturbadores aunque aún no fuera capaz de entender su significado.
Una tarde, mientras los niños jugaban al fútbol, mis pies me trasladaron hasta una cesta repleta de pelotas amarillas. Levanté la mirada, vi la garita de información de las clases de pádel y me matriculé para el siguiente trimestre. Ambrosio lo había conseguido.
Lo que empezó como un juego bajo la excusa de practicar algo más de ejercicio se convirtió en un vicio que copa todos mis momentos de tiempo libre. Por ejemplo, esta semana:
  • El domingo jugué con mis hombres (¡que yo también sé enviciar a la gente!)
  • El lunes partidito matutino con Yolanda, Nuria y Raquel (mis compis de clase)
  • El martes, recuperamos la clase con Diego, nuestro querido profesor.
  • El miércoles, batalla padeliana con Esther, Ángeles y Asun.
  • El jueves, libre y añoranza de un partido.
  • El viernes, clase y posible partido a última hora.
Menudo vicio, aunque me parece que no voy a castigar a Ambrosio, por una vez ha acertado.  (**)

(*) Omito explicar la procedencia familiar de este gen para no crear tensiones o celos.
(**) Respecto al resto de vicios me acojo a la Quinta Enmienda (¡y eso que soy española!)

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