jueves, marzo 23, 2006

Espionaje octogenario



Siempre que suena el teléfono a altas horas de la madrugada, me da un vuelco el corazón. La otra noche, a la una, sonó el dichoso aparatito. Pegué un brinco y entre taquicardia y taquicardia me acerqué el auricular a la oreja, era mi abuela.
-Abuela, ¿qué ocurre?, ¿qué te ha pasado?
-Nada, no te alarmes.
-Pero como quieres que no me alarme, !es la una de la mañana!
-Huy, perdona, no pensé que fuera tan tarde. Emma, te llamo porque estoy muy preocupada.
-¿Te encuentras mal?
-No, no, estoy bien, pero no puedo dormir. Ya sabes que desde hace un año vive en el piso de al lado un testigo protegido.
-Sí, por eso hay policía en la portería. ¿Y?
-Pues no te lo vas a creer, desde hace unos meses a eso de las doce de la noche se escucha un pitido en casa. Al principio no le di importancia, pero esta tarde he quedado con mis amigas y al relatarles mi historia me han sugerido que tal vez me hayan instalado un micrófono secreto o un detector de movimiento en casa.
-Pero abuela...
-No, escucha. Ha podido ser la policía o los terroristas, no sé. Tampoco te quiero contar todos los detalles. Puede que me hayan intervenido el teléfono y ya sabes que yo no me entero con el móvil.
-Abuela, ¿seguro que no es la tele, algún reloj o algún despertador?
-!Pero tú te crees que soy tonta! Llevo con insomnio más de un mes, he revisado todos los aparatos de casa y no he encontrado nada. Emma, no le digas nada a tu madre, pero estoy desesperada.
-Está bien. Éstate tranquila, mañana me paso por tu casa y si encuentro algo raro llamamos a la policía. Ahora duerme tranquila.
-Siento haberte llamado a estas horas, pero entiende mi preocupación.
-Sí, tú tranquila. Hasta mañana.
Colgué el teléfono.
-¿Quién era?- preguntó Juan Fran con voz somnolienta.
-Mi abuela.
-¿Qué ocurre?
-Nada, que tiene micrófonos ocultos en su casa.
-Anda, no me tomes el pelo. ¿Se encuentra bien?
-En serio- contesté con mi risa nerviosa -está convencida de que le han instalado micrófonos en casa.
Al día siguiente, mi hermano Roberto ejerció de detective. Rastreó toda la casa en busca de las pruebas del delito. Las encontró: un pequeño reloj estaba escondido detrás de la tele. A la doce tenía conectado el despertador.

4 comentarios:

  1. Anónimo8:03 a. m.

    me van a echar del trabajo por tu culpa, yo sí que voy a adelgazar... estas últimas peripecias de ´mi marido, mifamilia....han sido realmente buenas.
    Quién soy.

    ResponderEliminar
  2. Uff, me lo pones difícil. Según los datos que facilitas, puedo hacer un pequeño perfil estilo CSI.
    Edad: De veinticico para arriba (no me pillo los dedos, je,je).
    Sexo: yo diría que mujer, sólo nosotras hablamos de kilos y adelgazar.
    Por lógica me debes conocer.
    Así que he limitado mucho el círculo: te conozco.
    Seguiré pensando.
    Besotes

    ResponderEliminar
  3. qué pena, ¿y no había micrófonos?

    ResponderEliminar
  4. No, solo el tic-tac del reloj... ;)

    ResponderEliminar