viernes, agosto 04, 2006

Fantasmas

Alonso y yo nos tumbamos en la cama agotados. Eran las cuatro de la mañana, acabábamos de volver de la fiesta en casa de Javier y Mariluz y los retazos de alcohol comenzaban a hacer estragos. Aún así, me puse un rato a leer. De pronto, el silencio de la noche fue roto por un grito.
-¡¡¡Hijo de puta!!!
Nuestras miradas se cruzaron. Esa voz la conozco desde que había nacido. ¡Era mi madre!
Corrí a su habitación y me choqué con ella en el pasillo.
-¿Qué ocurre, mamá?
-¡Menudo susto! Casi me muero de un infarto.- constestó con voz entrecortada.
-¿Pero qué ha pasado?
-El gato.
-¿Qué gato?
-Lucas. El puñetero estaba en mi ventana y yo no me había dado cuenta. De repente, cuando estaba medio dormida ha saltado encima mío. Casi me muero. No sabía qué era: un murciélago, un violador, un fantasma...
La risa retumbó por toda Guadarrama.
Alonso se levantó y acogió al gato en su cama.
-¡Menudo veranito nos está dando el gatito!- dijo mi madre entre taquicardia y taquicardia.- Por favor, intentad que no salga de vuestra habitación. Hasta mañana, corazones.

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