Llegué de la piscina cargada con el capazo repleto de toallas, bañadores, los manguitos de Álvaro y el cansancio de los niños. Aparqué y sonreí. En casa de mi vecina Clarita estaban preparando una barbacoa y no pude aguantar la tentación al ver la cantidad de humo que salía.
Entré en casa y me apoderé del teléfono inalámbrico, marqué a toda velocidad y escuché cómo contestaba Clarita.
–Sí, ¿quién es? –preguntó con la intriga habitual de cualquiera cuando suena el teléfono.
–Buenos días –dije simulando mi tono de voz-. Le llamo del servicio de emergencia. Acabamos de recibir una llamada informándonos de que en su domicilio se ha producido un fuego.
–¡No! Lo siento pero creo que se han equivocado, en mi casa no hay ningún fuego –contestó bastante alterada.
–Señora, ¿está segura? Según nos han dicho hay una gran humareda en su residencia. –exclamé conteniendo mi ataque de risa.
–Bueno. Tal vez sea porque estamos haciendo una barbacoa, pero le aseguro que el fuego está controlado.
–Señora, asegúrese, el camión de bomberos está a punto de partir rumbo a su casa –aterroricé a mi querida vecina.
–¡Por Dios! –gritó presa de un ataque de nervios –Le juro que el fuego está controlado. No es necesario que envíe a los bomberos. ¡El fuego está controlado!
–Está bien, señora, abortaremos el plan de emergencia y cancelaremos el envío del camión de bomberos.
–Muchas gracias y les aseguro que el fuego está totalmente controlado –se despidió mi vecina con voz temblorosa.
–Buenas tardes, señora, y disculpe las molestias.
–No, señorita, mil gracias a usted por su interés.
Colgué el teléfono y estallé a carcajadas. Al cabo de unos minutos, crucé a la casa afectada. Abrí la puerta y exclamé.
–¡Clarita, acaba de llamarme el servicio de bomberos preguntándome si había algún fuego en el vecindario. Al asomarme he visto humo en tu jardín y me he asustado. ¿Qué ha ocurrido?
-Emma, no te lo vas a creer –empezó a relatarme Rosa, la cuñada de Clarita. Pero mis risas me delataron.
–Emma, ¡qué mala eres! ¡Menudo susto me has dado! ¡Y encima no te he reconocido la voz!- exclamó Clarita.
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