miércoles, febrero 21, 2007

Y Pedro Navaja puñal en mano...

Al leer el correo de Escuer, el padrino de Álvaro, reí. Sobre todo porque pensé que era un e-mail chistoso, como los cien miel que recorren la red. Pero no, era cierto.

Buenas. He llegado hace un ratito. Ayer entró un drogata en casa y he tenido que ir esta mañana a Valdemoro a un juicio rápido, tan rápido que el menda ha venido conmigo en el tren y me ha amenazado enseñándome una navaja. Me he tenido que refugiar en la cabina del conductor. He tenido que oír de la señora fiscal por videoconferencia -estaba en la Plaza de Castilla- que no había sido un robo con fuerza porque lo sustraído (que se recuperó por la Guardia Civil) era de poca cuantía (un móvil de mi suegra y un radiocasete). Por lo que el pobre toxicómano con 49 detenciones en el último año y 3 en el último mes ha salido del juzgado número 1 de Valdemoro 5 minutos después que yo. ¡Esto es JUSTICIA! En fin, por lo demás, bien.

Y el problema es que no era la primera vez. Antes de verano tuvieron otro incidente. Y Montse, su mujer, se siente como una presa –actualmente está de baja porque tiene que guardar reposo absoluto–. Todo el día recluida en su habitación con el móvil colgado del cuello, las alarmas conectadas y todas las persianas de casa, salvo la de su cuarto, cerradas a cal y canto. “Imagínate, Emma –empezó a explicarme –ahora tengo que bajar a calentar la comida y debo ir a toda velocidad para desconectar la alarma, prepararme la bandeja, conectar de nuevo la alarma y subir otra vez a mi habitación. Y como escuche el más mínimo ruido me encierro en mi baño y llamó desde el móvil a la Guardia Civil”.
En mitad de la noche me he acordado de ellos. Será el “síndrome simpatía” que denomina Escuer y no es para menos. Alonso, cosa rara, está de viaje por Colombia. Y yo sola en el Olimpo al cuidado de mis peques y encerrados en el búnker. Por primera vez he bajado todas las persianas de casa, he cerrado las puertas con llave y, no vaya a ser que corten la línea telefónica, me he colgado el móvil del cuello. Aunque en mi caso estas estrategias sirven de poco porque si algún drogata o ladrón se cuela en casa mientras duermo puede bailar una sardana que seguro que no le oigo.

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