El domingo nos presentamos en la salida de la carrera ciclista a las once de la mañana. Diego se fue rápidamente con sus amigos Alejandro y Jaime Centeno, Alonso mostraba sus piernas musculosas y se hidrataba para no desfallecer en la competición, Álvaro pedaleaba sobre su bici con ruedines y yo, ataviada con un chándal rosa, me preparaba para correr tras Álvaro y socorrerle en caso de cansancio o ayudarle para que no se chocara contra algún árbol (aún no sabe frenar). Agotadita terminé, Álvaro cogió velocidad y recorrió un amplio trayecto. A mitad de la carrera volvimos mi peque y yo al coche y nos fuimos hasta la línea de meta. Todos llegaron eufóricos y emocionados. Además, en el sorteo que realizaron con todos los competidores, nos tocaron unos calcetines horrorosos y una camiseta aún más fea pero que fue ampliamente elogiada por los niños.
Mamá, ¿me puedo ir a comer a casa de Alejandro?, suplicó Diego. No sé, Diego, comenté. Venga, déjale, apostilló la madre de Alejandro, además también se puede venir Álvaro para jugar con Cristina. ¿Pero estás segura de que te quieres llevar a mis hijos terroristas?, pregunté con cara de sorpresa. ¿Por qué dices eso?, me interrogó Ángeles. Ya sabes que eso es lo que opina el padre de David López... Y ambas reímos.
Así que mi amado y yo disfrutamos de una tarde tranquila de domingo: comimos en un restaurante y vimos "Zodiac" en el cine. ¡Qué lujazo!
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