viernes, mayo 04, 2007

Y como lo prometido es deuda...












La avioneta tardó veinte minutos en alcanzar los cuatro mil metros, el ruido era atronador, el pánico poco a poco fue invadiendo a Pepe. De pronto, una voz se escuchó entre el rugir de los motores: "En dos minutos abrimos la puerta". Pasado ese tiempo la portezuela se abrió, el aire revuelto invadió el pequeño interior de la avioneta y los expertos paracaidistas se lanzaron al vacío. Por último, Pepe y su monitor. Los nervios se esfumaron con el viento. Un minuto en caída libre y Pepe se sintió como Dios. Al cabo de sesenta segundos, el monitor abrió el paracaidas, un golpe seco y la calma le permitió disfrutar del paisaje como si fuera un águila negra. ¿Quieres más emoción?, le preguntó el monitor. Pepe asintió y empezaron a girar, a tomar velocidad y la adrenalina se escapó a raudales entre gritos y gestos. Y ahora, Pepe presume delante de todo el mundo porque, como dice él: ¡soy el más valiente!

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