sábado, diciembre 13, 2008

Tipo malo, china histérica y cena



La cena era en Malevos con Blanca y Mayte. Buscaba sitio para aparcar en mitad de la noche fría y oscura por detrás del Templo de Debod cuando el coche de delante paró para permitir que otro aparcara. De pronto, un chico se descolgó por una barandilla y saltó a la acera que estaba a dos metros de altura. ¡Qué raro!, pensé. Una chica china de unos 16 años corría tras él desde la altura gritando y llorando. "¡¡Ay, ay, ay, dámelo!!", chillaba mientras se agarraba histéricamente a los barrotes de la barandilla. Del coche de delante bajaron seis chicos enormes (no sé cómo cabían) y agarraron al tipo que había volado desde las alturas.
-¿Qué le has hecho a la chica? -le interrogaron entre los gritos neuróticos de la china.
Y yo dentro de mi coche alucinada, sin saber de qué estaban hablando hasta que uno de los chavales se acercó.
-No sabemos qué hacer, él dice que no ha hecho nada y a ella no la entendemos -me explicó con tono súper macarra pero con un deje de buen tipo.
-Pues no sé qué decirte -confesé un poco confundida.
Al final arrancaron y se fueron. La china seguía gritando, la gente que paseaba por el parque se acercó hasta ella, el "tipo malo" andaba a paso rápido y noté como la mala leche (herencia genética) empezaba a sublevarme.
Paré en seco, bajé la ventana del copiloto y le grité:
-Oye, tú, ¿qué está pasando?
El "tipo malo" se acercó y metió medio cuerpo por la ventanilla (Emma, me empezó a gritar mi cerebro, eres gilipollas y encima tienes el bolso abierto en el asiento)
-Nada, ella dice que le he robado y es falso.
(Emma, estúpida, a quien va a robar es a ti)
Aturdida y consciente de la gilipollez que estaba haciendo me marqué un farol.
-Pues si no has hecho nada -por detrás continuaban los gritos histéricos de la china- vamos a hablar con la policía que la acabo de ver al final de la calle o espera que la llamo.
Logré que sacara su cuerpo de mi coche (Emma, cada día eres más tonta), subí la ventanilla a toda velocidad y arranqué asustada.
Mientras caminaba hacia Malevos analicé la situación y me enfadé conmigo, con mis reacciones, con el carácter que me domina, por los genes (Roberto también es un as en este tipo de actuaciones)... Ay, tengo que cambiar.
Al entrar vi a Blanca y Maite y el susto se disipó entre una rica ensalada de rúcula, un foie con salsa de violetas, unos snacks orientales, los suculentos postres y el gin-tonic. Me reí, disfruté y olvidé lo sucedido.
Llegué a casa sobre las tres y media. Alonso estaba despierto, le conté mi historia y por poco me mata. "Emma, me atacas de los nervios cuando reaccionas así", bufó. Exagera un poco, ¿verdad?

No hay comentarios:

Publicar un comentario