¿Alguien tiene alguna duda sobre transformadores o necesita localizar una tienda de electrónica? Desde la subida de tensión de Unión Fenosa (los odio) me he convertido en una experta en cuestiones electrónicas, he entablado una curiosa amistad con un cubano que me asesora y facilita todos los aparatos que necesito y gracias a él he podido reparar la Wii, los discos duros, la pantalla del ordenador... Vamos, que me quiero mucho (estado habitual en mí que no sé qué es la modestia). Además, después de lavarme el pelo con agua gélida y congelar la única neurona que tengo activa a primera hora de la mañana, apareció el técnico de Saunier Duval, cambió un fusible y arregló la caldera; el operario de Telefónica me puso en contacto con el mundo exterior (¡tres días sin internet, una pesadilla!); y compramos una nevera (¡aún tengo la vieja en la cocina porque el perito no se ha dignado a venir por casa!). Pese a las reparaciones y nuevas adquisiciones, tanto estrés acabó con mis energías y noté como mi transformador personal se desconectaba.
-Alonso, no tengo fuerzas, estoy más rota que el televisor -gemí al tumbarme en el sofá.
-No exageres, tú nunca te cansas -contestó sin prestarme gran atención.
-Bueno, te dejo a los peques que tengo cena con las mamás de la clase de Diego.
-Ves como no estás tan cansada... Te conozco como si te hubiera parido...
Le miré con mis ojos asesinos y partí a degustar un refrescante vino rosado, unas suculentas tapitas y un atracón de risas. Volví a casa a las dos y media de la mañana. Mi adicción a internet me obligó a curiosear por twitter y me enganché a todas las noticias relativas a la muerte de Michael Jackson y Farrah Fawcett (¡y corría el rumor de que también había fallecido Jeff Goldblum!)... A las cuatro invadí la cama. "¡Menos mal que estabas súper cansada!", suspiró Alonso al sentirme junto a él. Pensé en darle un codazo y tirarle al suelo, pero el cansancio no encontró las fuerzas... Otro día lo haré, seguro.
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