El lunes, hora en el médico para que me fusilara un papiloma.
-Tenía que comentarle... -empecé a decirle mientras me disparaba con la botella de nitrógeno- que en diciembre me desmayé y este viernes estuve a punto de que se repitiera.
-Pero, ¿llegaste a desvanecerte?
-No, fue solo un mareo, un gran mareo.
-Bueno, Emma, a las chicas jóvenes y delgadas es habitual que les den bajadas de tensión.
Miré la consulta, comprobé que no había nadie más, observé mi michelín superior y busqué la cámara oculta.
-Vale, pero ese no mi caso- exclamé perpleja.
-Sí, Emma, tienes un leve sobrepeso pero eres una chica joven y delgada.
En mi interior explotó una bomba nuclear de emoción, subidón, autoestima en alto grado...
-Porque estamos en una consulta, que si no te invitaba a una copa- dije con voz neurótica de felicidad.
Y es que no es lo mismo que el hijo del gilipollas te diga que "te conservas muy mal para tu edad" a que un profesional te piropee con un "eres una chica joven y delgada". No hay comparación.
Así que cuidadito que a mí ya no hay quien me tosa. En breve, a la pasarela Cibeles y sin papiloma.
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