-Mamá, te voy a hacer una pregunta, pero quiero que me contestes en serio -dijo Diego antes de cenar.
-Vale.
-¿Existen los reyes o sois los padres quienes compráis los regalos?
Un silencio tenso invadió la habitación. Álvaro nos miraba perplejo y ambos esperaban mi contestación.
-Los reyes existen -sentencié aterrada de que el pequeño supiera algo.
-Me lo juras.
-Te lo juro -mentí. No tenía otra opción.
-Lo que yo pensaba. Es que Xabi el otro día, en la fiesta de los churros y chocolate del colegio, me dijo que eran los padres... No le creí.
Seguimos con nuestra rutina de cenas, deberes y demás actividades.
Por la noche, mientras repasaba matemáticas con su padre, atacó de nuevo.
-Venga, papá, desvélame tu identidad secreta... -soltó con su tono cinematográfico.
-¿Qué identidad secreta?
-Pues que además ser de mi padre en Navidad te conviertes en rey mago, tu identidad secreta.
Alonso se puso serio, aguantó la risa y le interrogó.
-¿Y tú que piensas, Diego?
-Yo creo que los reyes existen y mis amigos también. Aunque, por ejemplo, Alejandro dice que Dios no existe pero cree en los reyes... Un lío.
Y ahora estoy con la gran duda: se lo digo, no se lo digo... Ay, es que me da tanta pena, se está haciendo tan mayor...
¿Y qué me dices del ratoncito Pérez?
ResponderEliminarAguanta un año más y díselo suavemente mediado 2009, arrancándole el juramento de que no se lo dirá a su hermano. No será peor que cuando tengas que prevenirle sobre las pelanduscas que le rondarán dentro de cinco años.
Lo que nos espera...
Huy, eso de las pelandruscas me aterroriza. Seguro que seré la suegra insoportable, porque, claro, para mis niños no me vale cualquiera. ¡Faltaría!
ResponderEliminarYa verás tú con los maromos que rondarán a las tuyas...