martes, octubre 28, 2008

Retoques

La perfección agota... Y no lo puedo evitar.
Aprovechando que Alonso está en Brasil, he decidido hacer algunas pequeñas modificaciones en la casa. Por ejemplo, poner unas estanterías en la cocina (uf, qué fuerte me ha dado, en lo que va de mes ya he puesto cuatro estanterías).
Luego está el estrés del estor que le puse a Álvaro hace dos años en su cuarto. Me quedó monísimo. Un día Álvaro se agarró a él como si fuera la liana de Tarzán y se descolgó del techo. De nuevo, cogí el taladro y lo coloqué. "Como vuelvas a saltar estilo Chita, te mato", le dije dulcemente. Después, por la fuerza de la gravedad o porque le dio la gana, el monísimo estor se volvió a caer y repetí la operación taladro. El puto estor, por fastidiar, se descolgó de nuevo la semana pasada. ¡Mierda de estor!, grité, ¡a la basura! Y decidí poner unas cortinas para que el cuarto quedara perfecto. Cogí el coche y me fui a Leroy Merlin a por la barra y los apliques, a una tienda de tela para las caídas, la funda nórdica, los cojines y el visillo. Y rogué para que Ana me hiciera todo, porque a mí lo de coser se me da fatal, vamos, que no tengo ni puñetera idea (hecho que me fastidia y evita que llegue a la perfección).
De paso, he decidido pintar el cuarto de invitados, pero aún le sigo dando vueltas porque debería hacer obra y cambiar el armario (¡menos mal que Alonso está en Brasil, porque cuando me entra el síndrome nido se pone cardíaco!).
Entre tanto trajín, Álvaro me suplicó: "mamá, para la fiesta de Haloween quiero un disfraz de momia para ir con los brazos así (y los extendió estilo momia)".
-¿No prefieres ir de fantasma?, hijo.
-No, quiero ir de momia.
Rápidamente me fui al ordenador, navegué en busca del capricho de mi hijo (es lo que tiene la perfección) y me deprimí: no había disfraz de momia. Rápidamente hallé la solución: hacerle el disfraz.
Como soy tan cotorra y no paro de hablar de mis obsesiones (obsesión: disfraz de momia), Ángeles, que trabaja en un hospital, me vio tan desesperada que me trajo un bolsón lleno de vendas. Así que ahora tengo la casa repleta de vendas, de tela de cortina, de visillos, de estanterías, de cinta de pintor, de taladros... El paraíso.

PD. Prometo imágenes de la momia, de la cortina, de la estantería, del cuarto de invitados... No me aguanto ni yo.

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