sábado, octubre 18, 2008

Otro viernes

Álvaro se hizo pis en mi cama la noche del jueves. Mal empezamos, pensé al quitar las sábanas, hoy Ana no viene y ya tengo que poner una lavadora. Recogí toda la casa para que quedara perfecta, me fui a trabajar, a las tres y media rumbo a Mercadona (¿cuándo inventarán el rellenado automático de las neveras y despensas?) y, cómo no, llegué al colegio agotada.
-Emma, hoy me llevo a Álvaro a casa -me dijo Conchi, la madre de Fernando.
-Vale, pero toma el inhalador del asma por si las moscas y recuerda que Álvaro es alérgico a los frutos secos -continué con las leves imperfecciones de mi "ratón".
-Tranquila, que no tengo frutos secos en casa. Además, Fernando me lo había contado.
-Pues si te parece bien iremos a buscarle a las siete y media.
-Perfecto.
-Mamá, mamá, ¿se pueden venir mis amigos a casa? -rogó Diego.
-Vale
-Pues voy a invitar a Alejandro, Óscar, Daniel y luego le diré a Stéphan que se pase.
Según me acercaba al coche con toda mi cuadrilla, los puse firmes.
-Chicos, venís con una condición: tenéis que meter en casa todas las bolsas de Mercadona que hay en el maletero...
-¡De acuerdo! -gritaron emocionados. Y, para mi sorpresa, cumplieron con su palabra.
Bajaron al jardín, coloqué la compra (¿cuándo inventarán una máquina que coloque los productos en su lugar?), llamé a Juan Fran y empezó mi ataque de estrés.
-Alonso, tienes que ir a buscar a Álvaro que está en casa de su amigo Fernando.
-No creo que pueda, las cosas se han liado y saldré tarde.
-No me fatidies...
-Lo siento...
Bufé un rato por la cocina, salí al jardín, oí a los niños jugar dentro de al cabaña y....
-Chicos, subid tenemos que ir a recoger a Álvaro.
-Emma, nos puedes dejar solos -sugirió Alejandro.
-Es verdad, mamá, nos vamos a portar muy bien -aseguró Diego.
-Venga, déjanos solos -apoyaron Daniel y Óscar.
-Olvidaros, no os dejo solos "ni jarta de vino".
Ángeles, la madre de Alejandro, fue mi tabla de salvación. Vino a casa y aproveché para ir a buscar a mi "ratón" que jugaba emocionado a la Wii con Fernando.
Corriendo volví a casa, al entrar encontré sentados en el salón a Paco, padre de Daniel, Marisol, madre de Óscar y Ángeles. ¡Menuda imagen di!
-Lo siento, pero es que se me ha complicado la vida: Alonso no pódía venir, Álvaro estaba en casa de un amigo... Menos mal que Ángeles... Pero esperad que he comprado una pizza gigante para los niños y así os los lleváis cenados...
-Anda, deja de decir tonterías -dijeron al unísono.
Y a las 9 de la noche, después de unos cuantos gritos para que subieran los chicos y se pusieran los zapatos, respiré tranquila.
¡Mierda!, pero si he quedado a las diez para cenar con unas amigas....
Y, sin saber cómo, llegué puntal, reí y relaje mis nervios con la comida asiática del "Café Saigon" y el gin-tonic de Lagoa.

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