miércoles, abril 15, 2009

Birriosa

Los pocos días de vacaciones se han esfumado. El retorno al trabajo traslada el dolor del hombro derecho al izquierdo. Siento como si una jauría de murciélagos desesperados clavara sus uñas en mis músculos para evitar precipitarse al vacío. Me retuerzo en la silla y elevo los brazos con movimientos estrambóticos para ver si recoloco mi cuerpo. Imposible. Desesperada, acudo al médico del periódico. Cada vez me parezco más al jorobado de Notre-Dame. Me siento y le relato mis males. La médico se levanta, palpa mis hombros y confirma el diagnóstico: "estás totalmente contraturada, se te ha acumulado la tensión en la espalda". "Pues es la primera vez que me ocurre, normalmente en situaciones complicadas me da por adelgazar o engordar, pero esto...", intenté justificarme.
Los murciélagos me atacaron con más fuerza por la noche, tanto que no me dejaron dormir. Desesperada y más neurótica de lo habitual, seguí el consejo de mi hermano: llamé al fisioterapeuta. Acudí a la consulta y dejé mi cuerpo en manos de Gregorio que masajeó con fuerza toda la tensión de mis músculos. "Estás fatal -comentó entre refriega y refriega- ¿estás viviendo alguna situación que te tense". Callé un segundo y de pronto oí como mi boca desembuchaba todos mis males. "Pues no sé, actualmente hay un Ere en mi empresa que afecta a muchos de mis amigos, la situación dentro de la redacción es horrorosa, mi suegro está ingresado porque le ha dado un ictus, celebro la comunión de mi hijo en casa y aún no he preparado nada, tengo una boda dentro de una semana y como no adelgace dos kilos no voy a entrar en el traje, no para de llover, mi hijo está fatal con la dermatitis... Sí, creo que estoy viviendo una situación tensa". Gregorio, mudo por mi relato, asintió e intentó remendar lo irreparable.
El martes le cederé de nuevo mi cuerpo. ¿Será capaz de solucionar mis males?

2 comentarios:

  1. Anónimo11:39 a. m.

    ¡Ay de los traidores! Ya pagarán, ya, en esta vida o en la otra (lo que no quiere decir que sea en el más allá, entendámonos). Mucho ánimo, compañera. Lo bueno de esta putada es que está mostrando diamantes en bruto como tú escondidos entre las montañas de trabajo en que nos ha sumergido esta empresa. Vamos a esperar y a ver en qué acaba todo esto; a lo mejor no les sale la jugada tan bien como ellos piensan...

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  2. Muchas gracias por tus ánimos, anónimo compañero. Tal vez tu comentario elimine alguna que otra contractura de mi cuerpo o de mi alma. Besotes

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