viernes, mayo 07, 2010

La erótica del cloro

No podía reconocerlo, pero la reunión que mantuvo en Navidad con el hombre de negro martilleaba su cerebro. Los cambios que percibía en su mujer le estaban desquiciando. Tras muchas dudas, rebuscó en la mesilla el número secreto.
-¿Quién es? -escupió una seca voz al otro lado del auricular.
-La persona que le solicitó el informe 758.
-¿Qué necesita?
-No lo tengo claro. Mi mujer actúa de forma extraña, no sé qué ocurre...
-Detalle un poco más.
-Muchos días no viene a comer a casa, dice que se va a la piscina, que quiere ir sola... Me parece todo muy raro...
-Ya le expliqué mis conclusiones.
-Sí, pero...
-Tranquilo, retomaré mis investigaciones. Le llamaré en unos días.
Alonso sintió una punzada de desconfianza. ¿Qué estaba sucediendo?, ¿qué significaban todos esos cambios: dejar de fumar, hacer ejercicio, retomar todas sus cenas?, ¿quedaría con su amante en la piscina?, ¿irían luego al spa? Entre tantas dudas escuchó la puerta.
-Hola, Alonso.
-Hola. ¿Qué tal en la piscina?
-Muy bien. Me mantengo en los mil metros, pero hoy me ha costado más.
-¿Algo que contar?
-Mmmm... Salvo que al nadar de espaldas he atropellado a otro nadador que iba en mi calle. ¡Menudo susto le he dado!
-¿Le conocías?
-No.
Una semana después el detective citó a Alonso en una cafetería cercana a su trabajo. Alonso caminaba con paso lento y preso del miedo a lo desconocido. Pese a la lluvia y al cielo grisáceo, el hombre de negro mantenía su estética: gafas negras de sol, gabardina hasta los  pies y el cuerpo envuelto por el humo de su cigarro.
Se sentaron en una pequeña mesa alejada de miradas indiscretas. Alonso observó expectante sus movimientos.
-Este asunto me tiene preocupado- soltó el detective mientras expulsaba una bocanada de humo-. Para no levantar sospechas, mi secretaria ha seguido a su mujer a todas horas. Como verá en la ampliación del informe 758, acude a la piscina y no se relaciona con nadie, salvo cuando choca con algún nadador. No sé, es todo muy raro: aparece embutida en su bañador, su pelo lo oculta bajo un gorro rosa, se coloca unas gafas y se lanza a nadar. La identifico por la llave del candado de su taquilla que cuelga de su cuello. El panorama es lo menos libidinoso del mundo. Al cabo de mil metros se zambulle en los distintos tratamientos del spa: un chorro dispara sobre su espalda, un asiento que expulsa burbujas relaja sus piernas... 
-Pero, ¿está seguro de que no se cita allí con su amante?
-Segurísimo, no se relaciona con ningún hombre.
Alonso se despidió, tomó el informe y volvió al trabajo cabizbajo, sin entender casi nada.
-Emma, -interrogó esa noche- ¿por qué has decidido ir a la piscina casi todos los días?
-Para hacer ejercicio, amor, y echarme unas risas. Tenías que ver qué pintas tenemos todas las mujeres con el antiestético bañador de natación, el gorro y las gafas... ¡Y en la ducha descubres que nadie es perfecto! Quien no tiene michelines, tiene celulitis... Pero todas salimos felices por haber hecho ejercicio. Y de los hombres ni te hablo...
-¿Abro un lambrusco para cenar?
-¡¡¡Sí!!! y luego,  helado de tarta de queso, que no he podido aguantar la tentación.
-Pero, ¿no estabas a régimen?
-No, empiezo el lunes.
-¡Mamá, siempre dices que empiezas en lunes!- soltaron los niños entre risas.
-Ya lo sé, pero es que rozar la perfección cuesta mucho: dejar de fumar, ir al gimnasio...
Fuera, en la negra calle, la oscuridad nocturna se rompió un instante: una pequeña llama encendió el cigarro del hombre de negro. Él seguía allí, agazapado, convencido de que algo se le escapaba, que aquella mujer ocultaba algún misterio... Y no pararía hasta descubrirlo.

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