El fin de semana se escapó entre comidas en el Chicago´s con el matrimonio Barroso y sus hijas, visitas a Escuer y Montse, parques, aperitivos en el jardín, otra visita a mis suegros y… Y llegó la noche. Tras la batalla diaria de baños y cenas, imploré a los niños que se fueran a dormir. Le conté a Álvaro una sucesión de cuentos, le arropé, le besé y antes de irme apareció Diego.
–Mamá, vengo a darte el beso para que así luego tú no tengas que ir a mi cuarto… –explicó con cara de niño responsable.
–Ah, muy bien, Diego. Hasta mañana. –le contesté con sonrisa burlona que él aún no identifica.
Esperé cinco minutos, me quité las zapatillas y entré sigilosamente en la habitación de Diego. La oscuridad dominaba la estancia. Diego estaba tapado íntegramente por el edredón, pero una luz resplandecía bajo las sábanas. Sin hacer ruido me acerqué y le arranqué el edredón.
–¡Ahhhhh! –gritó Diego sin saber qué había ocurrido y me miró con cara de susto. – Mamá, casi me matas.
–Diego, ¿qué haces jugando a la Nintendo DS en la cama?
–Mierda, me has pillado.
–Claro, a mí no me engañas.
–Pues va a ser verdad que eres bruja…
–Venga, dame la Nintendo y duérmete.
–Mamá, por favor, déjame que estoy a punto de ganar a Raicuaza.
–Ni Raicuaza, ni Groudon, ni narices, ¡a dormir!
Mientras le daba su beso cogí la Nintendo y me la llevé. Al bajar la escalera le oí sollozar.
–Mamá, ¿dónde está mi Nintendo?
–El próximo viernes lo sabrás.
–Jo, mamá…
PD. Raicuaza, Groudon… son pókemon legendarios que luchan contra Picachu en el juego “Mundo misterioso”. ¡Y tan misterioso!
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