lunes, mayo 11, 2009

Control asfáltico

"¡No puede ser!", grité el viernes al abrir la puerta de casa y comprobar que toda la calle estaba levantada por la obras, repleta de contenedores y grúas que perforaban el asfalto. Intenté sofocar mi taquicardia y corrí a hablar con el jefe de obra.
-Buenos días -le dije con el corazón acelerado.
-Hola -me contestó el operario sumergido en su casco amarillo y con un chaleco fosforito.
-Perdone, ¿hasta cuándo van a estar con la calle levantada?
-Uff, no sé, tenemos que hacer una zanja en el lateral, cambiar unas tuberías y...
-Pero, ¿cuándo creen que terminarán?
-No sé, la semana que viene.
-A ver, es que el sábado celebro en casa la comunión de mi hijo y no me gustaría que la calle estuviese así...
-¿Mañana?
-No, el siguiente sábado.
-Bueno, tranquila, yo creo que terminaremos el jueves o el viernes.
-Eso espero. De todas formas, muchas gracias.
Esta noche las pesadillas han invadido mis sueños y han generado grandes dudas estilísticas: ¿está bien el vestido que me he comprado?, ¿no son demasiado informales los zapatos?... Rápidamente he decidido ir a ver otro modelito (siermpre me ocurre: en cada evento me compro dos vestidos). He salido a la calle, los contenedores seguían delante de mi puerta, la grúa agujereaba el asfalto, pero para mi sorpresa todos los operarios me han saludado con educación, me han deseado un buen día y han parado las máquinas para que pudiera sacar mi coche con facilidad. ¿Pensarán que estoy loca? No, por suerte es gente educada y seguro que finalizan antes del gran evento, además no lloverá y el sol lucirá... ¡Anda que no soy optimista!

Pd. Tengo un vestido nuevo. Ay, mi marido me va a matar.

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