domingo, mayo 17, 2009
Su gran día
El titular está claro: "La Comunión de Diego fue un auténtico éxito". Con la modestia que me caracteriza debo reconocer que salió todo de maravilla. Los invitados disfrutaron, el protagonista más, el tiempo fue fantástico (aguantamos en el jardín hasta las cuatro de la mañana sin ponernos una chaqueta), los niños devoraron la tarta de chuches; los adultos, mis manjares gastronómicos (¡si casi no sobró comida!); las copas nos entonaron a todos; los peques organizaron una "guerra" en la planta baja... Pero vayamos por partes.
El sábado, tras la paliza de los dos días anteriores, llegó con los nervios pellizcando nuestros estómagos. Aún había que emplatar la comida y rematar los detalles del jardín. A las dos finalizamos la misión y nos arreglamos para el gran día de Diego vestido de marinero. En la iglesia nos bombardearon a fotos. Empezó la ceremonia. El cura, un cachondo, nos hizo reír durante toda la homilia. Diego nos miraba emocionado desde el altar. Al terminar, corrió a intercambiar recordatorios con sus amigos y poco a poco los familiares cogieron sus coches.
-Ana, prepárate, en breve llegarán los invitados -dije a la cuidadora de los niños desde el móvil.
Diez, quince, veinte... Al final, 34 personas invadieron la casa y elogiaron lo bonito que había quedado todo. Mi padre actuó como somelier. Ana y yo seguíamos las pautas del menú que (ay, qué lista soy) colgué en la cocina para saber qué platos debíamos ir sacando. Diego, emocionado, abrió todos sus regalos. Después, todos los niños se abalanzaron a la mesa infantil para devorar los aperitivos.
Canapés, brochetas de salmón, salmorejo, tortilla con emulsión de pimientos, rollitos, pulpo a la gallega, jamón ibérico, chorizo, salchichón, guacamole, yakitoris con salsa agridulce...
-¡Emma, la cena ha sido deliciosa! -dijo mi tío Marcos.
-¡Pero si esto sólo es el aperitivo! -exclamé.
Ensalada de piña, merluza a la romana, solomillos de cerdo con salsa de pasas y patatas parís...
-¡Vamos a explotar! -gritó mi cuñado.
Y reí al ver como poco a poco la comida desaparecía de los platos.
Ring, ring, llamaron a la puerta. Por fin llegó la pizza de los niños que devoraron a toda velocidad.
-Y ahora, bajad todos los pequeños al jardín, que voy a darle a Diego su sorpresa -ordené a los infantes.
Descendí con la tarta de chuches (¡tres horas tardé en elaborarla!) y los gritos de emoción y elogios casi me hacen llorar. Diego, feliz, desenvolvió su tarta y me abrazó emocionado.
Los pequeños se atiborraban de chuches y los mayores degustamos el tartare de mascarpone con frutas del bosque y las trufas.
Luego, las copas, las risas, las conversaciones, los niños corriendo por toda la casa, desbartando los juguetes, jugando a la Wii...
-Mamá, ha sido genial -musitó Diego a las cuatro de la mañana.
-Sí, ha sido fantástico -asintieron Alejandro y Pablo, los amigos de Diego que se quedaron a dormir en casa.
Un éxito. Aunque, como suele ocurrir, echamos de menos a dos personas fantásticas: mi suegro, que se recupera muy poquito a poco de su ictus, y mi abuela, que hubiera disfrutado como nadie e incluso nos hubiera cantado un tango.
LAS FOTOS DEL GRAN DÍA (cliquear sobre la imagen para que se amplíe)
PD. Domingo. Estamos todos agotados. "Diego, ¿te gustó tu fiesta?", le preguntó con cara cansada. "Sí, mamá, me encantó, aunque la mejor fiesta eres tú". "Ay, qué cursi, pero ven que te como a besos"
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Cuando nos echen del periódico (y, si me apuras, del periodismo) montamos una empresa de eventos varios. Tú serás la jefa, of course. Y Alonso y yo de curretes.
ResponderEliminarOk, lo apuntaré en la agenda. Ya sabes que a mí me encanta mandar. ¡Prepárate para obedecer mis órdenes! Je, je
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