Mallas negras, camiseta blanca, sudadera rosa, mochila rosa...
-Mamá, ¿qué haces así vestida? -me preguntaron los peques a primera hora de la mañana con la certeza de que iban a llegar tarde al cole (¡no sé cómo lo hago!).
-Hoy voy a hacer deporte, queridos.
-¿No trabajas?
-Sí, pero antes voy a ir al gimnasio.
-Jo, qué suerte.
-Pues no sé, esto de machacar el cuerpo no va conmigo, pero debo ser fiel a mi operación.
-¿Te van a operar?
-¡¡No!!, quiero decir que es una decisión que debo cumplir... (¡como para explicarles la conjunción de la "operación biquini+operación antilorcillas" y que piensen que su madre está aún más loca de lo que imaginan!)
La mochila transportaba mis últimas adquisiciones: bañador negro de nadadora, toalla rosa, gorro rosa, gafas rosas, zapatillas rosas... ¡Antes muerta que sencilla!
Con gran aplomo entré en el nuevo polideportivo. En la Sala 1, un grupo brincaba bajo las órdenes de un monitor. En la 2, unos cuantos chicos pedaleaban sobre unas bicis estáticas súper modernas mientras seguían el ritmo frenético de la música. En la 3, los puñetazos al aire volaban por todo el aula.
"Ay, qué pereza me da "to". ¿Y yo qué hago?", pensé cansada solo de verles.
Me colé en el vestuario, me planté mi modelito y empecé a mover mis músculos en la piscina.
Uno, dos, tres... ¡veinte largos!, ¡500 metros! ¡Menuda paliza!
Salí con la moral por la nubes y decidí acudir siempre a esas horas tan tempranas para ser la número uno. Lo tengo fácil, el resto de mis competidores superaba la media de 65 años...
Aguanté la tentación durante los eternos veinte largos, luego me dejé llevar y la seducción de las aguas me acaparó. En el spa los chorros de la catarata modelaron mi cuello, las burbujas de la tumbona de gresite relajaron mi cuerpo, un chorro con alta presión retiró mis tensiones... Después, visité la sauna finlandesa, pasé por la ducha de microgotitas y, por último, un baño melódico con agua salina donde mis pocas energías se esfumaron.
¡Qué maravilloso es hacer deporte! 20 minutos nadando y 40 en el spa... ¡Qué bien me lo monto!
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