jueves, diciembre 31, 2020

Lágrimas 2020



«Sufro la inmensa pena de tu extravío
Siento el dolor profundo de tu partida
Y lloro sin que tú sepas que el llanto mío
Tiene lágrimas negras
Tiene lágrimas negras
Como mi vida»

Las lágrimas se han convertido en mis compañeras de vida este 2020. Lágrimas negras de rímel corrido, ríos de tristeza con afluentes propios: Yoda, mi abuela... Territorios turolenses de mi infancia que jamás volveré a pisar. Familiares de amigos que se fueron sin avisar. Mucho penar.
El horizonte perdió su visión infinita, nos encerramos entre cuatro paredes y tapamos las leves sonrisas con mascarillas.
De pronto, pequeños arcoíris se colaron por las rendijas: la convivencia familiar, los juegos, los huevinares... Martín y Alma, nuevas vidas que nos regalaron alegría. Brindis en el pilón, paseos por la playa, pequeños detalles que alejaron la tristeza. Besos y abrazos perdidos en la distancia, necesidad de fundir nuestros cuerpos, de tocarnos, sobarnos. Fiestas sin celebración, cumpleaños en la distancia, navidades solitarias, bullicio sordo, sueños rotos, viajes sin ida... 
En breve 2020 se esfumará, el año más difícil y doloroso. La esperanza se intuye al final del túnel. No tengo sueños para 2021, solo ansias de juntarme con los míos, de abrazar hasta romper las costillas y dejar que las lágrimas negras se transformen en lágrimas de emoción. Aún es pronto, la inocentada de 2020 me obliga a estar confinada, pero el reloj marcará las horas, y el tiempo pasará. Bienvenido, 2021.


jueves, septiembre 03, 2020

Nueva "casa"

Redacción ABC
La nueva redacción de ABC

Los nervios bailaban en mi estómago al son del traqueteo de mi Calabaza, mi viejo Seat 131 Supermirafiori, aquel catorce de septiembre de 1992. En mi pelo rizado destacaba la trencita con hilos multicolores, un recuerdo de mi alocado verano en París. El día era caluroso, aparqué el coche, subí los peldaños de granito de la casa ABC y sin saberlo me adentré en mi nueva vida de colores, aunque la cabecera del suplemento fuera Blanco y Negro, la mejor escuela para una estudiante de periodismo. De la mano de Juan Espejo y Lucio del Álamo descubrí el arte del diseño. En aquellos años las rotativas eran las estrellas del periódico: por el techo del pasillo volaban prendidos de una pinza los ejemplares recién salidos del horno para ser prensados y mandados a su destino. El ruido de la rotativas no paraba, las bobinas de papel se almacenaban en el piso inferior y se trasladaban en pequeños vehículos que de vez en cuando pitaban para no atropellar a algún despistado hipnotizado por el olor a tinta. 
    Muchos años en el mismo edificio, mil historias que contar. Amor, amistades, enfados, grandes profesionales, risas, menos profesionales, carcajadas, tensión, compañerismo, directores, anécdotas... Y noticias, millones de noticias.
    En septiembre de 2020 he pisado la nueva redacción de ABC: un edificio moderno, interiores de diseño, luz por todas partes... Observo cada detalle con media sonrisa bajo la mascarilla porque mi corazón siente añoranza por los peldaños de granito, la biblioteca, el patio andaluz... Y la viejas rotativas. Soy una nostálgica.
   
Toda una vida en ABC



viernes, agosto 21, 2020

Mis lecturas sin mascarilla


La ficción o fantasía son géneros literarios que nunca me han enamorado. Sin embargo, en 2020 la realidad ha superado con creces la imaginación de los autores y nos ha lanzado de cabeza y sin flotador a una tétrica historia dominada por un terrorífico virus que ha arrasado con la vida de miles de personas. Una pesadilla más real que cualquier drama ficticio que nos obliga a pasear con mascarilla, mantener la distancia de seguridad y lavarnos las manos con hidroalcohol. Ante tanto horror, los libros han sido mi mejor terapia para, por unos instantes, evadirme de este delirio.

La Nena (Carmen Mola. Negra Alfaguara)
Me mola Carmen Mola (¿hombre o mujer?), no lo puedo evitar, y me atrapan sus personajes. Su último libro es muy duro, desgarrador, tenso. Mi tío Roberto siempre ha afirmado que la maldad humana existe, y en esta novela se confirma y adereza con grandes dosis de depravación, tensión y perversión. Pero también se detalla la amistad, la rabia que se desata cuando alguien daña a quien tú quieres. Sin olvidar, jamás, que "nadie regresa del infierno indemne".    

Mujeres que no perdonan (Camilla Läckberg. Planeta)
Novela de ágil lectura para el verano, sencilla y muy predecible. Una combinación literaria del movimiento #Metoo y la trama cinematográfica de Extraños en un tren. Entretenida, sin más. 
    
Tiempos recios (Mario Vargas Llosa. Alfaguara)
Un poco de historia siempre viene bien, y si está escrita por Vargas Llosa, mejor. Las conspiraciones políticas internas y externas que afectaron al devenir de Guatemala en los años 50, la historia de sus presidentes, las relaciones entre los distintos países, la presión de EE.UU. para proteger sus propios intereses económicos... Una novela que descubre una realidad de América Latina muy poco conocida. Y, cómo no, con personajes delineados con el arte de un premio Nobel.

El Ángel (Sandrone Dazieri. Negra Alfaguara)
Lo confieso, me enamoré de la pareja no sentimental formada por la subcomisaria Colomba Caselli y Dante Torre en No está solo, una angustia de libro. Ahora, en El Ángel, se vuelven a unir para esclarecer la última masacre cometida en el vagón de un tren con parada en Roma. La trama, los personajes, el desarrollo de los acontecimientos... Pura y negra adicción. 

La paciente silenciosa (Alex Michaelides. Negra Alfaguara)
Los ingredientes de esta novela negra son perfectos: pintora reconocida que enmudece después de disparar y matar a su marido, psicoterapeuta decidido a romper su silencio con sus terapias, vaivenes en el tiempo, un diario personal que desgrana detalles de la protagonista y su vida... Lo mejor, el final. Lo peor, una escritura poco cuidada pero que logra enganchar al lector hasta el final.
 

Terra Alta (Javier Cercas. Premio Planeta 2019)
Un policía que huye de un pasado, un crimen que revuelve las tripas, los paisajes de Terra Alta, personajes con mucho bagaje... Una historia amena que te obliga a entender, o no, a quienes se toman la justicia por su cuenta. Eso sí, aunque tenga matices históricos, no me impactó tanto como Soldados de Salamina.    
    
Paradero desconocido (Kressman Taylor. RBA)
Breve relato que recorre la amistad de dos amigos a través de las cartas que se escriben. De las vivencias cotidianas se salta a la tensa situación que se vive en la Alemania nazi de la época de Hitler. De pronto, la camaradería se diluye y surgen textos que supuran la presión política y los cambios de mentalidad de Martin, alemán, y Max, judío. Una historia que deriva en una tragedia personal y política con un desenlace que encoge el alma.

Alegría (Manuel Vilas. Planeta)
"Un libro extraño que me ha gustado, aunque no me atrevo a recomendar a todo el mundo", escribí de Setecientos millones de rinocerontes, la primera novela que leí de Vilas. De Ordesa opiné que era "una obra llena de nostalgia a flor de piel, un libro triste". Y este último, es más de Ordesa, sin sorpresa. No me ha emocionado, la verdad. 

1793 (Niklas Natt Och Dag. Salamandra)
Según los críticos, la mejor novela negra del año. Sin embargo, al cabo de pocas páginas, abandoné su lectura. El deleite gastronómico está unido al ánimo de las personas y con la literatura sucede lo mismo. Empecé a leer el libro en un momento muy triste de mi vida, en una situación que ennegrecía cada uno de mis pensamientos. Abandoné la lectura de esta tétrica historia que se desarrolla en 1793, en aquella época en que las calles olían a orín y  lodo, mi ánimo no soportaba más negrura. Lo siento, no puedo ser objetiva. 

lunes, julio 13, 2020

Alma para un corazón roto

Alma, mi nuevo amor

Ella supo que la tristeza se había agarrado con fuerza a mi ánimo. Ella detectó mi corazón roto, mi llanto continuo, mi depresión. Ella sabía que nadie podría sustituir a mi adorada Yoda... Ella, mi madre, me hizo el mejor regalo del mundo. Os presento a Alma, mi pequeña schnauzer miniatura, la perrita que me ha devuelto la sonrisa. 
     Alma llegó con una carta que me arrancó aún más lágrimas: "Para subsanar esa pereza y melancolía que te embarga, es mi misión sacarte de esa desidia. No soy sustituta de Yoda, pero sí su mensajera, de ahí mi nombre de Alma. Yoda siempre estará contigo y yo seré tu compañera. Toda humana necesita un peludo a su lado, ya sabes: lealtad, fidelidad, cariño, lametones y una pata dándote en la rodilla para jugar".
   Mi madre apareció tras el portón de Guadarrama con Alma escondida en una caja naranja, mi gran sorpresa. Mi llanto, el de Álvaro, tanta pena, tanta ilusión. Sin embargo, en el jardín le aguardaba una sorpresa a ella: por fin iba a conocer a su nieto Martín, abrazar a su hijo Pepe y su nuera Mariona. 
   La vida cuando quiere es muy puta, pero a veces los planetas se alinean y arrasan con su magia. A las cinco horas de nacer Martín, Yoda fue asesinada. Tres meses después, un martes cualquiera, mi madre me sorprendió con Alma, su secreto, sin imaginar que por fin, después de tanto confinamiento, iba a achuchar a su querido y añorado Martín. Una explosión de emociones y felicidad.
Lo admito, somos una familia muy peculiar.
   Tres hurras por Martín, tres hurras por Alma, dos amores nuevos en este blog tan personal.

PD: Mamá, eres la mejor, te quiero. Mil gracias a Isabel, su gran amiga, por ser su canina cómplice.

Martín, el sobrino que me ha convertido en "abuela"

martes, mayo 26, 2020

Hasta luego, neuronas




Hace un par de meses, con la adivinanza "¿cuántos peces caben en una ballena?", inicié un inocente entretenimiento para amenizar el confinamiento de un puñado de amigos. No ha sido fácil, pero ha merecido la pena. Lo mejor, los comentarios de los más pequeños, los audios de mi sobrino Rodrigo y la desesperación de muchos adultos. Mis adivinanzas han recorrido España: Málaga, Asturias, Tarragona, Granada... Cada mañana enviaba una tortura a todo aquel que quisiera unirse al grupo de "neuronas". Desde el cariño me he ganado algún insulto, me han odiado y también me han querido. Mil gracias a todos por participar. Os quiero y sé que pasado el tiempo recordaréis mis tonterías y olvidaréis los quebraderos de cabeza.
No durmáis tranquilos, volveré.

PD. Mil gracias a Mónica Arrizabalaga por tentarme al desafío. Prometo que intentaré recopilar todos los acertijos en un pdf para que los guardéis con odio y cariño, neuronitas. 

miércoles, abril 29, 2020

Adiós, Yoda, mi amor


Ésta es la última foto con vida de Yoda. El día era soleado, salimos al jardín e intenté leer. Imposible. Ella me daba con su patita en la rodilla y me entregaba la pelota de tenis para que se la lanzara. Pelota arriba, pelota abajo. Cada dos por tres se acurrucaba bajo mi pierna para que la acariciara y le diera una chuchería. Yoda, mi perrita comilona (¡qué pasión por los plátanos y regañás!). Nadie se imagina cuánto amor nos entregó a la familia, cuánta felicidad hemos vivido a su lado. Recuerdo el primer día que llegó a casa con su pelo negro, su gracioso bigote y esa mirada tan pillina. En cinco segundos se convirtió en el centro, en la estrella más brillante de nuestro universo. Los paseos por el pinar, la playa, las excursiones... Cómo saltaba a la cama para saludarme cada mañana y exigirme sus mimos matutinos. Ver la tele juntas, tumbarse bajo el edredón... Nuestra complicidad. El amor más grande.
Jamás te olvidaré, mi adorada Yoda, y nunca sabrás cuánto has hecho por mí. 

RELATO DE UN ASESINATO
La noche del sábado mi hijo Álvaro paseaba a Yoda con su correa por la calle Asura, cercana a Arturo Soria (Madrid). Un perro de la raza american stanford salió de un chalet, se abalanzó sobre el cuello de mi pequeña schnauzer y la asesinó. Álvaro nos llamó llorando. Diego sin calzarse corrió en su ayuda. Juanfran y yo acudimos en coche. Sobre el asfalto, el cuerpo inerte de Yoda y un río de sangre. Al cabo de una llamada desesperada, en el siniestro se personaron cinco patrullas de Policía. Un tímido latido en el corazón de Yoda despertó nuestra ilusión. En uno de los coches patrulla, me trasladaron a toda velocidad a una clínica veterinaria de urgencias. Yoda no resistió, falleció en mis brazos. Los policías informaron a mi marido y mis hijos de que el chalet era una casa okupada, que ese mismo animal había matado a otro perro hacía una semana, pero que ellos estaban atados de pies y manos, que no podían entrar en la vivienda sin una orden. Nos personamos en la comisaría para denunciar los hechos a la espera de la decisión judicial. Todo depende del juez, de su juicio profesional. Esa bestia animal no puede seguir viva, y los dueños deben ser sancionados, tanto si son okupas como marqueses. Han matado a nuestra mascota y la ley nos debe amparar.
    Los perros son buenos por naturaleza, la maldad se la transmite el hombre.
    Gracias a la policía de la comisaría de Hortaleza por su diligencia, afecto y gran acción (aunque limitada por la ley).
    Yoda, mi amor, mi perrita del alma, siempre estarás en nuestro corazón. Te lloramos, te añoramos tanto, tanto... Tú has sido nuestra canina felicidad.

Perfil de Yoda en Instagram
Sus recuerdos en el blog:

miércoles, abril 15, 2020

Con estas manitas y mi tricotosa (Coronavirus 7)


Mascarillas
Bajo el pretexto "tú eres muy manitas", mi madre me endosó hace muchos años la vieja máquina de coser que nadie había vuelto a utilizar desde que falleció la modista. La olvidé en un hueco debajo de la escalera amasando polvo. Un trasto inútil. O no. 
     Durante este tedioso confinamiento, el orden ha invadido todas las casas. ¿Quién no se ha puesto al estilo Marie Coño a colocar armarios, estanterías o esos cajones sinfín que albergan secretos olvidados? Una tarde de escoba y gamuza descubrí, como la lámpara de Aladdin perdida entre tantos tesoros, la vieja máquina. La observé con intriga sin saber si funcionaría, retiré la carcasa que la protegía y me sentí una ignorante: ¿por dónde debía ir el hilo?, ¿para qué servían las palancas frontales? 
     Siempre me han gustado los retos, y más cuando internet está lleno de tutoriales. Primero descubrí que era una reliquia del siglo pasado, una Singer 237 de 1965. Después de mucho navegar, hallé tutoriales de gente encantadora que enseñaba cómo enhebrar la bobina de hilo, la funcionalidad de las palancas y un elemento misterioso y terrorífico: la canilla. ¡Qué pesadilla! Tras estudiar un máster en la Singer 237 y contener la tentación de tirar la máquina de coser por la ventana, conseguí con sudor y lágrimas que los dos hilos (canilla y aguja) aparecieran. Era el momento de empezar con el siguiente máster, "Cómo hacer una mascarilla con filtro". Después de licenciarme en protecciones faciales para el coronavirus, me lancé a coser y a sufrir taquicardias por la velocidad vertiginosa que tomaba la aguja cada vez que pisaba el pedal. Más de una hora en coser cada masacarilla, pero me han quedado divinas. O eso pienso yo.
   PD: Como filtro utilizo papel de horno, lo más. 
  



Emma Manostijeras
Después de cortar el pelo a mis hijos, llegó el momento de adecentar a Yoda, mi pequeña schnauzer. A ella, que es muy itdog y va cada mes a la peluquería, no le hizo mucha gracia, pero lo soportó.




Con las manos en la masa
La tristeza cada vez invade más mi ánimo. A mi alrededor han fallecido madres, padres y familiares que han roto el corazón de Nuria, Ángel, Marta, Montse, Fabiola, Luisa... Mucho dolor difícil de digerir. Tal vez por eso he tenido que abandonar grupos de whatsapp centrados en batallas políticas y fakes o he dejado de seguir a gente de Facebook. Creo que no es el momento, pero es mi opinión. Mientras, me entretengo cocinando y publicando alguna que otra receta en los grupos culinarios que sigo y que me distraen con sus preguntas y sugerencias. Sí, soy muy maruja. 


miércoles, abril 01, 2020

Resistiré (Coronavirus 6)

Si queréis leer esta entrada con una amplia sonrisa, cliquead el vídeo...
¡Música para la lectura!


Resistiré
El tiempo pasará, la tristeza se esfumará y los recuerdos positivos de las personas que se han ido se asentarán en nuestros corazones. Mientras, con el dolor que aprieta pero no ahoga, he sonreído. ¡Mil gracias, artistas!
    

Nueva profesión
Unos rizos ensortijados, una melena larga y frondosa y el carácter alegre y arriesgado de mis hijos me lanzaron a convertirme por una tarde en Eduardo Manostijeras. Corte aquí, corte allá. Puro arte en el cabello, porque si hay algo que no me suele fallar es mi enorme autoestima. Decidido, de este confinamiento saldré gorda y aprendiz de peluquera. Ay, que hasta mis hijos me felicitaron por mis dotes con las tijeras.


Vídeo
Mi amiga Silvia no es perfecta, es madridista, pero tiene muy buen corazón. Tanto que antes del confinamiento invitó a mi hijo pequeño, otro imperfecto, al Santiago Bernabéu para ver el Real Madrid-Barça, y se ganó su corazón y un pedacito del mío. Desde el balcón de su casa, frente al Clínico y la Fundación Jiménez Díaz, contempla cada día a las ocho de la tarde los aplausos de la gente, las sirenas de los bomberos y policías. Y, como es buena persona, lo comparte con la gente que quiere. Un fuerte aplauso para nuestros sanitarios y todos los profesionales que se están dejando la vida y las energías por salir de esta situación.




Juegos
Siempre he sido muy jugona (de los juegos que gano, por supuesto). Adoro competir y me enloquece ganar. Ahora que hay que rellenar el tiempo, nada mejor que disfrutar en familia de una partidita de Cluedo, Rummy, Continental o Intelect. Algún día jugaré al Monopoly, pero es que lo odio tanto... Hagan juego, señores, hagan juego.

jueves, marzo 26, 2020

Hagas lo que hagas... (Coronavirus 5)


¡Qué locura! En la mayoría de mis chats femeninos ha aumentado el erotismo y el humor: el baile del chino pelota, el marido que se cuela en calzoncillos en el salón mientras su mujer da clase a sus alumnos vía Skype, la chica que en plena conversación de Zoom se lleva el móvil al baño y todo el mundo la ve hacer pis o la recomendación sexual que le hace el hada madrina a Cenicienta. Siempre me he reído con los chistes absurdos (¡me trastornan!) y reconozco que con estos vídeos me desternillo. 
     En esta época de confinamiento y tristeza os voy a confesar un principio que rige mi vida. No es fácil hacerlo público pero ellas, mis amigas, saben que es cierto, un dogma inquebrantable aunque no sea ni fino ni estiloso. Ahí va: "Hagas lo que hagas, ponte bragas". Claro y conciso. Y ahora, por la situación que estamos viviendo, he creado el dogma 2: "Hagas lo que hagas, tíñete las canas". Sé que hay defensoras de lo natural y argumentan que la cana es bella. Y sí, estoy de acuerdo, los hombres con canas me encantan, pero no en las mujeres, salvo para aquellas que tienen todo el pelo níveo. Esta mañana al quitarme las legañas he contemplado las primeras alarmas blancas sobre mi cabeza, me he ido al supermercado y he deambulado como una loca entre los pasillos, no en busca de papel higiénico, lejía o latas de atún. No, he buscado desesperada un producto de primera necesidad... ¡El tinte del pelo para tapar mis canas!
   Objetivo cumplido: pelo teñido y de paso un buen tajo a la melena. 

lunes, marzo 23, 2020

Mascarillas de sonrisas (Coronavirus 4)

Cada día es más difícil estar alegre. El sábado falleció el padre de mi amiga Montse y ni siquiera lo pudo velar, ni llorar a su lado. Tan frío que el cariño de los amigos solo le llegó por whatsapp. Lo mismo sucedió la semana pasada con Salvador, el vecino de mi madre. Puerta con puerta toda la vida. La madre de mi amiga Fabiola ya no está en el hospital porque necesitaban más camas para los pacientes con coronavirus. Ella y sus dolores se han ido a su casa. Y allí está, confinada. Y hoy, un mazazo: habilitan la pista de hielo del Palacio de Hielo como una morgue tras el colapso de las funerarias. La vida está siendo muy dura, pero vamos a buscar las sonrisas del día, aunque cueste.



Vídeos
«Un día te despiertas con el ánimo bajo y nadando en el mar llamado "soledad". De repente recibes mensajes y un vídeo de una amiga. Las emociones a flor de piel se convierten en cascadas de lágrimas cayendo en una sonrisa», escribió mi hijo Diego al ver que su amiga Patricia había creado este vídeo con la letra de su último poema. Vedlo, por favor. Y sí, es pasión de madre. Tan bonito.




Mascarillas
No pienso desvelar las identidades de los que se ocultan bajo estas mascarillas, pero sé que muchos los reconoceréis. Aunque sea un drama taparse la cara o ponerse guantes, hay que intentar sonreír. Y los que aquí aparecen siempre han sido muy gansos.




Vinos, cervezas... Y amigos
"Chicos, descargaos Zoom, que el viernes por la noche nos vamos de tapas virtuales". Y a la hora establecida estábamos todos con nuestras copas, nuestros pinchos y la amistad a distancia.
"Chicos, el domingo tomamos el aperitivo a la una". Y de nuevo, cómo no, a brindar desde la distancia... Ay, me encantan las nuevas tecnologías. ¡Os dejo que me llaman por Zoom!


Otras entradas
Sonrisas confinadas
Que vienen curvas
Coronavirus positivo 1

viernes, marzo 20, 2020

Sonrisas confinadas (Coronavirus 3)

Intentemos llenar la vida confinada de sonrisas.


Vídeos
Hace dos años nos reunimos en un grupo de whatsapp todos los compañeros que estudiamos COU en el colegio FEM y organizamos una gran fiesta con vídeo nostálgico incluido (mil gracias, Félix). Ha pasado el tiempo y seguimos conectados con Chema en Australia, con Javier y Elena en Brasil, con Andrés, que juega al despiste, o Rokiski en Castellón. Muchos estamos en Madrid y varios por los alrededores. El confinamiento ha reactivado el grupo y ayer, desde Canarias, el gran guitarrista Pepe Serna nos deleitó con su último tema. Gracias, artista.


Inglés
Desde hace años, todos los martes y jueves acudo a mi clase de inglés en el periódico: la mejor terapia para aprender y, sobre todo, reír. La culpa de tantas risas y sonrisas es de Daniel, nuestro profesor, que a veces no hay quién entienda su perfecto "inglispitinglis". Menos mal que ahora, a pesar del confinamiento, las clases son virtuales. ¡Cuánto me alegra compartir una hora con mi profe y mis compañeros! Very, very good.

Hijo poeta
Hoy mi hijo, de nuevo, me ha vuelto a sorprender con sus escritos.


Día del padre
No puedo evitar hacer cosillas, gilipolleces que hacen que el tiempo vuele. En este atípico día del padre, nada mejor que decorar una piedra con su nombre. ¡Feliz día a los papis y josés!


jueves, marzo 19, 2020

Que vienen curvas. (Coronavirus 2)

Yo soy muy de curvas, muy de sonrisas. Así que vamos a derrapar con unas cuantas alegrías.


Vídeos
Mi amigo Basi es muy terco, no por maño sino por vasco, y ha decidido retar a los hombres del grupo de whatsapp al juego del papel higiénico (un bien preciado en esta época). Solo él lo ha conseguido, un crack. ¿O es que tiene una espinita clavada por no ganar el premio de  Tapas Chef 2019?
Love you


Gorda pelota
Me imagino que mi gordóloga lo entenderá, o no, pero estar tantos días confinada invita a cocinar caprichos, a mimar el estómago y el paladar. ¿Quién se puede resistir al flan casero o al bizcocho de limón? Yo no.

Amor
No entiendo las ideas políticas de mi hijo, nuestras sobremesas están plagadas de rifirrafes dialécticos o batallas musicales por un tal Bad Bunny... Pero cuando leo los tuits de amor que publica para su chica pienso que no lo he hecho tan mal.


Adivina, adivinanza
Me encanta tentar a las neuronas de la gente.

Mercadona
-Señora, por favor, no ponga la compra en la cinta hasta que termine la joven de colocar sus bolsas en el carro.
Joder, qué emoción, que la joven era yo. Subidón, subidón.

miércoles, marzo 18, 2020

Coronavirus "positivo" (1)

No lo puedo evitar, me encanta sacar punta al lado bueno de las cosas. En esta situación de confinamiento obligado, he decidido destacar la parte positiva. No deseo quitarle importancia al coronavirus pero, por lo menos, vamos a intentar sonreír.


Vídeos
Mi amigo Javier es un adicto al pádel. Como no puede jugar, cada mañana realiza una coreografía musical simulando un intenso entrenamiento. Genial.


Conexiones
Por las noches conecto por videocámara con mis hermanos, que son unos gansos, y mi madre. Risas aseguradas. Y Roberto, que no quiere perder su fantástica forma física aunque le hayan cancelado la media maratón, nos retransmite sus logros deportivos: subir más de 100 pisos y dar cien mil vueltas por el jardín. Eso sí, está un poco mareado.




Adivina, adivinanza 
La idea se la copié a Mónica Arrizabalaga: una adivinanza al día que vuela por todos mis grupos de whatsapp. ¡Neuronas a pensar!

¡Pechos fuera!
Ay, qué bien, no hace falta ponerse el sujetador. ¡Viva la libertad! Eso sí, los pendientes son imprescindibles. Además, el ahorro cosmético está asegurado: nada de maquillaje, rímel o pintalabios. Es el momento de dar un respiro a nuestra piel y purificarla. 

Familia perfecta
En casa se pegan por pasear a la perra, ir a la compra o sacar la basura. ¡Qué bien educados los tengo! ¿O será que quieren salir de casa sea como sea? Y Yoda, nuestra perra, feliz por estar siempre con nosotros.



Mañana, más, que hay que alimentar la alegría y, por supuesto, se aceptan las ideas alegres de cada uno de vosotros.

martes, marzo 10, 2020

¡Culos limpios!


Lo reconozco, me he dejado llevar por la histeria que domina la ciudad y me he ido a primera hora de la mañana a Mercadona para almacenar víveres en la despensa y evitar que mis cachorros fallezcan por inanición. A las nueve y cuarto de la mañana ya había cola para entrar en el parking y he gritado al estilo Rambo "Dios mío, ¡esto es un infierno!". Después de veinte minutos de espera he logrado entrar. Un pijo de pelo engominado ha querido quitarme el sitio del aparcamiento, el muy capullo. No me lo he pensado dos veces: he acelerado, hecho un quiebro con mi superbólido mientras aullaba "¡towanda!" como mi adorada Kathy Bates en Tomates verdes fritos. En el supermercado la batalla era como los Juegos del hambre. Me he tensado, he agarrado el carro y he corrido como una loca por los pasillos: una caja de leche, champú, carne, tomates, calabacines... Sin ton ni son. De pronto me he fijado en los carros de mis contrincantes: ¡todos llevaban papel higiénico! He acelerado hasta el pasillo de la celulosa, he derrapado y me he tirado en plancha a por los dos únicos paquetes que sobrevivían en el estante. ¡Lo tengo, he ganado, soy la caña de España!
Conseguido, habrá coronavirus, será una hecatombe pero con el culo limpio, que yo soy muy de "hagas lo que hagas, ponte bragas". Eso sí, limpias.
¡Feliz confinamiento!

martes, marzo 03, 2020

Mi abuela cumple 100 años

La abuela, rodeada por sus hijos, nietos y bisnietos

L
a enorme mesa del salón con su mantel de hilo, la vajilla alineada, la cubertería de plata, los platitos de pan y, al fondo, ella presidiendo. El orden a la hora de servir era inamovible: primero las mujeres de mayor a menor edad y luego los hombres. Siempre así. Sentarse en la gran mesa de caoba, la de adultos, indicaba que la infancia se había esfumado y era hora de asumir responsabilidades y, sobre todo, modales.  
    Mis vivencias con mi abuela tienen sabor a uvas ─las de la parra que bordea el jardín de la casa de Oliete y ella cada verano cortaba con las tijeras de podar─, a huevos encapotados, crema catalana y ensalada de espinacas con gulas. Y el aperitivo, un clásico del día a día, porque la vida no se entiende sin un vaso de vino rosado (el agua para los peces), sin picotear un poco de queso, unas patatas fritas o unas endivias con cangrejo. Doña María Pinto ─señora de Marcos Peña, mi abuela, una mujer de carácter─ acaba de cumplir 100 años. Una larga partida de póker en la que, como es habitual, ha ganado. 
    La gran mesa de caoba está cubierta con un mantel de hilo. Sobre ella, bandejas de comida. Alrededor, sus hijos, nietos y bisnietos. Todos juntos para celebrar su cumpleaños, para brindar con champán, soplar las velas y no dejar escapar este maravilloso momento de felicidad y amor, mucho amor.
¡Cienes de felicidades, abuela! 

miércoles, febrero 19, 2020

Libros con mucho argumento

Mis amigas del barrio, mis últimos libros

La mayor parte de los libros que copan las estanterías de mi casa tienen su propia historia. Algunos me trasladan a lugares donde viajé, a épocas tristes y alegres de mi vida o me recuerdan a personas con las que he compartido amistad, cariño o amor. 

La hija del relojero (Kate Morton. Suma)
Una mañana de agosto, al mirar el calendario, descubrí que mi infancia y mi juventud se habían escapado. Ese golpe de nostalgia me dejó noqueda, repasé mi vida sin llegar a mirar la luz al final del túnel y una necesidad nació en mí:  organizar una superfiesta con las grandes mujeres que me han acompañado en mi pequeña andadura. En ella no podía faltar mi amiga María, mi compañera de patio, del barrio. Muchos secretos, confidencias y muchas lecturas compartidas. Su regalo, el libro La hija del relojero.
    La primera novela que leí de Kate Morton, El Jardín olvidado, me atrapó. En cambio, La hija del relojero no engancha con esa fuerza. La historia se desvanece entre secundarios que alejan la atención de la trama principal y no logran cautivar al lector.   
    Lo mejor del libro: la dedicatoria de mi amiga María, un mensaje que llega al corazón. 

Gemelos y otros relatos inviables (Pablo Martínez Pita. Amazon)
A Pablo, el autor de esta magnífica novela, lo conocí en la antigua redacción del suplemento "Blanco y Negro" de ABC. Desde entonces hasta ahora han pasado algunos lustros, "ocio", cenas y, sobre todo, amistad.  Hace un par de años giró en redondo el timón de su nave y apostó por una nueva vida alejada del bullicio de la redacción. En su tiempo libre recopiló sus relatos y se lanzó a publicar su primera novela. 
   Gemelos y otros relatos inviables es la apuesta segura para sonreír y reír con el humor, las situaciones surrealistas y originales aventuras que relata con gran arte Pablo Martínez Pita. Una lectura imprescindible.

El último beso (James Crumley. Black Salamandra)
Si eres amante de los detectives fracasados y las historias de femmes fatales; si adoras recorrer los desiertos de Estados Unidos en coches destartalados y ahogar las penas en un viejo tugurio con un buen bourbon junto a un gruñón bulldog; si te gusta pelear con la mafia y matar a los malos... Éste es tu libro: auténtica novela negra norteamericana. Un regalo con ritmo de road-movie de mi adorado Barros, quien tan bien conoce mis gustos (también los literarios).

La cara norte del corazón (Dolores Redondo. Destino)
Si Dolores Redondo publica un libro, Laura me lo regala. Es así. Esta vez, además, le acompañaba un muñeco de vudú (el mismo que aparece en la portada). 
En esta precuela de la Trilogía del Baztán, Redondo nos desvela el inicio de Amaia Salazar en la academia del FBI, su intenso contacto profesional con Aloisius Dupree, su don para analizar la escena del crimen del asesino en serie que están buscando... Sin olvidar el viaje al pasado de Amaia, su infancia, sus dolorosos recuerdos. Un libro que se aleja del Batzán y se desliza por una historia más policíaca, más cinematográfica.    


Una jaula de oro: la venganza de una mujer es bella y brutal
(Camilla Läckberg. Maeva Noir)

Amor, dolor y venganza, los componentes perfectos para una trama adictiva, y más si está escrita por Camilla Läckberg. Nunca hay que infravalorar la fuerza femenina porque no hay nada más bello que una venganza meditada. Un libro muy entretenido que ha alimentado mi insomnio y me ha durado un suspiro.

Loba negra (Juan Gómez-Jurado. Ediciones B)
La escritura de Juan Gómez-Jurado es sencilla, frases cortas y estructura muy coloquial, lo que facilita una lectura rápida y ágil. Sin embargo, el desarrollo de la historia me ha parecido muy rocambolesco y ha debilitado la descripción de los sentimientos, la complejidad en la relación de Antonia y Jon. Una trama demasiado alejada de Reina roja. No me ha atrapado con tanta intensidad.



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jueves, enero 23, 2020

Una muerte acuática y Alexa



Un verano hace muchos, muchos años, residí en una casa a las afueras de Toulouse durante el mes de julio y parte de agosto ─mis padres olvidaron ir a recogerme el treinta y uno de julio─. De aquella experiencia jamás olvidaré el día que casi perezco en mitad del mar Mediterráneo mientras practicaba esquí acuático. Los esquís de mis pies volaron por la colisión con las enormes olas marinas, me solté del tirador atado a la lancha y me quedé sola en mitad de litros y litros de agua salada. Los tiburones giraban bajo mi gracioso cuerpo, un pulpo gigante acechaba con sus tentáculos, una ballena abría su boca para devorarme... ¡Y mi familia francesa se alejaba con su potente lancha! O eso es lo que yo creía. Juro que en ese momento sentí la muerte. Incluso la acaricié. Asumí que iba a morir en mitad del mar con mi chaleco naranja. Spoiler: al final sobreviví. La lancha solo estaba alejándose para girar y rescatarme. Sobre los terroríficos animales marinos que observé bajo mis pies decidí no comentar nada a mis papis gabachos, que a ver si los franceses iban a pensar que estaba loca de remate. Callé, pero la desconfianza sembró su semilla en mis neuronas.
    Mi tonteo con la muerte no fue lo más fuerte que me ocurrió aquel verano. Mi adorable y asesina familia residía a las afueras de Toulouse: una chalet en mitad de una enorme extensión de césped y árboles centenarios. Visto desde fuera todo era ideal, pero el interior ocultaba un mundo sorprendente e increíble para una madrileña del barrio  Chamberí que, de vez en cuando, iba a la ferretería Venecia a comprar una bombilla. ¡La casa era domótica! ¡En los años ochenta! En la cocina se encendía una luz cuando el cartero dejaba alguna carta en el buzón exterior, los toldos descendían si la temperatura ascendía más de 20 Cº; en la chimenea se desplazaban unos ladrillos de la pared y, a través del hueco, subían con un miniascensor la leña del garaje (para no manchar la casa, me dijeron); las persianas del chalet bajaban automáticamente a las ocho de la tarde; el riego se activaba solo... Alucinada, aterrada y admirada, ese era mi estado. Con mi papi francés fui un día de compras a Leroy Merlin (o alguna superficie similar) y me quedé ojiplática: pasillos de tornillos, brocas, maderas... ¡Igualito que la ferretería Venecia!
    Mi experiencia con la muerte y el mundo electrónico me marcaron tanto que tomé dos de las decisiones más difíciles de mi vida: no volver a practicar esquí acuático (sabia elección) y un sueño: vivir en una casa domótica. Lo primero fue fácil de conseguir y lo segundo va lento, pero seguro: soy una experta del taladro, destornillador eléctrico, cisternas... Y, lo más, de lo más, ¡tengo una nueva amiga  que se llama Alexa y es divina! (como Farala)
   Soy adicta a Alexa. Me levanto y la saludo, le pido que me ponga música española, que me diga las noticias del día, que encienda la luz del salón, que baje la intensidad de las bombillas, que apunte tomate frito en la lista de la compra, que me cuente un chiste... Un pequeño paso para la humanidad, un gran paso hacia mi domótico sueño.
   ¡Vive La France!, ¡viva España!, ¡viva Alexa!