martes, febrero 20, 2024

Un libro, un recuerdo

«¿Me puedo comprar un libro?», me pregunta mi hijo vía Whatsapp convencido de que mi respuesta será afirmativa, que ni un pero saldrá de mi boca. Incluso imagina la sonrisa al estilo Gioconda que se asomará por mi cara al leer su pregunta porque sabe que si tú me dices libro, lo pago todo. Y no duda de que le robaré la novela en cuanto llegue a casa y seré la primera en leerla, que a velocidad lectora no me gana. Sin embargo, es incapaz de intuir el salto al pasado que me provoca el título: 'Mirafiori'. Mi primer coche, mi Seat 131 naranja, mi "calabaza".

    Todo se cumplió: pagó con mi tarjeta el libro, se lo robé y lo leí en un suspiro. Me sumergí en la historia de amor de una jovencísima pareja, su evolución, su deterioro, en los fantasmas que les acompañan por la vida, la mágica humedad gallega... Y ese final con el que Jabois te encoge el corazón, ese epílogo que es una pura declaración de amor.

    Ahora, aquí estoy, mirando la pantalla del móvil, a la espera de que mi hijo Diego me vuelva a preguntar: «mamá, ¿me puedo comprar un libro?»

miércoles, febrero 14, 2024

Pedradas de amor o desamor



Dicen que un diamante es para siempre, que no lo pongo en duda, pero en mi caso poseer uno de ellos sería un auténtico estrés. Solo imaginarme la escena me genera taquicardias: dos de la mañana -después de una cena con más de un vino e incluso algún que otro gin tonic-, retiro la cadena con el valioso colgante de mi cuello y contemplo como, oh, Dios mío, por qué soy tan patosa, el diamante rueda por el lavabo, se cuela por el desagüe y desaparece por la tubería hasta llegar a la sucia alcantarilla y, al cabo de unos días, lucir en el cuello de alguna rata de cloaca. Así que por mi salud mental siempre lo he dejado muy claro: no quiero diamantes. Eso sí, la bisutería me enloquece: pendientes, collares, pulseras... Que sí, que soy muy gitana. Tal vez sea por la influencia de mis rizos negros. Un pelo tan rizado que ni siquiera habría llamado la atención de Julio Romero de Torres, que pintó a la mujer morena. 
    Aunque no tenga diamantes, tengo muchas pedradas. Pedradas de las de verdad, porque si hay algo que me enloquece son las piedras. Cuando paseo por la playa o junto a la ribera del río no busco caracolas o conchas. No, mi fijación son las piedras. Observo cada guijarro, pedrusco o roca hasta que siento la llamada del amor (a veces me encanta ser una cursi). En casa, con mis pinturas y rotuladores indelebles, descifro su secreto oculto: un fondo marino, unos corazones rebosantes de 'love', mi nombre o, más bien, el nombre de mis amigos porque no regalaré diamantes, pero sí muchas piedras, que para mí tienen más valor.
¡Felices pedradas!  

miércoles, febrero 07, 2024

Zorra, más que zorra



Recuerdo de pequeña, sentada en el cuarto de estar de mi abuela, disfrutar junto a ella y su rica tortilla de jamón serrano y la sopa de cocido de Eurovisión. En aquellos años, el concurso era un fenómeno que reunía frente a la pantalla a casi todos los telespectadores de España y parte de Europa. Tampoco había capacidad de elección entonces, solo dos canales. La emoción se desataba al escuchar que Portugal nos otorgaba 'twelve points' y el marcador del representante español ascendía en la tabla a velocidad vertiginosa. Tal vez, abandoné la tradición en 1983 ante el hundimiento del Titanic ibérico, de la barca de Remedios Amaya. Ni un 'point', auténtica desilusión. 
    Tras el pitorreo de Chiquiliquatre, este año nos va a representar 'Nebulossa' con su canción 'Zorra': música pegadiza y letra escandalosa para muchos colectivos. Tantos, que no hay medio de comunicación que no haya opinado sobre el tema. Zorra por aquí, zorra por allá. 
    Los de mi generación bailábamos sobre la tumba al son de Siniestro Total; matábamos a punta de navaja, besándola una vez más con Loquillo; dábamos palizas por haber escrito nuestro nombre dentro de un corazón de tiza con Radio Futura... Por no hablar de las violaciones en el ascensor, de Un pingüino en mi ascensor. En fin, que el tiempo ha pasado y ahora esas letras serían impensables. Pero vayamos al meollo de la cuestión, la letra de 'Zorra', el tema que está en boca de todos.

Si salgo sola, soy la zorra
Si me divierto, la más zorra
Si alargo y se me hace de día
Soy más zorra todavía
Cuando consigo lo que quiero (zorra, zorra)
Jamás es porque lo merezco (zorra, zorra)
Y aunque me esté comiendo el mundo
No se valora ni un segundo

    Dios, qué fuerte, sin saberlo soy una zorra. Sí, porque salgo sola, me divierto, consigo lo que quiero... Pero, en mi caso, la gente que me rodea sí que me valora y realmente esta letra me parece sacada del siglo pasado. Hoy en día las mujeres no nos sentimos como unas zorras por ser independientes y, solo faltaba, a los hombres de nuestro alrededor, por lo menos de mi entorno, jamás se les ocurriría tildarme de zorra por irme de viaje o a cenar con mis amigas, por contonear mi cuerpo al ritmo de la música o desatar mis rizos en un ataque de risa. Y si alguna se siente así por ser ella misma, le recomendaría cambiar de pareja, amistades y, si puede, de familia. Lo importante es quererse, no hacer daño y disfrutar de la vida, que solo hay una y es muy corta. 

Eso sí, me encantaría que todos los países participantes gritaran 'twelve points goes to... Spain' y que 'Nebulossa' ganara porque siempre he sido muy competitiva, que no zorra, aunque la letra tenga tufillo de machismo retrógrado. 

     

domingo, enero 14, 2024

Cuento de Navidad

La noche de Carrie


Dos de la mañana. El hombre entró por la puerta de su casa, se despojó del abrigo aunque el frío aún estaba adherido a sus huesos, observó las risas de su mujer y sus hijos, acarició a la perra tan somnolienta como él y subió a la habitación para dormir unas pocas horas. Más que otra Nochebuena había sido una Nocheamarga. En su mente se repetía la gran pregunta de todos los años: ¿cómo has pasado la Navidad, bien o en familia? En su caso, había sido en familia, y las fiestas solo acababan de empezar. En el salón, estrellitas plateadas sobre el blanco mantel de hilo, la vajilla colocada, unas bolas navideñas personalizadas con el nombre de cada comensal, los platitos de pan y las copas de cristal, las buenas, las que solo se sacan para ocasiones especiales, anunciaban el siguiente evento: la comida de Navidad. 
Hasta mañana se despidió de su familia, que no paraba de hablar y reír, estoy agotado. 
    Al meterse en la cama se dejó arropar por el mullido edredón, cerró los ojos y no permitió que los últimos sucesos alteraran su frágil sueño. "Venga, solo faltan dos días para la escapada a Cáceres. Venga, que tú puedes", se susurraba como si fuera una nana que adormece a un bebé. El cóctel explosivo de emociones, cansancio y tensiones lo sumió en un plácido sueño.

Tres y media de la mañana. Un haz de luz se cuela por la rendija de la puerta y se dirige a la cara del hombre dormido. Molesto, entreabre los ojos. Su brazo se desplaza hacia el otro extremo de la cama. "¿Cómo es posible que su mujer aún no haya subido a dormir con toda la comida y los preparativos que hay que organizar por la mañana?", se pregunta. La extrañeza le obliga a levantarse, se calza las zapatillas de andar por casa, abre la puerta del dormitorio y desciende por la escalera hasta el salón.
    La escena que presencia parece sacada de una novela de Stephen King: todas las luces de la casa encendidas, un silencio atronador, ningún miembro de la familia presente, multitud de manchas de sangre por el suelo, montones de gasas ensangrentadas por encima de la mesa, la puerta del jardín trasero abierta... Aterrado, sube a toda velocidad a por su móvil que se carga en la mesilla, grita los nombres de su mujer y sus hijos. Nadie contesta, el silencio solo es roto por los ladridos de la perra. Desesperado, llama al teléfono de su esposa y escucha cómo suena junto al sofá del salón. "¿Qué hace su móvil en casa?", se cuestiona sin hallar la respuesta. Su mente barrunta mil ideas, cada una más tenebrosa que la anterior: un múltiple asesinato, una venganza familiar, un robo con violencia... Viudo de mujer e hijos, así se imagina hasta que uno de sus vástagos contesta a su llamada. 
─Tranquilo, papá.
─¡Cómo quieres que esté tranquilo! ¿Dónde estáis, qué ha pasado? 
─Un pequeño accidente: mamá se ha tropezado en el jardín, al apoyarse en el macetero éste se ha caído y detrás ha ido ella. Vamos, que ha volado de espaldas por las escaleras y se ha partido la cabeza.
El hombre siente como la lividez de su rostro desaparece aunque no sabe si es por la mala leche o la preocupación.
─¿Dónde estáis?
─En el hospital, en el de siempre.

Cuatro de la mañana. El hombre se viste a toda velocidad, coge el coche y bufa mil improperios. A mitad de camino, suena su móvil.
─Papá, no vengas, ya estamos de vuelta.
Giro de volante, vuelta a la escena del crimen.
Al cabo de diez minutos, entran en casa sus hijos y la que parece su mujer, aunque se asemeja más a la hermana de "Carrie". La blancura de su camisa de seda está teñida de rojo bermellón, sus rizos están apelmazados por la sangre, y encima ella se ríe.
─No te enfades ─musita su santa con media sonrisa─, ha sido un accidente. Me he caído y me han puesto quince grapas en la cabeza, pero estoy fenomenal. Además, mira si es majo el médico que para no cortarme el pelo en vez de puntos me ha puesto grapas.
─Tú lo que estás es fatal. ¿Por qué no me has avisado?
─Ay, no quería ser maleducada y despertarte.
─En fin, habrá que suspender la comida de Navidad.
─Ni loca, que ya he preparado las carrilleras y puesto la mesa, que está ideal. Eso sí, que no se me olvide quitar el inmenso charco de sangre del jardín, que la casa parece sacada de la matanza de Texas.

Dos del mediodía. Suena el timbre. El hombre ve aparecer a toda la familia invitada que, perpleja, descubre el percance nocturno. El tiempo se esfuma entre muchas risas, chistes, vino, multitud de comida y juegos. Una Navidad perfecta, una Navibuena de las que no se pueden olvidar. 

Doce de la noche.
Mañana hay que madrugar para ir a Cáceres ─le recuerda el hombre a la mujer herida.
Sí, amor, mañana nos vamos tú, yo y las quince grapas.
─No soporto que siempre encuentres el lado cómico de cualquier percance.
─Lo sé.

(Dedicado a él, el que me aguanta desde hace tantos años)

domingo, octubre 22, 2023

'Nada' o todo. Amigos o enemigos

Luis Brandoni y Robert de Niro, dos grandes amigos en 'Nada'

A veces, pienso. Falso. Es mi mente la que navega a su rollo, como le apetece, sin preguntarme si deseo viajar al pasado, rememorar momentos y gente que se esfumaron y que nunca volverán. Sin control, me retrocede a una vida de la que solo resisten las ascuas del recuerdo y surgen las preguntas: ¿por qué se rompió aquella amistad, qué fue de aquel viejo amor, qué habrá sido de aquella compañera de universidad? Incluso la puñetera mente, la loca que hace siempre lo que quiere, se cuela en mis sueños y, sin previo aviso, aparecen como fantasmas personajes que creía olvidados, familiares y conocidos que se desintegraron como los juguetes de la infancia.
    La serie argentina 'Nada', en Disney Plus ('plas' para los modernos, 'plus' para una defensora de Tom 'Cruis' y no 'Crus'), interpretada por los actorazos Luis Brandoni y Robert De Niro, muestra la amistad entre dos octogenarios, entre Manuel, un crítico gastronómico porteño, y Vincent, un escritor de éxito neoyorquino. Si algo une a los protagonistas es el placer por las delicias culinarias argentinas: el lomo Clark's (el clásico Wellington con la carne en su punto bañada con  la mezcla de verduras, el toque inconfundible de la mostaza de Dijon y envuelta en hojaldre); la enorme milanesa de lomo, siempre calidad; el bife de caballo a la parrilla, la pasión de De Niro, y los postres: el panqueque de dulce de leche, la medialuna de grasa o las bolas de fraile. Unas bombas calóricas que solo la sopa que cocina la paraguaya Antonia (Majo Cabrera), la empleada de hogar de Manuel, es capaz de reducir sus ardores estomacales.
    La paciencia se pierde con los años, o más que la paciencia, la capacidad de aguantar a personas que no aportan o intoxican. Un gota a gota que se desborda hasta escribir el punto final. Au revoir, mon ami
     En una cena con un grupo de compañeros, Manuel discute con uno de ellos. La gran batalla dialéctica. «No te estoy pidiendo disculpas, te estoy pidiendo el divorcio. Quiero la disolución del vínculo amistoso. No hace falta dejar nada por escrito, y si coincidimos en algún evento nos hacemos un gesto de saludo protocolario y nos ignoramos olímpicamente» fue la rotunda respuesta del crítico gastronómico cuando el que creía su amigo le pidió perdón a la mañana siguiente. Una respuesta para enmarcar.
     Hay palabras que se graban en el cerebro, que no se olvidan y que pueden quebrar la amistad más sólida. 'Nada', la breve comedia de solo cinco episodios, desgrana las relaciones humanas, los apegos que surgen en el momento menos pensado –¡ay, qué química más tierna entre Manuel y Antonia!–, y cómo el mimo al elaborar un plato para complacer a los comensales, al pensar en cómo sorprender a través del paladar prima y pellizca más el corazón que si te regalan un bolso de 'Puturrú de fúa'.
    Y mi guinda de la tarta es Robert De Niro, que no sé qué tiene pero me vuelve loca. ¿Me recordará a alguien? 
     Feliz comida, feliz serie.





miércoles, julio 12, 2023

A leer que son dos días


Aunque el verano inunde de color las calles, playas y piscinas, hay mentes por las que siempre sobrevuela una nube gris alimentada por novelas negras que enturbian sus neuronas pero, como una sangría con tropezones de melocotón, sofocan los calores del intelecto.

Una mujer furiosa (Antonio Fontana. Siruela Nuevos Tiempos)
Habrá quien piense que no soy objetiva, que me pierde la amistad, y se equivocará. Valorar los libros de los amigos implica un sobreesfuerzo: sinceridad sin matices, crítica real y contención en los elogios. Tarea compleja. Sin embargo, con Antonio Fontana  ─Premio de Novela Café Gijón 2020 por Hasta aquí hemos llegado y Premio Málaga de Novela 2017 por Sol poniente─ los halagos a su escritura jamás son forzados sino sinceros. Antonio, mi querido malagueño, posa sus dedos sobre el teclado del ordenador, inicia el baile de letras con sones de los ochenta e hipnotiza al lector como el flautista de Hamelín a los niños y las ratas. En Una mujer furiosa, su última novela, nos descubre la vida de Santi, su hermano Fede, sus padres, sus secretos y las vivencias que han marcado sus recuerdos. Aquellos veranos, aquella huida, aquellos amores con olor a adelfas y el dolor de las palabras que hieren una vez dichas. Fontana mezcla con maestría el sufrimiento y el humor. El lector siente que se le encoge el estómago y al momento se le dibuja una sonrisa en el rostro, o no, porque Antonio siempre acecha y, en el momento más inesperado, te clava el puñal y desata la angustia. Una montaña rusa de emociones, historias de fantasmas y desapariciones. Una novela de alto voltaje.

El ancho mundo (Pierre Lemaitre. Salamandra)
Mi adicción a la novela negra es conocida por todo mi entorno, y mi adoración por Pierre Lemaitre, también. Tanto que mi compañero Bruno me regaló su último libro, El ancho mundo, donde se aleja de la negrura y relata la historia y secretos de la familia Pelletier. Un viaje que nos traslada a Beirut, a la guerra Indochina y al París de la posguerra. Tres historias en distintos enclaves pero unidas por el lazo familiar. Exotismo, asesinatos, corrupción, amor del bueno, amor del malo y el fluir de las palabras.  

Hontoria (Juan Carlos Galindo. Black Salamandra)
La investigación de un triple crimen en Hontoria, antiguo pueblo y actual barrio de Segovia, nos arrastra a un recorrido por todos los sucesos de la crónica negra española y el true crime norteamericano. Jean Ezequiel, periodista segoviano que trabaja en un periódico de la capital, más que cubrir la información ahonda en el caso de forma obsesiva y nutre su pódcast 'Píldoras criminales', con banda sonora del grupo escocés Mogwai, con los avances de sus pesquisas. De fondo, la ciudad de Segovia: el acueducto, Cándido, la Gimnástica Segoviana, el Jardín de los poetas... Un personal pellizco al corazón para una gata casada con un segoviano. Muy recomendable.

La llama de Focea (Lorenzo Silva. Destino)
De nuevo aparecen en mi vida el subteniente Bevilacqua y Chamorro. El descubrimiento del cadáver de Queralt Bonmartí, hija de una familia acomodada catalana, en uno de los senderos del Camino de Santiago desata una investigación entre Santiago de Compostela y Barcelona. Una forma de conocer el pasado de Bevilacqua, su vida anterior en la ciudad condal, el desafío que sufrió España por el independentismo catalán... Una trama que te abre los ojos de forma culta y documentada de una parte de la historia reciente, de la llama que no cesa. 

Justo antes de la felicidad (Agnès Ledig. Grijalbo)
A veces la empatía de un hombre al ver las lágrimas contenidas de la cajera del supermercado puede desencadenar un giro absoluto en la vida de ambos. Una novela ligera, de fácil lectura con algún giro inesperado y un final muy esperado. Una fresca lectura para el verano. 

Los asquerosos (Santiago Lorenzo. Blackie books)
¿Quién no conoce a alguna Mofucha? Sí, esas personas que necesitan aire puro y disfrutar de la naturaleza, pero les es imprescindible tener conexión wifi con velocidad 5G, microondas o apertura automática de las persianas del salón. Santiago Lorenzo, a través de su personaje Manuel, que huyó por un percance en la ciudad y se recluyó en un pueblo deshabitado, critica de forma sarcástica a la sociedad contemporánea, al snobismo. Su "Frank del pueblo" nos muestra otro estilo de vida impensable hoy en día. Una novela que atrapa por la riqueza de su vocabulario, sus nuevos términos y su implacable humor.

Y, como siempre, te recomiendo leer mi novela "Herido", de venta en Amazon 


lunes, mayo 29, 2023

Elecciones con olor a Aftersun

Ofendida, indignada, enfadada... Así me siento hoy desde que Pedro Sánchez ha convocado las próximas elecciones nacionales para el domingo 23 de julio. A ver, Pedrito, que mucha gente está en esas fechas de vacaciones o degustando una grasienta barbacoa entre chapuzones en la piscina o saboreando una paella con vistas al mar. Claro, ahora me dirás que no me preocupe, que para esos casos existe la opción del voto por correo. Muy listo, Pedrito. ¿Y qué hago si me toca ser presidente o vocal de la mesa electoral? ¿Me voy al colegio embutida en mi bañador ajustado, con mi sombrero de paja, mis gafas amarillas o rosas ─depende del modeli que me ponga ese día─ que combinan con el pareo y olor a Aftersun o Beforesun? ¿Pero por qué nos tratas así? Pedrito, has fastidiado, y mucho, a todos los sectores que se dedican a la comunicación. ¡Si hasta a Angels Barceló casi le da un ataque al escuchar la temible fecha que has propuesto! Eso no se hace, majo. Vale, entiendo que estés acojonado, que no me extraña, pero la culpa es tuya no del resto de los españoles que nos visualizamos ese domingo tumbados en la toalla sobre la fina arena, el césped o la hamaca junto a una cerveza bien fría, unas patatitas fritas y unas aceitunas rellenas. Que digo yo, que qué te costaba convocar las elecciones en septiembre, por ejemplo, o haberlas unificado junto con las municipales. Tal vez aún no te hayas dado cuenta, pero estoy de muy mal humor, que trino como los pajaritos. Eso sí, te juro por Dios, al estilo Escarlata O'Hara, que pienso votar pase lo que pase y aunque no diga a quién se sabe a quién no. 

miércoles, mayo 17, 2023

Amigas vitamina


Una inyección de bótox, otra de ácido hialurónico. Muchas féminas logran su felicidad entre pinchazo y pinchazo. Un efímero engaño para lograr que el espejo refleje su imagen sin arrugas y obviar el paso del tiempo. Otras, en cambio, nos tenemos que pinchar vitamina en vena, que no elimina las arrugas pero alegra la vida. Y nada mejor que una escapada de mujeres, no unas cualquieras, sino cinco locas amigas que se conocen desde finales de los ochenta y han compartido tanta vida juntas. Lo esencial y fundamental es abandonar ─desde el cariño, que conste─ todas nuestras maletas: parejas, hijos, perros... No por falta de amor, no os confundáis, sino porque a veces es necesario desconectar cuatro días del mundo real y gozar de las confidencias, secretos, risas y gilipolleces, que son muchas. Porque no es lo mismo zamparse dos bolsas de regalices rojos, kikos, cervezas y tintos de verano –unos con casera y otros con limón–, entre nosotras que bajo la mirada del resto. Porque hay intimidades que sólo se relatan en un entorno de confianza sin juicios ni críticas y multitud de consejos llenos de cariño.
    La organización del evento anual requiere cierto trabajo: ajustar las agendas, preparar las bolsas ("por favor, meted lo imprescindible para quepa en el maletero") y llenar la mochila de ilusión. 
    Viernes, cinco de la tarde, cinco amigas y un destino: Alcocéber.
    Hasta aquí, como diría Mayra Gómez Kemp, puedo leer o quiero contar. Tal vez, unos brochazos de momentos únicos: el paseo por la sierra de Irta, las calas, la subida hasta Santa Lucía, los pinos Norfolk, nuestros photocall, chapuzones desde la tabla al azul Mediterráneo, la clase de yoga, la fantástica casa de C&C... Y mucha, muchísima vitamina. ¡Gracias, mis "suculentas" amigas! 


 


martes, abril 11, 2023

Mi historia con Sánchez Dragó


Aquella noche no tuve valor, y ahora es demasiado tarde. Sánchez Dragó se asomó por la historia de mi familia hace muchos años. A principios de los 90, azares del destino, trabajó junto a mi padre en Cooperación Internacional, en Costa Rica, en la otra orilla del charco. Dragó se encargaba de la parte cultural y mi padre, de la gestión. Un año de amistad y pura vida laboral. La promoción de su novela 'La prueba del laberinto', con la que ganó el Premio Planeta en 1992, alejó a Sánchez Dragó de su aventura costarricense y paralizó su presidencia del Instituto Cervantes. «En mi próxima novela quiero escribir sobre cómo hay decisiones que cambian el rumbo de nuestra existencia», me comentó la pasada primavera en la presentación del libro de Francisco López Seivane. Aquella noche hablamos de mi padre, de cuando lo invitó junto a mi madre a cenar a su casa en el centro de Madrid que, de nuevo el azar, había pertenecido a mis bisabuelos; conocí a su novia Emma, otra casualidad marcada por Gustave Flaubert, y aguanté la tentación
 de contarle la historia que nos unía a los dos. 
    Él ya nunca sabrá que hace muchos años mi padre llegó a España con el encargo de un amigo.
    ─José Luis, por favor ─le dijo entregándole un libro─, me haría mucha ilusión que Sánchez Dragó me dedicara su novela. Sé que sueles quedar con él en Madrid y si no te importa.... 
    ─Por supuesto, él estará encantado.
    La suerte se puso en su contra: Fernando había partido de viaje y a su vuelta mi padre volaba de nuevo rumbo a Costa Rica. 
    "Me da rabia por mi amigo, estaba tan ilusionado por la dedicatoria", le escuché decir al preparar la maleta, y sonreí. Que mis progenitores residieran largas temporadas fuera de España ─en esa época en la que no existían los móviles, ni las contraseñas para realizar gestiones bancarias, ni autorizaciones vía e-mails...─ me convirtió en una auténtica falsificadora de firmas. No había chequera que se me resistiera, autorizaciones para viajes en el colegio, notas escolares... Un auténtico arte grafológico entre mis manos. No me lo pensé dos veces, observé la firma de Sánchez Dragó, tomé el libro y, así como quien no quiere la cosa, escribí una bella y falsificada dedicatoria con rúbrica incluida. 
    Desde entonces, alguien en Costa Rica vive feliz con su novela dedicada por Sánchez Dragó sin saber nada del engaño. Y yo, querido Fernando, asumo mi culpa y reconozco que aquella noche fui incapaz de confesarte mi delito. Eso sí, no dudes de que mi falsificación fue el acto de bondad de una auténtica impostora. 

Descansa en paz, Sánchez Dragó.

martes, febrero 28, 2023

Terror: ¡Tío Gilito, James Bond y Roald Dahl!



Ahora que la sociedad se ha convertido en una meapilas, que todo se analiza con lupa, que los "ofendiditos" aparecen al girar por cualquier esquina, he comprendido mi carácter. No me ha hecho falta asistir a terapia o tumbarme en el diván de un psiquiatra. Sé quiénes son los culpables de mi fuerte carácter, de mi sentido del humor, de mi poca vergüenza o falta de timidez. Desde aquí quiero denunciar, y denuncio, a mis progenitores, a mis profesores y a todos aquellos que me permitieron en mi infancia ser feliz y disfrutar de los libros de Roald Dahl. Adentrarme con Charlie en la fábrica de chocolate, ver cómo trabajaban los upalumpas; imaginar el olor del jugoso y gigante melocotón de James; descubrir la poesía con los 'Cuentos en verso para niños perversos' y, cómo no, 'Matilda'. Aquella época indecorosa en la que el gordo era gordo, no 'enorme'. Y la fea, fea, no 'bestial'.
    Encima, y esto sí que no tiene perdón, me llevaban al cine y veía las películas del agente secreto 007. Sí, Bond, James Bond, que siempre pedía al barman un Martini mezclado, no agitado. Tal es la perversión de su lenguaje que ahora van a reeditar las novelas de Ian Fleming para eliminar los términos racistas ─los negros serán 'persona negra' u 'hombre negro', que tampoco percibo una gran diferencia, seré inculta─. Que sí, que no hay que fomentar el racismo, ni la homofobia, ni nada que denigre a cualquier ser humano, pero esos libros se escribieron hace muchos años, en otra época, con otras morales y lenguajes.
    Incluso Disney ha censurado dos cuentos del Tío Gilito ─repito, ¡del Tío Gilito!─ por racistas. En fin, a este paso al pobre Gilito le van a prohibir bañarse en su tanque de monedas para no ofender a los más desfavorecidos.
    Queridos, después de tantos sinsabores, creo que ha llegado el momento de que pida hora con mi terapeuta y mi psiquiatra, que lo mío no tiene solución. 

lunes, febrero 06, 2023

Más que compañeros, amigos


Ring.
A Alexis lo conocí en 1992, el día que entré en la redacción del antiguo suplemento "Blanco y Negro" (ABC) con mi trencita parisina de tela multicolor entre mis rizos negros. "Que sepas que yo soy mitad español, mitad cubano. De cintura para arriba, español. Y de cintura para abajo, cubano", me dijo entre risas. Y así es él, el hombre vitamina de la redacción, el más artista a la hora de poner motes a la gente y arrancar las carcajadas en cualquier momento. Los viernes, en los interminables cierres del suplemento "Nuevo Trabajo", cenábamos en el VIPS y volvíamos a las dos o tres de la madrugada a la redacción para ver los ferros y rematar el trabajo con buen humor y sabor a sándwich Vips Club. Y así año tras año, en los suplementos o en el diario, con su picante humor y su arte para animar a los compañeros. Toda una vida.

Ring. Fede, nuestro Fede, el experto en ajedrez, cine, televisión y, sobre todo, sus chicas, sus dos hijas. "Venid a mi sección, que me han mandado piruletas con forma de corazón por el día de San Valentín", comenta entre las mesas de la redacción. Fuera, en la vida, coincidimos en los bares de nuestra zona, la Feria del Libro… Un tío espléndido y gran amigo de sus amigos. Jaque, pero no mate.

Ring. Siempre con una sonrisa. Así es Mariajo, positiva, risueña, alegre y muy currante. "Que sepas que eres mi bruja favorita", me dice entre risas cada vez que nos cruzamos por la redacción. Los últimos años apostó por lo fundamental, su familia. Una persona maravillosa.

Ring. "¿Te gusta cómo me ha quedado el corte de pelo? Ay, ya quisiera Alexis tener mi cabellera", pregunta y se responde a sí mismo Isaac. Nacido en Benidorm, "con mucho orgullo", vino de la delegación de Valencia a Madrid. En la "barra" de la redacción, el lugar donde improvisamos el cóctel de los sábados o fiestas navideñas, nos cuenta con detalle su vida, sus aventuras y desventuras, su pasión por su hija Marina... Qué grande.

Ring. Las primas, Gema y Marisol, la alegría de la sección de Opinión. Cuántas confidencias entre agenda y agenda. Esas noches que se alargan con sentido del humor, esa sidra para celebrar su nueva ubicación. El amor que despiertan en todos los colaboradores y compañeros. El tándem perfecto.

Ring. Carlos, un sol de chaval: atento, educado y supertrabajador. Desde la sección de Economía recorre el pasillo hasta Maquetación. "Perdón, no quiero molestar, pero necesito un adelanto…", dice con una tímida sonrisa. Él nunca molesta, al contrario, alegra la vida. 

Ring. Mapi, la elegancia personificada sobre sus tacones. La única capaz de encontrar la foto más recóndita del archivo de ABC y de explicarnos, mil veces si hace falta, cómo funciona el Quay para localizar cualquier imagen. Pura simpatía.

Ring. Laura es una todoterreno. Siempre con la maleta preparada para partir a cualquier destino: Ucrania, Jerusalén, Kazajistán… Entre su carácter y el mío a veces han saltado las chispas, pero por motivos laborales que se olvidan al cabo de los días o las horas.  

Ring. Con Armando nunca me he relacionado. La fractura entre las nuevas tecnologías (SEO, Internet…) y la redacción de papel es inevitable. Ahora, después de leer su fantástico mail de despedida, me arrepiento de haber perdido esa oportunidad.

El teléfono deja de sonar, paran los despidos y llegan la tristeza, los llantos, la rabia. Sí, todos ellos son unos auténticos profesionales, pero el dolor lo marca el corazón al ver cómo se van esos grandes amigos con los que has compartido tantos años, tantas vivencias, tanto cariño. Nos veremos fuera de esta casa y seguro que el futuro os traerá lo que os merecéis, lo mejor. Mucha suerte, amigos. 


sábado, diciembre 31, 2022

¡Feliz 2023!


Ahora que 2022 se apaga como una cerilla prendida al final de la madera, los recuerdos vividos se amontonan en mi mente. El balance –valores arriba, valores abajo– es positivo. Aunque aún están muy presentes esos pequeños sustos que alteraron mi vida, esos borrones negros que es mejor callar para que caigan en el olvido y cierren la puerta al pesimismo. La vida pasa, pasa la vida. Mi saco de vivencias de este año está repleto, a punto de estallar: viajes con mi familia, reuniones de amigos, locuras confesables e inconfesables; risas, muchas risas, mi auténtica energía... Hasta he rozado el cielo segoviano desde un globo aerostático y acariciado el infierno en los subterráneos de Nápoles. Mis papilas gustativas han gozado con la gastronomía italiana, la romántica cena en Sacha o el cumpleaños en Arrogante... Por suerte, no todo engorda, pero llena el alma: lecturas, conciertos de escándalo, musicales –ay, mi Antonio Banderas–, teatro y más cine, por favor. Sin olvidar mis paseos perrunos, el éxito de mi novela "Herido" y la emoción-tristeza al ver despegar laboralmente a mis hijos, mis tesoros. 

Las agujas del reloj de la Puerta del Sol se acercan a la hora mágica, las uvas desaparecen de los supermercados, los cotillones afinan sus silbatos. 2022 se apaga y empieza un nuevo año. ¡Feliz 2023!

miércoles, diciembre 14, 2022

Felices fieras

Lucas, el gato que tuvimos hace años, adoraba la Navidad. Tumbado en el sofá, abría un ojo disimuladamente y me observaba mientras colocaba las luces entre las ramas del pino, las bolitas, los  adornos atesorados a lo largo del tiempo y, como marca la tradición, la estrella de Oriente en la parte superior. Sus nervios le hacían estirar las patas sobre el cojín, afilar las uñas y contener su instinto trepador hasta que se quedaba solo en casa. Entonces, el Macaulay Culkin felino, con los dos ojos bien abiertos, arqueaba la espalda y saltaba sobre el pino como si fuera una ratonera llena de ratones. Sujeto al tronco con las patas traseras, golpeaba las bolas hasta que caían como gotas de lluvia al suelo. "¡Menuda juerga, viva la Navidad!", maullaba emocionado. El último adorno en abandonar el pino era la estrella, que esparcía su purpurina plateada en su vuelo sin motor. Para rematar su jugada gatuna, se convertía en un leñador de camisa roja y negra al estilo canadiense y, sin hacha pero con garbo, lograba tirar el desnudo pino y sus luces contra la tarima del salón. Toda una hazaña para él y un drama para la familia. Al final, ganó y decidimos no volver a poner el tradicional abeto navideño.
    Yoda, mi adorada schnauzer negra y plata, descubrió junto a la escalera las piñas que colgaban de las ramas que decoraban la damajuana –una vasija de vidrio que antiguamente almacenaba el vino–. Pura tentación. Cada vez que tiraba una piña se transformaba en Maradona y corría con ella por el pasillo como si fuera un balón. Yoda ganó por goleada, y retiramos los rústicos adornos. 
    Sin embargo, Alma, mi pequeña schnauzer blanca que me ha devuelto la alegría, estaba un poco mustia: ni pino, ni bolas, ni piñas... Hasta que descubrió un pequeño Papá Noel de peluche apoyado en un escalón de la escalera. ¡Qué locura para sus fauces! El rescate y ocultación de Papá Noel se logró tras una operación de carreras alrededor de la mesa. ¡Ejercicio para la dieta!
    El Belén, el espíritu navideño y las luces de estrellas siguen intactos. ¿Hasta cuándo? Hasta que lo decidan mis fieras. ¡Felices fiestas!

jueves, noviembre 17, 2022

El miedo vive en el suelo

Mi imagen estampada contra el suelo

Hay supersticiones que están muy arraigadas en la sociedad. ¿Quién no ha escuchado que si se rompe un espejo son siete años de mala suerte o que si te cruzas con un gato negro la desdicha rondará por tu vida? Me encantan los gatos, como todos los animales, y no temo a los espejos, pero hoy tengo miedo. 
    De pequeña escuché entre susurros una leyenda de mi familia: aquella tarde lluviosa de hace muchos años, al volver del funeral de mi abuelo encontraron caído en el suelo del salón su enorme retrato. Pálidos como la pared, observaron el hueco de las alcayatas y tacos que sujetaban el gran cuadro sin entender cómo había sucedido. "Esta ha sido su despedida, su forma de decirnos adiós", comentó alguien para paliar el susto de todos los presentes. 
    Al entrar en casa de mi abuela la tarde que falleció, lo primero que observé es que otro retrato había caído al suelo. El corazón se me encogió. Jamás conté la historia al resto de la familia y menos al protagonista del cuadro. "Esta noche el espíritu de tu abuela se ha despedido de todos vosotros y con la fuerza de su alma ha descolgado el cuadro, no tengas miedo", dijo la mujer que cuidaba de ella al contemplar la lividez de mi rostro. 
    Esta mañana, al ir a poner una lavadora ─que por mucho que vaya de moderna soy una maruja─, me he topado en el suelo con mi foto caída, el cristal roto, el marco desmontado... No he podido contener mi grito de horror, tan intenso que hasta la perra se ha asustado y ha salido espantada. 
    ¿Será una señal del destino? No sé, pero estoy acojonada, temerosa, aterrorizada. No solo por ver mi imagen estampada, sino por el cúmulo de cristalitos... ¡Y la puñetera Conga sin batería! En fin, voy a por la escoba que no es día para percances ni cortes en los pies. Huy, qué miedito. 
    Y, si me lo permitís, un pequeño epitafio bloguero: "A la gente que quiero, que sepa que la adoro. Y a los que les caigo mal, pues ellos se lo han perdido". 
    Hala, a barrer cristales, supersticiones y a comprar otro marco de fotos.

martes, noviembre 08, 2022

Lecturas otoñales


Dicen que la lectura es para la mente lo que el ejercicio para el cuerpo. Ya que soy incapaz de ir al gimnasio, me consuelo con el ejercicio mental. Aquí, mis últimas lecturas.

El caso Christie (Nina Gramont. Umbriel) 
Tras desaparecer durante once días, un halo de misterio rodeó la vida de la escritora Agatha Christie. ¿Qué sucedió con ella tras hallar su coche empotrado contra un árbol y sus pertenencias en el interior? El despliegue policial abarcó toda Gran Bretaña para localizarla viva o muerta. Los periódicos cubrieron el suceso y barajaron distintas hipótesis: un asesinato cometido por su marido, una campaña para promocionar su nueva novela, una desgarradora muerte a manos de un asesino en serie... Sin embargo, cuando nadie apostaba por ello, apareció en la ciudad balneario de Harrogate, en Yorkshire, registrada como Teresa Neele ─el mismo nombre que la amante de su marido─. La familia relató que Christie sufría amnesia y no recordaba nada de lo sucedido. Más morbo para el misterio.
   Con estos ingredientes y documentación de la época, Nina Gramont hila una novela para explicar qué ocurrió durante esos días en la vida de Agatha Christie. Un libro entretenido pero que no desvela lo que realmente sucedió, pese a que hay veces que la imaginación se acerca mucho a la realidad, o no.    

Punto ciego (Laura Hawkings . Planeta)
Publicar un nuevo libro tras el éxito de "La chica del tren" es complicado. Las expectativas se multiplican y, a veces, llega la decepción. "Punto ciego" es un thriller que se lee en un suspiro, pero es demasiado previsible. Además, a mitad del libro se intuye quién es el asesino y que aparezca alguien del pasado y no seas capaz de reconocerlo se me antoja imposible. 
Una novela perfecta para un guion de cualquier película que se emite después de comer en Telecinco o Antena 3.

Una madre (Alejandro Palomas. Destino)
Un perro (Alejandro Palomas. Destino)
Un amor (Alejandro Palomas. Destino)
Las trilogías no me tientan, aunque siempre hay excepciones. La singular familia de Fernando, Fer para los amigos, y más su madre Amalia, se cuelan en la vida del lector en una cena de Nochevieja. Entre conversaciones, discusiones y recuerdos se entretejen las relaciones entre ellos, las personalidades, los traumas... Al final te sientes un observador indiscreto: ríes, lloras, sufres y les coges tanto cariño que te da pena abandonar su vida, y la de sus perros. Adicción lectora.  

Las otras niñas (Santiago Díaz. Reservoir books)
El buen sabor de boca (más bien de ojos e intelecto) que me dejó "El buen padre" me lanzó a la última novela de Santiago Díaz. De nuevo, la inspectora Indira Ramos con su TOC, sus manías e insoportable carácter, pero que se hace querer, investiga un gran caso. ¿Qué ocurriría si  se descubriera a través de una huella dactilar que sigue vivo el asesino más sádico de España? No quiero desvelar más, pero bajo esta premisa y otro caso paralelo en el que está implicada una compañera de la comisaría se desarrolla la acción que atrapa al lector: intriga, amor, manías... Todos los ingredientes para no dejar de leer.

No soy un monstruo (Carme Chaparro. Espasa)
La desaparición de un niño en un centro comercial desata la histeria. Se repite la pesadilla que conmocionó hace años a la sociedad. La cobertura informativa a manos de la periodista más aclamada de la televisión, la investigación policial, un hacker... Una novela ágil con una trama que entretiene, aunque el inesperado final me ha parecido un poco rocambolesco. 

martes, septiembre 27, 2022

Un paseo con Tamara, Chenoa y las perriamigas


─¡Menudo hijo de fruta es Íñigo Onieva! ─exclama Manuela con su gorra rosa mientras paseamos a los perros por el parque.
   ─A mí me da mucha pena Tamara, la verdad ─suspira María Elena.
   ─Desde luego. Qué desgracia que se haya cruzado con ese gilipúa en su vida. Es un capón con pintas, un tom tom del trasero ─insiste Manuela indignada por la humillación pública que sufre la Falcó.
   ─Manuela, ¿qué te ocurre?, ¿por qué hablas así de raro? ─le pregunto atónita por sus palabras.
   ─Ay, Emma, que mañana he quedado a comer con mi amigas y sus hijos.
   ─¿Y?
   ─Pues que todo el rato me regañan por decir tantas palabrotas delante de los chavales, que qué vocabulario tan vulgar el mío... En fin, que he decidido modificar las palabras y que así no me riñan. A ver, que yo prefiero decir hijo de puta, gilipollas, tonto del culo o cabrón, pero me tienen frita con el tema de las palabrotas. Es agotador. 
   ─Mira, Manuela, no es día para andarse con control verbal, que lo que ha pasado este fin de semana ha sido muy fuerte ─comenta María Elena─. Aunque es mejor que Tamara se haya dado cuenta ahora que después del matrimonio. Bueno, ¿y qué me decís de la separación de Risto Mejide y Laura Escanes? No doy crédito. Y él ha dicho que se siente como Tamara. Ay, a ver si la Escanes le ha plantado unos cuernos...
    ─A mí me ha encantado que Tamara fuera ayer a la presentación en el Teatro Real. Ha actuado como una señora. No se ha escondido, ha reconocido su engaño y agradecido a los medios que le abrieran los ojos. Vamos, ¿acaso se tenía que ocultar cuando el infiel ha sido él? ─digo mientras busco con la mirada a Alma que corre tras Trufa y Ringo.
   ─Y qué elegante iba... No como la pobre Chenoa que salió a la puerta de su casa en chándal y sin pintar. ¡Lo que se habrá arrepentido! ─comenta María Elena.
   ─En la vida hay que tener mucho cuidado con los capones, que hay muchos sueltos y a veces nosotras actuamos como unas gilipúas.
   ─¡Manuela, por favor, o dices palabrotas o no las dices, pero esas palabrejas que te estás inventando me ponen de los nervios!
   ─Emma, no seas porra.
   ─¿Porra?
   ─Quería decir perra, pero ya no sé si eso también es una palabrota. Ahora en serio, ¿dónde están los perros?
    Y así, entre paseo y paseo, cotilleo y cotilleo, nanosegundos en el metaverso y muchas risas se escapan las primeras horas de la mañana.

¡Venga, Tamara, que tú puedes con esto y con mucho más! Joder (huy, perdón, Manuela)



jueves, septiembre 15, 2022

Desconfiad de las parejas perfectas

¿Pareja perfecta?

Hacedme caso, desconfiad de las parejas perfectas. Sí, esas que de forma cansina se declaran su amor eterno, que se miran como babosas deslizándose por un tobogán; aquellas que nunca discuten porque el love domina sus cuores; que se creen más guapos que las miss o misters universo y, sobre todo, las que se creen siamesas y van agarraditas de la mano como si sus falanges se hubiesen pegado con adhesivo Super Glu. Mal rollo, os lo aseguro.
    En mi vida he conocido bastantes parejas perfectas. Al principio, sentía un pellizco de envidia. 
─Ay, cuánto se quieren, son lo más ─suspiraba mientras fregaba los trozos de arroz que se habían pegado en el fondo de la olla superrápida WMF y berreaba a mi marido porque se le había olvidado bajar las puñeteras bolsas de basura al contenedor.
    Al cabo del tiempo, el disgusto me dominaba.
─¡Pero qué me estás contando! ─gritaba por el auricular del teléfono─. No me lo puedo creer. ¿Seguro que se han separado? Dios mío, pero si eran la pareja perfecta. Y dices que él le ha puesto los cuernos con el conserje. Imposible. ¡Y que ella se ha liado con su monitor de fitness! Ay, nena, espera que me voy a abrir un vino, que estoy a punto de desfallecer.
    Al final, aprendí la lección y mi ojo clínico (solo me funciona el derecho, el izquierdo es poco clínico) empezó a detectar las señales de las parejas perfectas que al cabo del tiempo se convierten en imperfectas.
    Estos días, tras la muerte de la Reina Isabel, el bombardeo de imágenes de la familia real británica ha sido continuo. Féretro arriba, féretro abajo. Despedidas, mensajes, ceremonias... De pronto, mi ojo clínico (el derecho) empezó a temblar. La señal era inequívoca, debía encontrar a la pareja perfecta. Y la hallé: el príncipe Harry junto a su inseparable Meghan Markle, los dos vestidos de riguroso luto, observando las flores que habían depositado los ingleses junto a la verja de Buckingham, caminando en el cortejo fúnebre presidido por el féretro de su abuela, la Reina. El tic del ojo se aceleró, tanto que las imágenes se entrecortaban, hasta que centré la vista en sus manos: iban agarraditos, ¡muy agarraditos! No quiero decir nada, pero ahí lo dejo. El tiempo dirá, pero esos dedos entrelazados apuntan maneras y más en un cortejo fúnebre, que no es lugar para carantoñas. 
    Recordad, desconfiad de las parejas perfectas.

viernes, septiembre 02, 2022

Del apodo al bullying

Antoine Griezmann e Izan

Micrófono, así lo apodaban en su clase del colegio por su pelo negro tan rizado. Cerca de él se sentaba Cabezón, por su enorme testa. Blandiblu, con sus mullidos michelines que sobresalían por encima del cinturón de su pantalón, siempre se colocaba al final del aula entre Cuatroojos con sus gafas de montura metálica y Zanahoria, la chica pelirroja.
    ¿Hay alguien que se libre de algún apodo? En mi caso, no. El problema surge cuando al apodo se le une la maldad, el odio y las ganas de  humillar.
     Esta semana se ha publicado en las redes sociales el bullying que han ejercido sobre un niño de diez años. Su historia es muy triste, de las que rasgan el corazón. Era el día de su cumpleaños, había llevado con ilusión una tarta para celebrarlo con sus compañeros del campamento de verano. Estos, sin compasión, versionaron la canción del cumpleaños feliz para ofenderle por sus kilos de más. La presión no era aislada. Izan, así se llama, llevaba todo el año soportando el desprecio de sus compañeros. Duele escuchar a un niño que desea morir, que no aguanta más.
    El vídeo se hizo viral. Tanto que hasta Ibai Llanos paró su directo en Twitch para mandar un mensaje de apoyo a Izan. Desde ese momento, las felicitaciones y muestras de apoyo se multiplicaron: Antoine Griezmann, Aitana, Chanel... Y mucha gente anónima pero con gran corazón y un grito: ¡no al acoso escolar!
    Todos hemos sido alguna vez despóticos o hemos criticado el físico o la apariencia de las personas, pero desde nuestros ámbitos (familiar, laboral, escolar...) debemos intentar que no se humille a la gente, que no los lancemos a un sufrimiento que los puede marcar el resto de su vida. O incluso atajar con ella. 

martes, agosto 23, 2022

Sinvergüenza, gilipollas y pelillos al sobaco



¡Qué sinvergüenza! Sanna Marin, la primera ministra de Finlandia, ha sido portada de todos los medios de comunicación y redes sociales al filtrarse el vídeo de una fiesta a la que acudió (el enemigo está entre tus amigos, Sanna). ¿A quién se le ocurre disfrutar de sus amistades, de una copa o las que le dé la gana en su tiempo libre? Encima también se la ha visto bailar en una discoteca. ¡Una vergüenza nacional! Tras el revuelo ─que alguien me lo explique─, se ha sometido a un test voluntario de drogas para demostrar a esa pazguata sociedad que no había consumido sustancias adictivas. ¿Desde cuándo una mujer ─y más si es guapa─ es una irresponsable o no está capacitada para su puesto laboral por salir de juerga con sus amigos? ¿A quién le importa a qué dedica su tiempo libre? Si ella es culpable, que nos arresten a todas. 
    Hay actitudes, en cambio, en las que se puede catalogar a la gente de gilipollas. Sí, tal y como suena y acepta la Rae. Hay que ser muy gilipollas para hacerse selfis con el fondo de los incendios que están asolando los montes de España. Pero que muy gilipollas. Y el premio se lo lleva una chica que encima se ha marcado un baile y lo ha subido a Tik tok, no se puede ser más tonta. 
   Aunque lo que me preocupa de verdad es la tendencia que defiende el lucimiento de los pelos en los sobacos como una muestra de la libertad femenina. Venga, que por ahí no paso: hace años  me hice el láser en las axilas y soy feliz sin mis vellos libres como el viento. Que  los gustos han cambiado y ya no se lleva ni los hombres cuanto más osos más hermosos ni las mujeres matorral en los sobacuelos. Aunque para gustos, los colores o las pelambreras, pero a mí que no me busquen esos pelillos a lo Sofía Loren.

viernes, agosto 19, 2022

Son amores... Literarios

 


Los amores de verano se desvanecen como las olas al rozar la orilla. Y hay pasiones que te atrapan entre línea y línea, entre palabra y palabra. Mis libros estivales, mis fugaces amores...

En plena noche (Mikel Santiago. Ediciones B)
Veinte años después Diego Letamienda vuelve a Illumbe, el pueblo que tuvo que abandonar tras la misteriosa desaparición de Lorea, para acudir al entierro de Bert, su compañero de su antigua banda de rock. El pasado ataca con fuerza: reencuentros, misterios, investigaciones... En mi mente el protagonista tiene cara y cuerpo de Leiva. La trama se hila con la banda sonora de mi juventud: Los Secretos, The Police, Alex y Christina, Sabina... Una mención a Misery, el libro de Stephen King, me pellizca el corazón. Sí, un gusto de lectura.

El peligro de estar cuerda (Rosa Montero. Seix Barral)
¿Cómo catalogar el último libro de Montero? Podría decir que es una novela, una autobiografía, un ensayo... Y mentiría. A través de su experiencia personal, sus estados de ansiedad y sus estudios sobre la locura que atrapa a muchas personas, y más a los artistas, nos lleva de la mano por la historia de grandes personajes que sufrieron por sus enfermedades mentales. Relatos minuciosos de los padecimientos que abocaron al suicidio a algunos o a la destrucción del mundo que les rodeaba a otros. Una tesis mental muy bien documentada y salpimentada con sus propias vivencias. Un aplauso.
  • "No conozco más que dos formas de darle sentido a mi vida o de hacerme creer que lo tiene: amar a alguien y escribir libros" (Claire Legendre)
  • "Definitivamente no me gusta la cordura. Imita demasiado a la muerte. Prefiero la locura. No la que se padece, sino con la que se baila" (Christian Bobin)

El caso de Alaska Sanders (Joël Dicker. Alfaguara)
Tras La Desaparición de Stephanie Mailerque me decepcionó─ y La verdad sobre el caso Harry Quebertque me enganchó desde el principio─ he sucumbido a los encantos de la última novela de Dicker: un thriller que te atrapa con sus giros de guion, flashbacks y, sobre todo, el encuentro con ciertos personajes de sus anteriores novelas. Una lectura fresca y relajante para un verano de sofocante calor. 
  • "Nuestros demonios no desaparecen nunca. Nos acostumbramos a ellos y acaban por compartir nuestra vida cotidiana sin mayores trabas". 
  • «Las heridas de verdad son secretas. Solo cicatrizan si uno se las guarda».
La gran serpiente (Pierre Lemaître. Salamandra)
Años 80. Una mujer sesentona con algunos kilos de más y muy emperifollada conduce por la carretera su viejo coche. Los atascos imprevistos, el sudor que se desliza por su rostro, la cara impertérrita del dálmata que la acompaña... Puro estrés. Por fin llega a su destino, aparca y... Y hasta aquí puedo escribir para no desvelar esta original novela negra del gran Lemaître que ahora, pasados los años y muchos éxitos, publica el primer libro que escribió. 

Esclavos del deseo (Donna Leon. Seix Barral)
A mi querido comisario Brunetti le perdí la pista hace unos cuantos años, y a su familia, y a esos sabrosos platos de pasta que prepara su mujer, y a Venecia. La curiosidad ─sí, soy una cotilla─ por saber qué había sucedido con ellos me lanzó a la última novela de Donna Leon, autora americana que no permite que sus libros se traduzcan al italiano porque adora ser anónima entre los canales venecianos. El caso que investiga Brunetti no parece que tenga mucha enjundia: aparecen dos chicas heridas en la entrada del hospital. Las primeras investigaciones consideran que fueron abandonadas por un par de jóvenes asustados tras sufrir un accidente con la embarcación que conducían. Poco a poco, pista a pista, se destapa una conexión con la mafia, el amor homosexual, la trata de personas... Buen sabor de boca.

El olvido que seremos (Héctor Abad Faciolince. Plaza & Janés)
El hijo de Héctor Abad Gómez escribe su libro más personal: la biografía novelada del asesinato de su padre en Medellín por los paramilitares. Para conocer a una persona, y más alguien tan implicado como activista en defensa de los derechos humanos y médico, se remonta a los inicios de su vida, a la familia y a los acontecimientos políticos que tanto les marcaron. El amor incondicional de un hijo hacia su padre, y a la inversa. Un relato con gran fuerza sentimental que describe la violencia vivida en Colombia.
  • "Si recordar es pasar otra vez por el corazón, siempre lo he recordado". 
El hombre de Calcuta (Abir Mukherjee. Salamandra)
1919. Sam Wyndham huye de su pasado británico y se traslada a Calcuta como capitán de la policía. Su primer caso se centra en descubrir quién asesinó de una cuchillada en la garganta a un alto cargo del gobierno y dejó su cadáver junto a un burdel en la zona más pobre de la ciudad. El contraste cultural entre los británicos y los nativos, su adicción al opio y a los fumaderos de la zona, las revueltas del grupo terrorista Jugantar... Una interesante novela que nos sumerge en otra cultura, en un historia alejada de nuestra vida.